Con los uniformes impolutos y las manos manchadas de
sangre
ESPÍAS DESDE EL CIELO êêê
Director: Gavin Hood.
Intérpretes: Helen
Mirren, Aaron Paul, Alan Rickman, Iain Glen, Barkhad Abdi, Phoebe Fox, Carl
Beukes.
Género: Thriller
/ EE. UU. / 2015 Duración: 102 minutos.
El director sudafricano Gavin Hood comenzó su carrera escribiendo, protagonizando y
dirigiendo el drama Luchar por sobrevivir (1999), sobre un abogado que se interesa
por el caso de un joven acusado del asesinato de un bebé en una zona rural
zulú. No presté demasiada atención a su cine hasta el estreno de Expediente
Anwar (2007) correcto film protagonizado por Reese Witherspoon y Jake
Gyllenhaal que narra la terrible epopeya que inicia una mujer cuando su marido,
un ingeniero egipcio, es detenido, acusado de terrorismo e interrogado con
métodos poco ortodoxos por la CIA. En 2009, Hood se hizo cargo del blockbuster X-Men
orígenes: Lobezno, precuela mínimamente aceptable de X-Men
que narra la forma en que Lobezno se convirtió en mutante. Su última película
estrenada fue El juego de Ender (2013), una adaptación de la novela de Orson
Scott Card que no convenció por su excesiva verborrea y escasa acción.
Espías
desde el cielo cuenta la historia de la coronel Katherine Powell (Helen Mirren), una oficial de la inteligencia
militar británica que lidera una operación secreta para capturar a un grupo de
terroristas en Nairobi (Kenia). Cuando se da cuenta de que los terroristas
preparan una acción suicida inminente, ella debe cambiar sus planes de “capturar”
por “matar”. El piloto estadounidense de drones Steve Watts (Aaron Paul) recibe la orden de destruir el refugio
donde se hallan los terroristas, pero una niña de nueve años ingresa en la
zona para vender pan, por lo que podría
ser una víctima mortal de los daños colaterales.
La función se
abre con la frase de Esquilo “La primera
víctima de la guerra es la verdad”, que ya utilizara Brian de Palma en su
magistral Corazones de hierro (1989), por lo que se impone aclarar que
las muertes de civiles inocentes lo son siempre como consecuencia de una gran
mentira y un cúmulo de intereses bastardos, pero siempre habrá una
justificación para ello. Fíjense que todavía encontramos a muchas personas sin
escrúpulos capaces de justificar las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Espías desde el cielo tiene como
objetivo plantear a los espectadores ese dilema, que reflexionen y, si es
posible, que se posicionen. Porque el tema ya lo conocemos: altos mandatarios
de las naciones más potentes y belicistas reunidos con sus mandos militares,
asesores y políticos, todos impacientes y fascinados siguiendo desde algún
monitor una operación militar en algún lugar lejano del planeta.
Lo que Gavin Hood nos muestra ahora es toda la secuencia desde el centro de mando y
control, el consejo de los juristas, el trabajo de los espías sobre el terreno,
los aliados militares extranjeros y los técnicos militares que, como en un
videojuego, aprietan el botón para hacer saltar en mil pedazos el refugio
terrorista con un misil o un dron que, lanzado con cálculos alterados, barrerá
la vida de seres inocentes. Desde su fe cristiana, Hood utiliza como excusa la
guerra por control remoto para poner énfasis en el conflicto moral entre el mal
menor y el mal mayor, y lo hace marcando las pautas de la creciente tensión en
una cadena de decisiones que no dejará ninguna conciencia intacta.
Con un reparto
de actores en estado de gracia, entre los que sobresalen el fallecido Alan
Rickman, Helen Mirren y Aaron Paul, Espías desde el cielo, aunque más
dinámica y emocionante, juega en la misma liga que Leones por corderos
(Robert Redford, 2007), lanzando una visión demoledora de la política de la
guerra y el debate ético. Combatiendo con drones uno puede acabar con el
uniforme impoluto, pero las manos estarán igualmente manchadas de sangre. Hablamos
de una forma más aséptica y moderna de combatir y matar, pero la
responsabilidad de las masacres sigue recayendo sobre las personas. El director
juega bien sus cartas a pesar de que la premisa es algo tramposa y el in
crescendo del suspense busca el nudo sentimental, las lágrimas, intentando
captar la inmensa soledad e inconsolable aflicción del soldado que recibe
órdenes, y que tal vez un día no muy lejano termine odiando un trabajo que no
acaba de entender.
Los militares, los políticos, los asesores
y los pilotos deben hacer frente a una situación límite cuyas dudas oscilan
entre perder de la batalla política o salir indemnes de la guerra
propagandística, y la pelota se la van pasando por la cadena de mandos en donde
todos quieren escurrir el bulto menos el decidido militar al que da vida Alan
Rickman, y la durísima coronel británica encarnada por Helen Mirren, empero
todos quedarán salpicados por una decisión brutal y una batalla aún más feroz
que librarán en el juicio de la conciencia
los remordimientos, la condena íntima, la culpa y la inútil súplica del perdón.
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