DOBLE CUERPO (Body Double,
Brian De Palma, 1984)
Señalaba en un comentario reciente al
amigo Ricard, del blog Clàssics de Cinema, que en la novela de Bret Easton
Ellis “American Psycho”, el
protagonista de la misma, Patrick Bateman, tiene entre sus películas favoritas Doble
cuerpo (Brian De Palma, 1984). La elección de este detalle por parte
del representante máximo de la llamada Generación X no es baladí, ya que la
acción del texto transcurre en los años 80 y el film de Brian De Palma además
de contar con una fabulosa legión de seguidores en aquella época, contenía los
suficientes elementos estéticos y morbosos como para captar la atención de Bateman, un asesino yuppie sádico y amante
del lujo.
De Palma tenía
ya una larga carrera como cineasta (debutó en el año 1968 con la prácticamente
inédita Murder á la Mod) y pasará a la historia como el verdadero
descubridor de Robert De Niro. Por aquel entonces ya se le había asignado la
coletilla de imitador de Hitchcock por películas en las que la temática
voyeurista y la influencia del mago del suspense resulta sustancial como es el
caso de Fascinación, Vestida para matar o Impacto.
Como un plagio nada soterrado de La ventana indiscreta puede ser
entendida esta Body Double, un film que narra cómo Jake Scully (Craig Wasson)
un actor de películas de terror de serie B, descubre a su mujer con su amante.
Tras abandonarla se instala en un lujoso apartamento con preciosas vistas que
le ha dejado un tipo al que acaba de conocer en una audición. Desde allí, a
través de un potente telescopio, ve como cada noche una mujer desconocida monta
un pequeño y morboso espectáculo.
He de reconocer que me gusta mucho
esta gran broma pergeñada por el maestro De Palma, y es que yo soy de la teoría
apuntada por Michael Powell en El
fotógrafo del pánico (1960)
de que todo cinéfilo es un voyeur irreductible. Doble cuerpo además de ser un
ejercicio metacinematográfico (el cine dentro del cine) y desarrollar todos los
constantes que hicieron del director italoamericano un virtuoso de la cámara
con un estilo personalísimo basado en parcos diálogos y bellísimos y dilatados
planos secuencia, es también un artefacto muy entretenido que logra su objetivo
de mantener el interés por la intriga del espectador y conseguir despistarlo.
Como está muy trillada la máxima de que De Palma es un simple plagiador de Hitchcock (me gustaría escuchar lo mismo y con tanta insistencia de Tarantino) yo he preferido siempre inclinarme por considerarlo un fan rendido del realizador británico al que ha dedicado entusiastas homenajes que en algunos obras se hacen muy reconocibles, como el film que nos ocupa y La ventana indiscreta (1954) e incluso Vértigo (1958): la primera queda claramente asociada por el voyeurismo representado por ese vicioso mirón al que da vida el mediocre Craig Wasson, que no se pierde ni uno solo de los mórbidos espectáculos que monta su vecinita hasta que es testigo ocular de su asesinato; de la segunda extrae ese beso giratorio entre Jake y Gloria junto al subterráneo de la playa, en una excesiva y finalmente grotesca imitación del que protagonizaron James Stewart y Kim Novak en un travelling de 360º.
Pero De palma no
estaba para demasiadas sutilezas en aquella época. Una prueba de ello es ese
brusco corte en la función para meter con calzador el improvisado vídeo-clip
protagonizado por Frankie Goes To
Hollywood y su famoso y homoerótico tema “Relax”. Si el vértigo era el
talón de Aquiles en La ventana indiscreta,
aquí es la claustrofobia que sufre el protagonista lo que le impide llegar
hasta el final en su misión de perseguir al asesino de Gloria y convertirse en
uno más de esos héroes anónimos o por accidente. En cualquier caso, nada de
esto importa en este extraño y paranoico film rebosante de atractivas actrices
como Deborah Shelton, Barbara Crampton y Melanie Griffith en el papel más
agradecido de la función dando vida a una actriz porno que cae tarde en la
cuenta de que ha sido contratada como coartada para encubrir un asesinato. La
melosa melodía creada por Pino Donaggio pone el broche de oro a esas secuencias
tórridas en las que De Palma se recrea como uno más de los mirones pajilleros.
Joder ¡Qué nostalgia!
Es una de las películas más brillantes y divertidas de De Palma, que conviene revisar de vez en cuando. La escena en que sigue a la vecina hasta la casa de la playa o la del indio con la taladradora son ambas memorables. Flojea un poco al final pero se le perdona.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por cierto, gracias por la mención.
ResponderEliminarY no te olvides, Ricard, de esa secuencia en el centro comercial con Deborah Shelton probándose unas bragas de encaje mientras es observada de manera hipnótica por un babeante Graig Wasson que, posteriormente y fetichista él, se guarda tras haberlas arrojado ella a una papelera. En fin, son muchos los detalles; ver a Melanie Griffith delgadita antes de la cirujía moviendo su culito tatuado. El cine siempre conduce a la melancolía.
ResponderEliminarUn placer, gracias a ti por tus comentarios.