Lección moral que hará sonrojar a muchos periodistas
SPOTLIGHT êêê
(Thomas McCarthy,
2015)
Este
cronista sabía que si pensaba con la cabeza el Oscar a la mejor película podían
rifárselo entre El renacido y Spotlight, porque si pensaba con el
corazón deseaba que la preciada estatuilla se convirtiera en el mejor regalo
para Mad
Max: furia en la carretera, que considero la mejor película estrenada
el pasado año y que finalmente se ha alzado con un puñado de Oscars de esos que
llaman técnicos. Al parecer, que finalmente haya sido el film firmado por Thomas McCarthy el que se haya llevado
el pato al agua ha resultado una
sorpresa para mucha gente, pero no para mí, que la considero bastante mejor
película que la epopeya de supervivencia dirigida por Iñárritu. He de confesar
que sigo la carrera de McCarthy desde que vi aquella maravillosa rareza
titulada Vías cruzadas (2003) un ejemplo de cine indie de calidad. Volvió a dar la campanada (a nivel crítico,
claro, porque el público de multisalas últimamente sólo parece interesado en las payasadas) con The
visitor (2007) un drama sobre la inmigración con un espléndido Richard
Jenkins.
Spotlight
está a la altura de las citadas, pero en esta ocasión McCarthy ha tenido la
posibilidad de reunir a un grupo de estrellas, obtener mayor difusión y tocar un tema espinoso muy sensible para el
gran público. Basada en hechos reales con un guión original del propio director
y Josh Singer, la película nos presenta a un grupo de periodistas expertos en
realizar reportajes en profundidad que conforman la sección “Spotlight” del
periódico Boston Globe. Ante la llegada de un nuevo director, urge encontrar un caso
y el diario pone a sus mejores hombres al frente. Es el año 2002, y el
periódico aún funciona a la vieja usanza (sin la contaminación de las redes
sociales) y lo que comienza como un pequeño artículo sobre varios curas
acusados por sus víctimas de haber abusado de ellas durante su infancia, se
convierte en una minuciosa investigación por parte de este equipo de
periodistas. En su azaroso camino hacia la verdad, el grupo de reporteros
encontrará un sendero plagado de obstáculos.
En la senda de películas míticas como Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) McCarthy realiza un espléndido y sobrio trabajo notarial sobre el sentido y la ética del periodismo serio en unos tiempos en donde la desidia y banalización de la profesión como consecuencia de las redes sociales y la sensación de que las toneladas de gilipolleces y basura vertidas en Twitter, Facebook y YouTube lo contagian todo. Y es que allá donde la sombra silente de la corrupción se desliza por las instituciones, debe existir un grupo de periodistas valientes que asuman el riesgo de investigar contra viento y marea para que la luz de la verdad brille de manera rigurosa, bien sea por algún soplo, denuncia o acreditados indicios. Así fue como Nixon fue obligado a dimitir saciando a su pueblo de vergüenza. Estamos, amigo lector, ante una lección magistral en sus más altas cotas morales de autenticidad, sin amarillismo, una guía perfecta sobre los métodos inquebrantables del periodista de raza y sus obligaciones, dentro de un relato que marca las pautas del proceso de investigación (entrevistas, contraste de información, verificaciones, consultas…) sin dejar ningún cabo suelto. Con un competente reparto en el que destacan Mark Ruffalo, Michael Keaton, Stanley Tucci y Rachel McAdams, Spotlight se aleja del morbo fácil para levantar acta sobre la corrupción de un sistema que prefirió proteger a los curas acusados de pederastia en la errática presunción de que eso era lo mejor para la sociedad. Pero serán las víctimas agredidas, humilladas y con sus vidas truncadas quienes les hagan ver que por su profunda y perpetua herida sangra la fe de Cristo que sirve de espejo a sus debilidades como rebaño.
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