Páginas

miércoles, 18 de marzo de 2015

CRÍTICA: PURO VICIO (INHERENT VICE)

Premio al mayor truño del año
PURO VICIO ê
DIRECTOR: PAUL THOMAS ANDERSON.
INTÉRPRETES: JOAQUIN PHOENIX, JOSH BROLIN, KATHERINE WATERSTON, OWEN WILSON, REESE WINTHERSPOON, BENICIO DEL TORO.
GÉNERO: INTRIGA / EE. UU. / 2014  DURACIÓN: 148 MINUTOS.   
        

      
       He de reconocer que nunca me he sentido atraído por la literatura de Thomas Pynchon y recuerdo que me costó horrores terminar su obra más emblemática, El arco iris de la gravedad (1973). Un texto que se ve asaltado por un amplísimo elenco de personajes y que trata de forma farragosa materias como la química, las matemáticas y la religión, temáticas que, siendo sincero, me interesan muy poco. Desde luego no me quedaron ganas de leer más libros de este gurú de la postmodernidad y la contracultura. Pienso que cuando a un artista se le cuelga la etiqueta “de culto” es como si se le estuviera concediendo una licencia para epatar con cualquier bodrio. Es el caso del escritor y también de Paul Thomas Anderson, al que le reconozco dos películas magníficas (Boogie nights, Magnolia), otras dos solamente aceptables (Sidney, Pozos de ambición) pero también algunos pestiños que provocan vergüenza ajena, The Master, Embriagado de amor y el film que nos ocupa, Puro vicio, cinta que adapta la novela que Pynchon escribió en 2009.
     

     
       La función nos traslada a la soleada California de 1970. Doc Sportello (Joaquin Phoenix) es un peculiar detective privado de Los Ángeles. Después de mucho tiempo sin verse, su ex, Shasta (Katherine Waterston) una seductora femme fatale, solicita su ayuda para encontrar a su amante desaparecido, un magnate que pretendía devolverle a la sociedad todo lo que había expoliado. Sportello se ve sumergido así en una trama con muchas aristas.


      
      Como apuntaba, el calificativo “de culto” le hace a Thomas Anderson un flaco favor y le incita a atreverse con cualquier cosa, él sabe que una legión de rendidos y alucinados críticos rebozará su indigesto pestiño con el caviar de la excelencia. Puro vicio es una tomadura de pelo, una película enmarañada, confusa, rodada sin convicción y tan desordenada que se hace imposible saber de qué va el asunto; personajes apenas esbozados que entran y salen de la pantalla sin decir nada interesante y, lo que es peor, dando la impresión de estar más perdidos en la historia que los sufridos espectadores (en la sesión a la que este crítico asistió casi la mitad de los espectadores abandonaron la sala antes de que terminara la película).


      Uno se dispone a ver la película tras leer una sinopsis que le recuerda mucho, por la época y la trama, a espléndidos films inspirados en las novelas pulp de detectives como La noche se mueve (Arthur Penn, 1975) o Adiós Muñeca (Dick Richards, 1975) y lo que se encuentra es con una galería de personajes excéntricos, absurdos e histriónicos pululando por una historia laberíntica, dispersa y muy mal narrada que esconde un vacío absoluto. Su kilométrico metraje no tiene ningún sentido y lo único reseñable es la puesta en escena, la ambientación, la conseguida atmósfera de las playas hippies californianas de principio de los 70, y la visión siempre agradable de algunos cuerpos femeninos muy saludables; de ese totum revolutum que forman el detective fumeta con patillas a lo Curro Jiménez al que da vida Joaquin Phoenix, sectas a la búsqueda de percepciones extrasensoriales, policías surrealistas, diálogos que rozan la paranoia y  la anticlimática resolución del caso, mejor no hablamos. Puro vicio es un film vacuo, soporífero, un relato en el que Anderson desprecia a los personajes y la historia para poner énfasis en los escenarios y regodearse en su grimoso estilo, un pretencioso e insoportable ejercicio de estilo firmado por un director cuyo ego e ínfulas de artista único, por mucho que se empeñe su camarilla de abducidos críticos, acabará condenando al ostracismo. Si eres capaz, amigo lector, de llegar al final de esta inconexa y tediosa tontería, te mereces un premio. Todavía ando jodido por esas dos horas y media perdidas de mi valioso tiempo que jamás recuperaré.




