BRGITTE BARDOT Y MARILYN MONROE
Si uno tuviera que realizar un
ranking de las más legendarias bombas sexuales de la historia del cine, en un
lugar privilegiado de ese Olimpo estarían Brigitte
Bardot y Marilyn Monroe.
La francesa Brigitte Bardot nació en París en 1934,
y fue uno de los rostros (y cuerpos) más visibles y venerados del cine europeo
de la posguerra debido a su innata belleza y sensualidad, convirtiéndose pronto
en un símbolo sensual y de la moda. Debutó en el cine con un papelito en la
película Le trou normand (1952), y su matrimonio cinéfilo con el
director Roger Vadim fue el trampolín que la lanzaría definitivamente a la fama
con películas como Y Dios creó a la mujer (1956), aunque entonces ya había
realizado algunas películas con títulos tan sugerentes como La
chica del bikini (1952). Títulos como La pícara colegiala
(1956), El amor es un oficio (1958),
La
femme et le pantin (1959), ¿Quiere usted bailar conmigo?
(1959), Una vida privada (1962) o El desprecio (1963), lograron que
esta hermosísima actriz y cantante dotada de un erotismo salvaje forme parte
del imaginario colectivo de varias generaciones de cinéfilos impenitentes que
veían en ella el reflejo de la vecina de al lado, tan deseada y cercana como
inalcanzable. Conocida por las iniciales “BB”, la secuencia en la que en
presencia de Jean-Louis Trintingnant baila descalza sobre una mesa en Y Dios
creó a la mujer, sigue siendo considerada como una de las más eróticas
de la historia del cine.
Norman Jeane Baker Mortensen, más conocida artísticamente por el nombre de Marilyn Monroe nació en Los Ángeles el 1 de junio de 1926 y falleció en extrañas circunstancias el 5 de agosto de 1962. Considerada uno de los iconos imperecederos y populares del Séptimo Arte en el siglo XX, en cuya primera mitad reinó tanto en el cine como en el papel couche siendo objeto del deseo de millones de aficionados en el mundo. Casada en tres ocasiones, la primera de ellas para evitar ser internada en un orfanato, la segunda vez con el ídolo del beisbol Joe DiMaggio y la tercera con el dramaturgo Arthur Miller, mientras estaba trabajando en una fábrica de municiones, un fotógrafo la retrató en su puesto de trabajo y la instantánea aparecida en la revista Yank, the Army Weekly en 1944, lo le ofreció la oportunidad de ganarse la vida como modelo. Tras el divorcio de su primer marido, James Dougherty, se presentó a varios castings, y uno de los ejecutivos de Twenty Century Fox la contrató como extra. Él fue quien le propuso el pseudónimo que la haría eterna convirtiéndola en un icono pop.
Tras breves
papelitos en películas como Amor en conserva de los hermanos
Marx, interpretó a Ángela, la viuda de un abogado en el film noir La
jungla de Asfalto (John Huston, 1950), y en ese mismo año participó en
la película Eva al desnudo (Joseph L. Mankiewicz, 1950) junto a Bette
Davis. Su consagración definitiva le llega con el papel protagonista en Niágara
(Henry Hathaway, 1953), sustituyendo a Anne Bancroft por deseo expreso del
presidente de la Twenty Century Fox, Darryl F. Zanuck. Aunque su papel recibió
algunas críticas, fueron muchos más los que quedaron eclipsados con su indomable
y natural belleza.
Además de ser dos los mitos sexuales más recordados,
Brigitte Bardot y Marilyn Monroe tienen otra cosa en común: las dos aparecieron
posando en la más popular de las revistas masculinas, Playboy, y no es que
Marilyn posara expresamente para esta publicación, pero el listo Hugh Hefner
compró unas tórridas fotografías de 1949, cuando era prácticamente una desconocida,
y aprovechó el momento para explotar el creciente estrellato de la actriz. Películas
como Los
caballeros las prefieren rubias (Howard Haks, 1954) junto a Jane
Russell, Rio sin retorno (Otto Preminger, 1954), La tentación vive arriba
(Billy Wilder, 1955) Con faldas a lo loco (Billy Wilder,
1959) y Vidas rebeldes (John
Huston, 1961) han hecho de ella una figura inmortal, cuya enigmática muerte, oficialmente
por ingestión de una sobredosis de barbitúricos, continúa siendo discutida por
investigadores y exégetas. Pero, eso es otra historia.
Sin duda, dos prodigios de la naturaleza.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por eso, las he elegido, amigo Ricard. Cuando era pequeño y veía en los cines de Barcelona las reposiciones veraniegas de algunas de las películas que cito en este post de Brigitte Bardot, y la sensualidad inmarcesible de Marilyn Monroe incluso en algo tan cotidiano y aparentemente intrascendente como caminar, me ponía auténticamente verraco. Comprendí entonces, que si de algo iba a ser esclavo en esta vida, es del deseo -nada cautivo- por el cuerpo femenino.
ResponderEliminarUn abrazo.