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viernes, 24 de marzo de 2017

ANGELINA JOLIE EN “VIDAS AJENAS” (2004)


TAKING LIVES” (D. J. Caruso, 2004)


     A D. J. Caruso le podemos considerar ya un director veterano que, aunque dio sus primeros pasos en la televisión allá por mediados de los 90 dejando su firma en series y telefilms, debutó en la gran pantalla con el thriller The Salton Sea (2000) un film aseado que protagonizado por Val Kilmer nos narra cómo un talentoso músico de jazz se engancha a la metanfetamina tras la trágica muerte de su mujer. En la filmografía de Caruso encontramos títulos atractivos como Apostando al límite (2005), Disturbia (2007), La conspiración del pánico (2008), Standing Up (2013) y truños importantes como Soy el número cuatro (2011), The Dissappoinments Room (2016) y la recientísima xXx: Reactivado (2017).


      Con un mediocre libreto firmado por Jon Bokenkamp según la novela de Michael Pye, Vidas ajenas nos presenta a la agente especial del FBI Illeana Scott (Angelina Jolie) especializada en perfiles psicológicos, que debido a su buen currículum es requerida por la policía francófona de Montreal para tratar de capturar a un asesino en serie que suplanta la identidad de sus víctimas. En la investigación resulta de gran ayuda el testimonio de James Costa (Ethan Hawke), un testigo que vio al asesino cuando atacaba a su última víctima.


     En su día me pareció una exageración que Angelina “Morritos” Jolie estuviera nominada a la peor actriz en los Premios Razzie por su actuación en este irregular thriller sin más pretensiones que seguir la indeleble estela dejada por la obra maestra de David Fincher Se7en (1995). Su interpretación no es ni de lejos lo peor de una película en la que Caruso se ve incapacitado para desarrollar los códigos clásicos del cine policíaco o de suspense. Y eso que el film comienza bien con una secuencia protagonizada por el gran Paul Dano en el rol perturbador de un chico solitario y bobo, pero que nos sorprenderá con una acción de extrema crueldad llevada a cabo con una frialdad escalofriante. Éste arranque es lo único magistral de un film que se bifurcará por derroteros previsibles a partir de que Angelina Jolie llega a Canadá para tratar de resolver el enigma. Un misterio para el que lo único que tiene que hacer es aplicar la lógica científica y seguir las pistas e indicios que se barajan abocándonos así a una investigación policial rutinaria que, de paso, nos descubrirá el talón de Aquiles de la agente profiler: una frustración sexual que el asesino aprovechará para ponerla en jaque.

       Vidas ajenas es un thriller con una buena idea muy desaprovechada que nos enseña sus cartas demasiado pronto y que en su desarrollo argumental todo resulta demasiado tópico e incluso sonrojante: un grupo de policías ineptos de entre los que sobresale un Olivier Martínez en un papel cochambroso de poli duro y desconfiado, una madre desconsolada que guarda muchos secretos (impagable Gena Rowlands), un asesino psicópata poco carismático porque Caruso se carga lo más atractivo de su carrera criminal que es su capacidad camaleónica para robar identidades y una agente federal que derrama sensualidad sin tan siquiera proponérselo. Aparte del clímax final, absolutamente increíble, Vidas ajenas nos regala una escenita sexual que, aunque agradecemos, se nos antoja completamente gratuita, pero que encaja con el corpus tramposo, falsario y caótico de la función, que sin apenas progresión dramática invita al espectador menos avispado a adivinar quién es el asesino una hora antes de su final. Imagino lo que podría haber hecho Denis Villeneuve con esta jugosa premisa y me pongo de mala leche. 


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