Hay un puñado de películas de Brian De Palma que sin duda me gustan mucho y que he visto montones
de veces, aunque mi favorita es El precio del poder (1983), pero no
es menos cierto que hubo una época en que los éxitos taquilleros de este
director hechizado por Hitchcock
hasta el delirio, fueron una constante muy sugerente en las carteleras. Es el
caso de Vestida para matar (1980), que se impone como un guiño exacerbado al
clásico del maestro del suspense Psicosis, una historia que nos presenta a Kate Miller (Angie Dickinson todavía
muy potable), una mujer con problemas que acude a la consulta del psiquiatra Robert Elliott (Michael Caine) para recibir
consejo profesional, y que más tarde tendrá un fortuita y emocionante encuentro
en un taxi con un desconocido, con quien ya había coincidido en otro lugar.
Ni mucho menos
estamos ante un film excepcional, sí ante un thriller resultón que incluso
permite a Brian De Palma autoplagiarse. Muy dado a los toques sensuales y con
gran pericia para las escenas de persecuciones a las que siempre ha sabido
dotar de una tensión especial gracias a su habilidad para el montaje (escena
del ascensor), así como un planteamiento visceral de la violencia y una gran
creación de atmósferas. Lo mejor del film son sus primeros cuarenta minutos de
metraje, en donde logra una intriga y un ritmo espectacular sin apenas conceder
tregua al espectador (escena del museo). No diremos que el guión es una obra
compleja de arquitectura narrativa porque el espectador más avispado intuye pronto
la identidad del asesino, pero está claro que el pulso del director, penalizado
tantas veces por sus ecos referenciales, es suficiente para firmar un giallo
elegante y con estilo.
Además de Angie Dickinson que con cincuenta años
nos regala nada más comenzar el film un glorioso desnudo integral y nos pone
verracos con sus ansias de follar, en el film también aparece una Nancy Allen con treinta años y, por aquel
entonces, esposa del director, al que conoció durante el rodaje de Carrie
(1976) cuando Allen era una de las muchas jóvenes que se presentaron al casting
del film y quedó prendado a De Palma con su belleza. Con él acabaría rodando
cuatro películas pero el estrés del realizador durante el rodaje de Scarface influyó de manera negativa en
su matrimonio con la que fue una de las reinas del grito. Nacida en Nueva York en 1950, Nancy tuvo su época dorada en los
años 80 en donde rodó películas como Robocop Impacto o Extraños
Invasores. Se casó con De Palma en 1979 y se divorció en 1984. Yo siempre
la recordaré como una de mis musas sagradas de aquel delicioso tiempo, y he
visto a pocas mujeres en el cine desfilar con tanta elegancia, sensualidad y
estilo en lencería fina. Para ella este homenaje de uno de sus más rendidos
onanistas.
Estamos de acuerdo en que lo mejor de "Vestida para matar" son sus primeros cuarenta minutos, toda una lección de cine, y que Nancy Allen salía guapísima. Pero, después, creo que tuvo serios problemas de sobrepeso. Un abrazo.
ResponderEliminarEn realidad, amigo Ricard, Nancy Allen lo que tuvo después fueron problemas con la edad, con la fuerza de gravedad... y aún así, en algunos papelitos de los 90 me seguía poniendo muy verriondo. Es lo que pasa cuando uno es un mitómano que creció cuando los mitos todavía eran fácilmente identificables y representaban algo. Ay, aquellos tiempos en los que un cine era un templo.
ResponderEliminarUn abrazo, tendremos tiempo de felicitarnos las fiestas.