Los ojos de la virgen
TORO êêê
DIRECTOR: KIKE
MAÍLLO.
INTÉRPRETES:
MARIO CASAS, LUIS TOSAR, JOSÉ SACRISTÁN, CLAUDIA CANAL, INGRID GARCÍA JOHNSON,
JOSÉ MANUEL POGA
GÉNERO: THRILLER
/ ESPAÑA / 2016 DURACIÓN: 100 MINUTOS.
Segunda película
de Kike Maillo tras la aseada Eva
(2011) uno de los pocos y más aceptables ejemplos de ciencia ficción española. Toro
es un thriller de acción con un guión de Rafael Cobos (Grupo 7) y Fernando
Navarro (Anacleto, agente secreto) en donde Mario Casas y Luis Tosar,
protagonistas absolutos de la cinta, se ven acompañados por José Sacristán,
Ingrid García Johnson, José Manuel Poga y la niña Claudia Canal. Distribuida
por Universal Pictures y producida por Apaches Entertainment, Atresmedia Cine,
Escándalo Films y ZircoZine.
Si el pasado te
persigue, de nada vale que trates de huir de él. Un trágico suceso provoca que Toro (Mario Casas) vaya a la cárcel.
Allí pasará aislado cinco años de su vida. Pero, a pesar de su rebeldía, Toro
intenta dejar atrás su oscuro pasado, ya que es la única manera de reinsertarse
tratando, además, de no meterse en líos y tener una vida normal con su novia Estrella (Ingrid García Johnson). No
obstante, con su familia las cosas se complican, y Toro se ve envuelto en una
serie de sucesos provocados por viejas heridas sin cicatrizar. Al salir de la
cárcel, Toro se encuentra con su desastroso hermano, López (Luis Tosar) que le meterá en un lío gordo. Y es que, López
ha robado a un peligroso perista, Rafael
Romano (José Sacristán) y ahora huye junto a Diana (Claudia Canal) su pequeña hija. Es entonces cuando los tres
se ven inmersos en un peligroso viaje,
durante 48 horas frenéticas, por una Andalucía violenta, mítica y salvaje. Un
viaje en el que los dos hermanos se verán obligados a reconciliarse para salvar
sus días.
Con clara
influencia del cine norteamericano de los 70 y los cercanos ecos referenciales
de Drive
(Nicolas Winding Refn, 2011), Toro está lejos de ser una película
redonda, pero Maíllo arriesga construyendo un thriller atípico dentro de la
cinematografía patria para dibujar a un héroe prototípico trasplantado a la
región más luminosa, peculiar y agreste del sur de Europa: Andalucía,
territorio místico y mitológico fotografiado para que luzcan con insultante desfase
las huellas de un desarrollismo descontrolado y hortera que acabó convirtiendo sus
hermosas playas en un laberinto impersonal de ladrillo y cemento. Por ella se
mueve Toro/Mario Casas, un delincuente en busca de redención a quien la cámara
quiere y cada día que pasa es mejor actor a pesar de que progresa poco en su
torpe dicción, pero si hay algo que se ajusta a su personalidad explosiva es un
relato en donde tenga que demostrar su fuerte temperamento y sus dotes para la
acción. Como en este thriller en donde las circunstancias le harán caer en una
espiral de violencia cuando su deseo es llevar una vida anodina y tranquila
junto a su novia, una Ingrid García Johnson con un papel poco sustancial. Pronto
comprobará lo difícil que es dejar atrás su pasado delictivo como lugarteniente
del jefe mafioso Romano, su mentor, un enorme José Sacristán que representa el
horror sin el más mínimo pestañeo, y cuya codicia sólo es superada por su sed
de sangre y venganza.
Con una intro que fusiona el opening de True Detective y los title sequence de la
saga James Bond, en Toro flojea el
guión de una historia cosida por mil hilvanes narrativos, visuales y escénicos,
con un Maíllo intentando atrapar las esencias neo-retro de films magistrales
como el citado Drive, e incluso de la indonesia
The Raid en el clímax final, pero que
no encuentra el tono emocional y le falta valentía para hacer creíbles algunas
situaciones y personajes perfilados de manera apresurada, y que en ocasiones
resultan más artificiosos que las patillas postizas de Mario Casas. Aun así, el
artefacto funciona aceptablemente a pesar de la sensación déjà vu y el final
previsible.
Y es que Kike
Maíllo logra imprimir ritmo a un relato recargado de simbología católica (siempre
teñida de sangre) al que le falta personalidad, consistencia para ir un poco
más allá en secuencias que o bien resultan inverosímiles o carecen de fuerza. Si
bien Luis Tosar (a quien también le agradeceríamos que vocalizase mejor) cumple
con su rol de hermano pardillo de Toro para quien es un auténtico dolor de
muelas, y cuyos oscuros trapicheos acabarán condenando los sueños del delincuente
en vías de reinserción, la dirección está necesitada de una dinámica más
potente e imaginativa, de una mayor frescura para que en determinados momentos
los personajes sean conscientes de dónde está el límite de lo caricaturesco. Con
una banda sonora atractiva que incluye canciones de India Martínez y Bambino y
una espectacular iluminación, Toro, que acaba derivando en
una frenética road movie con secuencias de persecuciones bien rodadas, guarda un tesoro dentro de su infernal itinerario: la niña de ojos grandes
Claudia Canal dando oxígeno a la hija de López/Luis Tosar, un personaje en el que
no es preciso profundizar porque todo en ella es transparente a través de sus
bellos y dulces gestos y su serena mirada.
Puede que Toro sea una apuesta demasiado convencional en su género, puede,
incluso que todo esté milimétricamente calculado para que así resulte, que como
todo (anti)héroe existencialista, al desdichado protagonista sólo le quede el
refugio del sueño y el amor entre el vacío y la nada, pero entre los ritos
extravagantes de la Semana Santa y el filo de una navaja se encuentra nuestro
destino, la desgracia de un país de malos hermanos. Y puede que la sangre
derramada y las ansias de venganza ciega, seca y bestial (los ojos de la
virgen) sean los signos identitarios más reconocibles de un país en donde la avaricia es la gangrena que pudre los sentimientos... y entre rezos y puñaladas vamos forjando nuestro futuro.
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