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miércoles, 1 de febrero de 2017

CRÍTICA: “VIVIR DE NOCHE” (Ben Affleck, 2016)


LIVE BY NIGHT” (Ben Affleck, 2016) êê


    Basada en la novela de homónima de Dennis Lehane y escrita, protagonizada y dirigida por Ben Affleck, Vivir de noche nos sitúa en Boston durante los años 20, en la época de la ley seca. La trama gira en torno a Joe Coughlin (Affleck), hijo de un eminente policía de la ciudad (Brendan Gleeson), y ex soldado de la Primera Guerra Mundial que todavía sufre las consecuencias de esa guerra. Sin embargo, Coughlin no sigue los pasos de su padre y se une al crimen organizado, para convertirse en un contrabandista que trafica con alcohol. Poco a poco, su ascendente carrera en el mundo de la mafia le llevará a convertirse en un importante gangster de la Costa del Golfo. En su camino se cruzará con una mujer, Emma Gould (Sienne Miller) que le arrastrará por el camino de la perdición.

     
   Una prodigiosa ambientación y un exuberante diseño de producción se demuestran una vez más insuficientes para calibrar una película que adolece de una dirección más enérgica y cuya narrativa no está a la altura de la puesta en escena y el potente look visual. Es inútil insistir en las dotes interpretativas de Ben Affleck, muy lejos de su ya demostrado talento como director en películas como Adiós pequeña, adiós, The Town (Ciudad de los ladrones) y Argo. Pero es que en esta ocasión, la prosa del escritor bostoniano, que también le sirvió de fuente para su excelente debut protagonizado por su hermano Casey, sólo parece ser una excusa para que el cineasta rinda homenaje al cine clásico de gangsters.

        
     Vivir de noche está llena de situaciones esquemáticas y retratos tópicos de mafiosos en su guerra por el poder, por el contrabando de alcohol y el control de los casinos. Estereotipos que nada aportan ya a los trillados lugares comunes y que actúan dentro de un relato que se dispersa en estériles subtramas, como la aparición de Elle Faning en un papel absurdo y en tránsito de expiación de puta a predicadora… pero que no se detiene mucho en uno de los hilos narrativos más atractivos de la función: la relación paternofilial entre el guardián de las esencias de la ley y su hijo delincuente. 


   Live By Night es sólo la radiografía de una buena película a la que le falta el armazón corpóreo, músculo y solidez narrativa, pues además de no aprovechar el magnífico elenco, está construida sobre un guión que se derrumba cuando pretende resultar didáctico, y que sólo brilla en las escenas de ensaladas de tiros que enfatizan de manera estruendosa un drama mil veces visto.

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