Páginas

martes, 16 de diciembre de 2014

NANCY ALLEN EN “VESTIDA PARA MATAR”

     
    Hay un puñado de películas de Brian De Palma que sin duda me gustan mucho y que he visto montones de veces, aunque mi favorita es El precio del poder (1983), pero no es menos cierto que hubo una época en que los éxitos taquilleros de este director hechizado por Hitchcock hasta el delirio, fueron una constante muy sugerente en las carteleras. Es el caso de Vestida para matar (1980), que se impone como un guiño exacerbado al clásico del maestro del suspense Psicosis, una historia que nos presenta a Kate Miller (Angie Dickinson todavía muy potable), una mujer con problemas que acude a la consulta del psiquiatra Robert Elliott (Michael Caine) para recibir consejo profesional, y que más tarde tendrá un fortuita y emocionante encuentro en un taxi con un desconocido, con quien ya había coincidido en otro lugar.


      Ni mucho menos estamos ante un film excepcional, sí ante un thriller resultón que incluso permite a Brian De Palma autoplagiarse. Muy dado a los toques sensuales y con gran pericia para las escenas de persecuciones a las que siempre ha sabido dotar de una tensión especial gracias a su habilidad para el montaje (escena del ascensor), así como un planteamiento visceral de la violencia y una gran creación de atmósferas. Lo mejor del film son sus primeros cuarenta minutos de metraje, en donde logra una intriga y un ritmo espectacular sin apenas conceder tregua al espectador (escena del museo). No diremos que el guión es una obra compleja de arquitectura narrativa porque el espectador más avispado intuye pronto la identidad del asesino, pero está claro que el pulso del director, penalizado tantas veces por sus ecos referenciales, es suficiente para firmar un giallo elegante y con estilo.



       Además de Angie Dickinson que con cincuenta años nos regala nada más comenzar el film un glorioso desnudo integral y nos pone verracos con sus ansias de follar, en el film también aparece una Nancy Allen con treinta años y, por aquel entonces, esposa del director, al que conoció durante el rodaje de Carrie (1976) cuando Allen era una de las muchas jóvenes que se presentaron al casting del film y quedó prendado a De Palma con su belleza. Con él acabaría rodando cuatro películas pero el estrés del realizador durante el rodaje de Scarface influyó de manera negativa en su matrimonio con la que fue una de las reinas del grito. Nacida en Nueva York en 1950, Nancy tuvo su época dorada en los años 80 en donde rodó películas como Robocop Impacto o Extraños Invasores. Se casó con De Palma en 1979 y se divorció en 1984. Yo siempre la recordaré como una de mis musas sagradas de aquel delicioso tiempo, y he visto a pocas mujeres en el cine desfilar con tanta elegancia, sensualidad y estilo en lencería fina. Para ella este homenaje de uno de sus más rendidos onanistas.

2 comentarios:

  1. Estamos de acuerdo en que lo mejor de "Vestida para matar" son sus primeros cuarenta minutos, toda una lección de cine, y que Nancy Allen salía guapísima. Pero, después, creo que tuvo serios problemas de sobrepeso. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. En realidad, amigo Ricard, Nancy Allen lo que tuvo después fueron problemas con la edad, con la fuerza de gravedad... y aún así, en algunos papelitos de los 90 me seguía poniendo muy verriondo. Es lo que pasa cuando uno es un mitómano que creció cuando los mitos todavía eran fácilmente identificables y representaban algo. Ay, aquellos tiempos en los que un cine era un templo.

    Un abrazo, tendremos tiempo de felicitarnos las fiestas.

    ResponderEliminar