“RESTER VERTICAL” êêê
Leo (Damien Bonnard) es un cineasta que mientras busca
lobos al sur de Francia es seducido por Marie
(India Hair) una pastora de espíritu libre. Transcurridos nueve meses de ese
encuentro, ella da a luz un bebé. Pero tras sufrir una depresión postparto y
convencida de que Leo no va a cambiar, de que va a seguir yendo y viniendo a su
antojo, toma la difícil decisión de abandonarlos. Entonces Leo se encuentra con
un bebé al que cuidar y sin ninguna ayuda. A través de una serie de inesperados
encuentros y problemas para encontrar la inspiración para su próxima película, Leo
hará lo que sea necesario para seguir en pie.
Quinto largometraje de Alain Guiraudie, que obtuvo el Premio
al Mejor Director por su anterior trabajo, El desconocido del lago (leer
crítica en este blog). Sin llegar a la altura de ésta, Rester vertical (mantenerse
vertical o mantenerse de pie) es un film que tiene un comienzo pero su
zigzagueante narrativa se aleja de academicismos y rígidos formulismos para
construir un relato libérrimo, caótico y de estructura radial en el que los personajes
entran y salen de la pantalla (sobre todo Leo) sin rumbo fijo víctimas de su
confuso estado mental y una profunda angustia existencial.
Una vez
más el sexo vertebra una historia que tiene como escenario la Francia rural, un
entorno por el que el director tiene debilidad; el sexo como un automatismo primario
pero también como un acto de entrega cercana a la compasión, objetivo al que
atiende una escena de sodomía que es lo más comentada de la cinta, y que
saltará a los titulares de la prensa local sobre la que Guiraudie lanza una
incendiaria denuncia. Leo no
encuentra ni el tiempo ni la inspiración ni las ganas de escribir ese guión que
los productores le reclaman, mucho menos cuando tiene su mente escindida entre
el cuidado del bebé y algunos asuntos que considera éticamente inaplazables. Sus
problemas no los va a solucionar una peculiar psicóloga en el único segmento
cómico de la función.
Rester vertical supera todos los
esquematismos sociales para configurar una fábula que tiene al lobo como
símbolo de una amenaza latente (un pueblo de corderos engendra un gobierno de
lobos), al que el hombre tiene que encarar manteniéndose de pie, sin miedo, con
dignidad. De ahí ese final con un mensaje político tan rotundo y expresivo como
heróico, tan hermoso como valiente, tan lírico como ilusionante.
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