Desde que dirigió la irregular Hostel
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(2007), Eli Roth se ha dedicado a
colaborar en proyectos de bajo presupuesto para sus amiguetes chilenos; Aftershock
(Nicolas López, 2012), film en el que además de colaborar en el guión es uno de
sus principales protagonistas; o dejar que su nombre figure en películas como The
Stranger (Guillermo Amoedo, 2014) otorgando así un impulso al producto.
También ha tenido tiempo de firmar un par de telefilms, Henlock Grove y South of Hell,
y un mediocre homenaje al clásico de culto Holocausto caníbal titulado Green
inferno (2013). Lo último que el director de Cabin Fever ha realizado
es este thriller que insiste en la variante de los secuestros domésticos y que
actualiza un viejo film explotation setentero titulado Death Game
que fue dirigido por Peter S. Traynor en 1977 y que es conocido en España por
el título Las sádicas.
La trama es sencilla: durante un
aguacero, dos jóvenes muy atractivas, Génesis
y Bel (Lorenza Izzo y Ana de Armas)
llaman a la puerta de un arquitecto y antiguo DJ, Evan Webber (Keanu
Reeves) que se encuentra sólo por motivos de trabajo mientras su familia pasa
fuera el fin de semana. Evan, accede a dejarlas pasar para que sequen su ropa
mientras les llama a un taxi. Sin embargo, las intenciones de las dos chicas
son otras y tratarán de seducirle complicando así su vida perfecta.
Como apuntaba antes, la premisa del film
surge del citado film setentero, pero está claro que lo que pretende Eli Roth es
hacer un guiño o rendir tributo de alguna manera a la magnífica Funny
Games de Haneke, pero con el atractivo añadido de presentar como
villanas a dos pibones que serán, finalmente, la excusa perfecta para ver la
película. Una osadía, por otra parte. La otra excusa es el nombre de Eli Roth,
que siempre se asocia a un cine terror y emociones fuertes. Aun así, será justo
reconocer que Toc toc (Knock knock) se ve con
facilidad a pesar de que es un film sin garra que resulta entretenido mientras
se ve pero que el único poso que deja es la visión de los esculturales cuerpos
de sus dos bellezones, la española y siempre carnal y morbosa Ana de Armas y la
chilena Lorenza Izzo (actual pareja sentimental y musa de Roth).
Y es que la película depara pocas
sorpresas, más allá de asistir al enésimo juego del gato y el ratón dentro del laberinto
del ámbito doméstico que siempre desarrolla recursos muy trillados y limitados,
sin saber explotar el aliciente sexual,
que queda muy difuminado por un tratamiento sutil y pusilánime.
Un thriller convencional en el que el director deja de lado el gore y la
casquería, y en donde Keanu Reeves sobrelleva de la mejor manera posible un
papel en el que apenas proyecta su carisma ni se siente motivado, dando la
impresión de que las torturas que le infringen las dos jóvenes psicópatas
resultan inofensivas y redundantes. Tras
el padecimiento, más bien inocuo del protagonista y su desazón porque nada de
lo ocurrido llegue al conocimiento de su mujer, Eli Roth nos depara un final
anticlimático fofo y acorde con el conjunto, un final que queda envuelto en una
moraleja sobre lo difícil que lo tenemos los hombres para resistirnos a según
qué tentaciones.
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