He visto pocas
películas más malas que incluyan un desfile tan exuberante de chicas buenorras.
Muck
(Mugre) es un zarrapastroso film escrito y dirigido por Steve Wolsh que nos presenta a un grupo de amigos que en mitad de
la noche están atrapados en un antiguo cementerio y son atacados por miembros
de una salvaje tribu de albinos que se mueven por un cercano pantano. Esos
seres extraños violan y matan a las mujeres con hachas, horcas y cualquier tipo
de herramienta rudimentaria, y los amigos, tras sufrir un sangriento ataque en
el pantano y encontrar refugio en una casa aparentemente deshabitada, estarán
obligados a pelear, morir o intentar regresar por donde vinieron.
La acción
transcurre durante la noche de San Patricio (aunque nos quedamos sin saber si
esto tiene alguna relación con la trama) y comienza con los chicos caminando
hacia una casa tras sufrir tras sufrir un ataque del que ha salido gravemente
herido uno de ellos. Tras los créditos
iniciales, que nos muestran a una chica caminando sin rumbo sucia y medio
desnuda a la que habían dado por muerta, todo se convierte en un desatino: no
sabemos a quién sirven y de dónde provienen los extraños seres; la acción, tan
horriblemente rodada que parece una broma, está fragmentada en una especie de
coitus interruptus inconexo en el que se intercalan escenas del presente y del
pasado inmediato, y los villanos se revelan tan torpes y patosos que uno de los
personajes acaba con todos ellos con una simple pala.
Un despropósito, una película mugrosa en la que el novel y voluntarioso director se muestra incapaz de ensamblar con rigor las piezas de un pobre argumento con una historia latente detrás que nos hemos perdido, a pesar de que luego nos la intenta contar con desastrosos resultados. El reparto es absolutamente mediocre, tan malos que parecen aficionados de un grupo de teatro de algún instituto, pero eso sí, cuenta con una decena de chicas monísimas en tanga, topless, cambiándose de ropa interior y tocándose. De entre ellas sobresale la tetona y potente Stephanie Danielson y la hermosa modelo erótica Jaclyn Swedberg (ver post en este mismo blog) y que son lo único salvable, junto al tema musical inicial a cargo de Ghost Bike, de este ladrillo, los dos únicos, frívolos y hedonistas pretextos que se me han ocurrido para realizar esta reseña. Al final, el héroe es un primo de uno de los miembros del grupo, que se encontraba lejos del lugar donde acontece la orgía de sangre y que acude en auxilio de su primo y que se acerca hasta allí acompañado por dos pibones para demostrar su valor y su pericia en el arte de la lucha. Durante todo el metraje, uno espera que del pantano surja alguna bestia lovecraftiana al estilo de Dagón, la secta del mar, pero sólo aparece otro albino forzudo que le dura al primo de zumosol un asalto y medio. Tal vez, el mayor bodrio del género en lo que va de año.
Bueno, al menos las chicas son guapas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro, y el tema musical de Ghost Bike una gozada. Sólo por esos dos elementos, nunca desdeñables, luce aquí este post. De todas formas, como aficionado al género amamantado por las ubres de Sitges y las 12 horas de terror de Molins de Rei, yo me trago cualquier inmundicia.
ResponderEliminarUn abrazo.