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martes, 26 de julio de 2016

“BRIDGEND” (Jeppe Ronde, 2015)


Bridgend êêê
     
   
    Bridgend es una idílica localidad del sur de Gales que con una población de cerca de 40.000 habitantes sufre desde 2007 una ola de suicidios absolutamente insufrible. Entre ese año y 2012 al menos 79 personas se quitaron la vida, la mayoría eran adolescentes de entre 13 y 17 años que se ahorcaron sin dejar ni una sola nota. Los suicidios continúan a fecha de hoy. Al parecer, algunos de esos jóvenes padecían de depresión y otros tenían malas relaciones con sus padres, pero, aparentemente, muchos de ellos no tenían ningún motivo para llevar a cabo tan drástica acción y sus vidas transcurrían con normalidad sin que nadie apreciase en ellos señales evidentes de una conducta que hiciera sospechar tan trágico final. Tal vez, algunos de ellos cayeran en el efecto imitación y buscaran sus minutos de gloria entre la comunidad  y la prensa. A día de hoy las causas son una fuente de especulaciones.

     
   El danés Jeppe Ronde se basa en este caso real para su primera película de ficción titulada igual que el nombre de ese pueblo que saltó al mapa internacional debido a tan dramáticos sucesos. Veamos: Sara (Hannah Murray) y su padre, Dave (Steven Waddington) acaban de instalarse en la localidad de Bridgend County procedentes de Bristol. El lugar es apacible y su paisaje hermoso, de no ser porque está siendo asolado por una epidemia de suicidios de adolescentes para los que nadie encuentra una explicación lógica. Como nuevo miembro de la policía local, Dave está decidido a parar esta situación. Pero mientras, su hija empieza a relacionarse con los jóvenes de su edad involucrados peligrosamente en un mundo secreto, al margen de los adultos, un mundo fascinante y oscuro que puede conducirla al límite de su resistencia y su cordura.


    Bridgend se inicia con la llegada de Dave al pueblo que será su nuevo destino como policía local acompañado de su hija Sara tras la muerte de su esposa. Traen consigo el caballo de Sara y los dos parecen mantener una relación muy estrecha. Adivinamos pronto que esa relación se irá deteriorando cuando al poco de su llegada Sara traba amistad con una pandilla de jóvenes del pueblo que pasan su tiempo libre –que es casi todo el día en el film- bebiendo alcohol y rindiendo homenajes a los amigos que se han suicidado en un ritual que consiste en bañarse desnudos en un lago y aullar sus nombres al viento como si fueran una manada de lobos.


      Jeppe Ronde dota de intensidad dramática las acciones de los adolescentes creando una atmósfera densa, impenetrable y enigmática con tintes esotéricos. Sara (magnífica interpretación de Hannah Murray) nos sirve de guía para sumergirnos en la pulsión y la angustia existencial de los adolescentes de la comunidad y la enorme muralla generacional que les separa de sus padres y demás adultos, algo que acabará sufriendo ella aunque no parece suficiente razón para explicar tan tremendo y luctuoso desenlace.

      
    Si Ronde pone el acento en la carencia de emociones en el núcleo de las relaciones familiares, la cercanía de la vida en el pueblo no parece estrechar los lazos para hacer más firme esa comunión, por el contrario, se hace más evidente la gélida distancia y la incapacidad para amar de los adultos, provocando que los jóvenes jueguen con la muerte para sentirse alguien. El director danés capta hábilmente el ímpetu de la sangre juvenil, sus ansias de rebeldía y su desorientación en un ambiente opresivo y un paisaje boscoso ideado para el culto y la melancolía. Una eterna niebla cubre las colinas y acaricia el lago en unas visiones oníricas que nos acercan al ancestral paganismo celta de Gales. Ronde imagina Bridgend como un espacio mágico y sensorial, una dimensión sobrenatural en donde los adolescentes se purifican y viajan con la determinación de un loco hacia el suicidio sin despedirse de nadie. La palidez de sus cuerpos flotando en el lago rodeado de fuego nos muestra la lírica maldita de un infierno que tiene más de ritual y fantasía mitológica que de refugio para la deprimente realidad. Un film extraño y en cierto modo fascinante.

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