“TAKING LIVES” (D. J. Caruso, 2004)
A D.
J. Caruso le podemos considerar ya un director veterano que, aunque dio sus
primeros pasos en la televisión allá por mediados de los 90 dejando su firma en
series y telefilms, debutó en la gran pantalla con el thriller The
Salton
Sea (2000) un film aseado que protagonizado por Val Kilmer nos narra
cómo un talentoso músico de jazz se engancha a la metanfetamina tras la trágica
muerte de su mujer. En la filmografía de Caruso encontramos títulos atractivos
como Apostando
al límite (2005), Disturbia (2007), La
conspiración del pánico (2008), Standing Up (2013) y truños
importantes como Soy el número cuatro (2011), The Dissappoinments Room
(2016) y la recientísima xXx: Reactivado (2017).
Con un mediocre libreto firmado por Jon
Bokenkamp según la novela de Michael Pye, Vidas ajenas nos presenta a la
agente especial del FBI Illeana Scott (Angelina Jolie) especializada en
perfiles psicológicos, que debido a su buen currículum es requerida por la
policía francófona de Montreal para tratar de capturar a un asesino en serie
que suplanta la identidad de sus víctimas. En la investigación resulta de gran
ayuda el testimonio de James Costa (Ethan Hawke), un testigo que vio
al asesino cuando atacaba a su última víctima.
En su día me pareció una exageración que Angelina “Morritos” Jolie estuviera
nominada a la peor actriz en los Premios Razzie por su actuación en este
irregular thriller sin más pretensiones que seguir la indeleble estela dejada
por la obra maestra de David Fincher Se7en (1995). Su interpretación no es
ni de lejos lo peor de una película en la que Caruso se ve incapacitado para
desarrollar los códigos clásicos del cine policíaco o de suspense. Y eso que el film comienza bien con una
secuencia protagonizada por el gran Paul Dano en el rol perturbador de un chico
solitario y bobo, pero que nos sorprenderá con una acción de extrema crueldad
llevada a cabo con una frialdad escalofriante. Éste arranque es lo único
magistral de un film que se bifurcará por derroteros previsibles a partir de
que Angelina Jolie llega a Canadá para tratar de resolver el enigma. Un
misterio para el que lo único que tiene que hacer es aplicar la lógica científica
y seguir las pistas e indicios que se barajan abocándonos así a una
investigación policial rutinaria que, de paso, nos descubrirá el talón de
Aquiles de la agente profiler: una frustración sexual que el asesino
aprovechará para ponerla en jaque.
Vidas ajenas es un thriller con una
buena idea muy desaprovechada que nos enseña sus cartas demasiado pronto y que en
su desarrollo argumental todo resulta demasiado tópico e incluso sonrojante: un
grupo de policías ineptos de entre los que sobresale un Olivier Martínez en un
papel cochambroso de poli duro y desconfiado, una madre desconsolada que guarda
muchos secretos (impagable Gena Rowlands), un asesino psicópata poco
carismático porque Caruso se carga lo más atractivo de su carrera criminal que
es su capacidad camaleónica para robar identidades y una agente federal que
derrama sensualidad sin tan siquiera proponérselo. Aparte del clímax final, absolutamente increíble, Vidas ajenas nos regala una escenita sexual que, aunque
agradecemos, se nos antoja completamente gratuita, pero que encaja con el
corpus tramposo, falsario y caótico de la función, que sin apenas progresión
dramática invita al espectador menos avispado a adivinar quién es el asesino
una hora antes de su final. Imagino lo que podría haber hecho Denis Villeneuve
con esta jugosa premisa y me pongo de mala leche.
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