El director francés Frédéric Schoendoerffer no puede presumir de una filmografía
excelente, su película más conocida en nuestro país es Agentes Secretos
(2004) un irregular thriller protagonizado por Vincent Cassel y Monica Bellucci
sobre unos agentes elegidos para llevar a cabo una misión de sabotaje en
Marruecos. Le Convoi sigue a siete hombres que, repartidos en cuatro
coches, escoltan un alijo de 1.400 kilos de cannabis desde Málaga hasta Creil,
en las afueras de París. Pero para Alex
(Benoît Maginel), Yacine (Amir El
Kacem), Majid (Foëd Amara) y el
resto, lo que debería haber sido una misión ordinaria se convertirá en fatal. Por
el camino secuestrarán a Nadia (Rem Kherici) una joven turista francesa que
viaja hacia Marruecos. A lo largo de casi dos horas, nos sumergiremos en la
tensión y el tráfico de drogas y los hombres que la llevan a cabo.
Con reminiscencias a la irregular Go
Fast (Olivier Van Hoofstadt, 2008), esta nueva apuesta del director galo en formato de road movie resulta sorprendente por lo poco que se ha esmerado el guionista en los
diálogos, que generalmente carecen de interés y que en demasiados momentos
resultan ridículos. Y eso qué, todo el trayecto desde España hasta Francia está
salpicado por una intrascendente verborrea y escasos momentos de tensión
derivados de los controles que la Guardia Civil tiene montados a lo largo de la red de autopistas españolas.
Así, vamos conociendo las inquietudes y
los distintos puntos de vista de los ocupantes de los automóviles que forman el
convoy, y cómo la paranoia, derivada de una tensión que va in crescendo, se va
apoderando de alguno de ellos. Schoendoerffer, que se postula como amante y
especialista en cine policíaco polar, centra su interés en la resistencia
psicológica de los miembros de la caravana, siempre dispuestos para hacer frente a
cualquier incidente y al borde de un ataque de nervios. Salvo Alex, un
taciturno y contenido Benoît Maginel que impone su carisma y presencia viajando
solo en su vehículo.
Con una iluminación que juega con el
amarillo quemado del día y el tono azulado de la noche, en la acción no parece tener mucha
importancia el personaje al que da vida Reem Kherici, absolutamente innecesario
y que no aporta nada a la trama más allá de poder contar con una presencia
femenina y que protagoniza algunas escenas prescindibles como esa en que obliga
a Alex a hacer una parada con la excusa de evacuar su vejiga, aunque luego se
le quiere dar más protagonismo en una secuencia que tiene lugar en túnel. Salvo
esta escena y el tiroteo con la Guardia Civil de Tráfico, el itinerario
transcurre sin demasiados sobresaltos.
Desde los vehículos y través de los
teléfonos móviles (varios por cada vehículo) los líderes al cargo de la misión calman la crisis nerviosa de
algunos integrantes del convoy y controlan la ruta, con la ayuda también de los GPS
por si, como consecuencia de alguna incidencia tienen que atravesar paisajes que desconocen.
1.800 km que deben completar en 12 horas con 1.400 kilos de resina de cannabis
a bordo y siete kilos de coca no previstos. Una mercancía valiosa y peligrosa,
sobre todo por lo que les espera a la vuelta si algo sale mal. Con el lastre de la poca acción y unos
pobres diálogos, Schoendoerffer lo fía todos a la traca final, un brutal
enfrentamiento con armas de fuego rodado con mucha energía y realismo, pero
para entonces nos hemos desentendido ya de la trama y el destino final de sus personajes. (êê).
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