5 comentarios:

  1. Yo tengo ganas de verla, aunque la tuya no es la única mala crítica que he leído. En cambio, Quim Monzó la califica de excelente en su columna de La Vanguardia.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, avisado estás. No leo a Quim Monzó desde que abandoné Barcelona, y aquí sólo llegan los periódicos deportivos catalanes que devoran los aficionados del Barça, entre los que no me encuentro pues yo soy del Atleti. Claro que los podía leer en formato digital, pero la cobardía de la prensa catalana me ha defraudado tantas veces (tendrías que ver el magnífico documental "Ciutat morta" y su papel ignominioso en el Caso Patricia Heras o 4-F). También fue elegida entre las 10 mejores películas del año para el National Board of Review junto a joyas, y esto es lo más insultante, como "Nightcrawler". En fin, una película plomiza, un truño importante. Cuando la veas, comentaremos, seguro que me identifico más con tu opinión que con la de Monzó, con quien nunca he empatizado. El crítico catalán actual que más me gusta es Ángel Sala.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Vaya, pues yo tengo ganas de verla. Aunque sí estoy de acuerdo con que a Pynchon todo el mundo lo nombra, pero nadie lo lee. Es lo que tiene haberse convertido en un icono pop. Así y todo, en el asunto este de la novela posmoderna americana hay gente en condiciones (DeLillo, Coover, Foster Wallace) y pelmas de impresión ( Gaddis, otro que tal baila, me parece un bluffazo mayor que Pynchon).

    Pues fíjate que a mí "Pozos de ambición" me pareció una gran película.

    En cuanto a Ángel Sala, me gusta su faceta más gamberra (cuando reivindica cosas como "Teeth", por ejemplo), pero al final me da la sensación de que le gusta todo.

    Algún día terminaré "Contraluz"...

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Yo también las tenía, amigo José, sobre todo cuando leí una breve sinopsis de la trama, que me recordaba a las novelas pulp y las películas que cito. Pero todo es un contrasentido, una paja mental de artista "de culto", un epíteto que desde hace tiempo me viene resultando muy grimoso, y creía que sólo podía encajar en películas como "Los asesinos de la luna de miel" y directores como Leonard Kastle, pero que hoy se utiliza para cualquier tontería como la que nos ocupa.

    Me gustó mucho "La broma infinita" del malogrado Wallace, y por supuesto "Ruido de fondo", Submundo", "Libra" y "Cosmópolis" de DeLillo, no he leído nada de Coover, pero te aseguro que jamás volveré a atreverme a leer nada más de Thomas Pynchon, ni siquiera esa novela que citas y que publicó si mal no recuerdo a mediados de la década pasada.

    De "Pozos de ambición" me gusta mucho su primer tramo, sin embargo en el segundo Anderson desbarra desequilibrando una trama hasta entonces muy bien hilvanada. Daniel Day Lewis es, además, de un gran actor, un tipo muy dado a los excesos si no se le pone coto, y en ese segundo tramo la contención se la pasó por el forro de sus caprichos con el aplauso del director. Con un segundo visionado, el histrionismo chirría como las uñas de Maléfica sobre una pizarra.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Se me olvidaba, Ángel Sala es, junto a Jordi Costa (me gusta mucho su "Mondo Bulldog"), y Jesús Palacios, uno de los escritores más eruditos sobre la temática del fantaterror, el scifiworld y el mondo macabro, está claro que si está para mí un escalón por encima de ellos es porque su estilo y prosa dejan un mí más poso.

    Estaremos en contacto.

    ResponderEliminar