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jueves, 12 de enero de 2017

LEONOR WATLING EN “LOS CRÍMENES DE OXFORD” (2008)


THE OXFORD MURDERS
(Álex de la Iglesia, 2008)


    Los crímenes de Oxford es una rara avis dentro de la filmografía del director bilbaíno Álex de la Iglesia que sigue a un joven norteamericano, Martin (Elijah Wood) que descubre el cuerpo sin vida de su casera, una mujer que en su juventud había formado parte del equipo que descifró el Código Enigma de la Segunda Guerra Mundial. Poco después, un profesor de matemáticas y lógica de la universidad, Arthur Sheldom (John Hurt) recibe una nota en la que se advierte que ese es el primero de una serie de asesinatos. El estudiante y el profesor deciden investigar el caso, utilizando códigos matemáticos para encontrar el patrón que sigue el asesino.


   Basada en la novela “Crímenes Imperceptibles” de Guillermo Martínez, Los crímenes de Oxford es un eficaz y enérgico film de suspense tan frío y elegantemente ejecutado que no parece estar dirigido por el director vasco. Un gran look visual, un ritmo que en ningún momento decae, unas correctas interpretaciones del todo el elenco y un prodigioso plano secuencia (lo mejor de la función junto a la belleza inmanente de Watling) ponen el sello de calidad a un ejercicio de estilo tan academicista como laberíntico.
                            
                            
    
     Pero a mí lo que más me intriga de la película es la espectacular Leonor Watling, que sólo aparece en la pantalla con la aviesa intención de matar a pajas al personal masculino. A todo ello contribuyen sus poderosos atributos, sus exuberantes tetas pringadas de espaguetis con tomate y vestida sólo con un delantal por donde se escapan sus cántaros y nos deja ver su culito dejando pocas cosas a la imaginación. Me intriga porque me resulta inverosímil su historia sentimental y sus revolcones con Elijah Wood, ese pequeño hobbit de ojos asustadizos. Su papel de loba no tiene otra misión que mantener la atención del espectador con el irresistible magnetismo que irradia su anatomía, con más curvas que un Scalextric. Así, la lógica de las leyes de la atracción se sitúan muy por encima de las del relato, y aunque las escenas de sexo están metidas con calzador, la pregunta que se impone es ¿a quién coño le importa? A mí la Watling siempre me ha interesado más como mujer que en sus otras facetas artísticas de actriz y cantante. Sí “alguien ha matado a alguien”, otro juego del Cluedo… pero observen las curvas… ¡Ay, madre mía! ¡La Watling! Cuando aparece ella en la pantalla no tengo ojos para nadie más.     


2 comentarios:

  1. Veo, Ricard, que también eres miembro del club de fans de la Watling. Te contaré que he comenzado a ver una serie titulada "Pulsaciones" -que tiene toda la pinta de ser un mondongo-, sólo por ella. Aún es pronto, de modo que esperaré para ver si la inaccesible musa nos regala alguna escenita que ponga verriondo al personal. De no ser así, abandonaré la fatigosa tarea en busca de horizontes más productivos.

    Un abrazo.

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