Salma Hayek (Coatzacoalcos, Veracruz, México, 2-09-1966) puede que no se sienta demasiado afectada por una reciente encuesta que sitúa sus enormes glándulas mamarias entre las más deseadas de Hollywood, al fin y al cabo nuestra deliciosa diva latina tuvo en su adolescencia una estricta educación católica en la Academia del Sagrado Corazón de Jesús de Louisiana. Fue allí donde le diagnosticaron dislexia, trastorno que no le impidió aprender varios idiomas.
Aunque comenzó estudios de Relaciones Internacionales, abandonó pronto la universidad para dedicarse a la actuación, dando sus primeros pasos artísticos para la pequeña pantalla en un género muy popular en su país, la telenovela, obteniendo unos impresionantes índices de audiencia con “Teresa”. No tarda en ampliar sus horizontes profesionales y se traslada a Los Ángeles para estudiar interpretación, consiguiendo pequeños papeles en films menores hasta que el director Tex-Mex Robert Rodríguez se cruza en su camino, reclamando sus servicios como partenaire de Antonio Banderas en “Desperado”, convirtiéndose a partir de entonces en actriz fetiche de este director que la elige como pareja del actor malagueño en “Four Rooms”, “Spy Kids” y la secuela de Desperado.
Nacida en el seno de una familia rica e hija de un político y empresario de origen libanés y de una cantante de ópera de descendencia española, Salma (palabra que en árabe quiere decir paz) está casada con el multimillonario francés François-Henri Pinault, con quien tiene una niña de 2 años, si bien anteriormente había mantenido una relación sentimental con el actor Edward Norton. En la actualidad es la imagen para el mundo de la marca de cosméticos Avon, y de la cuarentena de títulos que se han visto recompensados con su presencia física –pocas veces de su talento interpretativo- recuerdo su mínima aportación al excelente fresco sobre el tráfico de drogas “Traffic”, su retrato de la carismática pintora mexicana Frida Kahlo en “Frida”, papel por el que estuvo nominada al Oscar.
La hemos visto en el irregular thriller de Oliver Stone Salvajes (2012), en la comedia El marido de mi hermana (Tom Vaughan, 2014), en el fallido thriller Everly (Joe Lynch, 2014), en el thriller basado en hechos reales Septembers of Shiraz (Wayne Blair, 2015), en la fantástica El cuento de los cuentos (Matteo Garrone, 2015), pero la única actuación que ha quedado marcada como una muesca indeleble en mi memoria es su bizarra encarnación de la bailarina Satanico Pandemónium en el film de su mentor Robert Rodríguez “Abierto hasta el amanecer”: Espectacular y lasciva función al compás de una música lujuriosa, ejecutando, con una serpiente en los hombros, una especie de danza vudú sobre el escenario de “La Teta Enroscada”, un cutre y sórdido local fronterizo de striptease donde ella es la estrella, la perdición, la pasión y el fuego.
No sé qué clase de conjunción astral o telúrica se tuvo que dar para moldear tan voluptuoso equilibrio carnal en 1´56 m de estatura, pero me jode, Salma, no haber ocupado el lugar del baboso Tarantino, alias “Mandíbula Saliente”, para chuparte, mamarte con deleite los dedos de tus pies chorreando whisky desde la cascada sublime de tus piernas. Ahora, me avergüenzo, parezco un entomólogo escrutando con zoom y lupa tus fotos. Oh, Salma, tus tetas, tus tetas...
A mi también me gustan.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿A que sí? Pues tienes buen gusto. Salma nos enamora a todos con sus poderosos atributos, ella es la pasión, la verdadera derramapleceres, el deseo sin límites.
ResponderEliminarUn abrazo.