EL SUR
Drama - España, 1982 - 93 Minutos.
DIRECTOR: VÍCTOR ERICE.
INTÉRPRETES: OMERO ANTONUTTI, ICIAR BOLLAÍN,
SONSOLES ARANGUREN, MARÍA MASSIP, RAFAELA APARICIO, LOLA CARDONA.
Abundan poco los ejemplos de directores a
los que se les puede contar cada largometraje realizado como una obra maestra.
Es el caso del vizcaíno Víctor Erice (Carranza, 1940) sus tres únicas
películas que marcan los primeros años de las últimas décadas, le convierten,
para muchos críticos y aficionados, en uno de los mejores directores españoles
de todos los tiempos: El espíritu de la colmena (1973) un bello relato
acerca de los miedos y fantasmas que pueblan la infancia de dos niñas en la
amarga y dolorosa posguerra y su relación con su idealizado padre. El sol
del membrillo (1992) película que nos habla de la naturaleza, de la
necesidad y dificultad del pintor Antonio López por recoger en un lienzo la
hermosa luz con la que baña el sol del otoño un membrillo. Erice cursa el
bachillerato en San Sebastián, después marcha a Madrid donde comienza a
estudiar Ciencias Políticas, pero como eso no era lo suyo, ingresa en el
Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas. En el Instituto
realiza varios cortometrajes y colabora en algunos guiones. Debuta con un sketch
en la película Los Desafíos (1960). Victor Erice ejerció también como
crítico cinematográfico en las revistas “Cuadernos de Arte y Ensayo” y “Nuestro
Cine”.
El Sur nos sitúa en el otoño de
1950. Agustín (Omero Antonutti) se suicida. Estrella (Sonsoles Aranguren e
Iciar Bollaín) comienza a recordar el pasado de su padre: el sur, su lugar de
origen, que se vio obligado a abandonar por los conflictos generados por las
diferentes ideas políticas entre él y el abuelo, cómo viajaron de un lado para
otro hasta que encontró trabajo fijo como médico en una ciudad del norte. Sus
largos encierros en el desván liado con sus experimentos y cómo su madre (Lola
Cardona) le decía que no había que molestarle, pues era poseedor de una fuerza
especial y si abría la puerta se escaparía. El día de su primera comunión, a la
que él, en contra de lo que ella creía, asistió, recuerdos que viajan a cuando
le acompañaba en sus tareas de zahorí. También, en el recuerdo, un nombre de
mujer, Irene Ríos, una actriz mediocre de la que su padre estaba profundamente
enamorado. Agustín se ha suicidado con de un disparo de escopeta cerca del río,
Estrella encuentra sus cosas, el recibo de una conferencia telefónica a un
número del sur, decide entonces conocer la tierra de su padre y averiguar
algunos secretos.
Basada en el cuento homónimo de Adelaida
García Morales, con guión escrito por Víctor Erice y Ángel Fernández Santos, y
a pesar de no haber podido rodar la segunda parte de ese guión por unos
ridículos problemas de presupuesto con el productor Elías Querejeta, El Sur
es mi película favorita de Erice y también una de mis insustituibles cintas de
cabecera. Casi diez años después del estreno de El espíritu de la colmena,
el director vasco vuelve a centrar la esencia de su segunda película en la
infancia y la fascinante mirada de una niña hacia la poco menos que endiosada
figura paterna, lo que en verdad manifiesta que su primera obra ha ejercido una
notable influencia sobre su segunda (la época, la importancia del pasado,
personajes perdedores, situación socio-política, amargura). El Sur es un
retrato intimista sobre el conocimiento, la inocencia, las fantasías y la
ignorancia de una niña, y a su vez, el de unos personajes rotos por el pasado,
la incomunicación y los desengaños. El vivir aislados de la ciudad en la finca “La
gaviota”, le sirve a Agustín de destierro para su exilio íntimo, el de perdedor
de una contienda civil que no sólo dividió a España, también a las familias, de
esta manera escapa del contacto cercano de las gentes, algo que no necesita,
pues vive para sus recuerdos y la única presencia que soporta es la de su hija.
Pero el padre, poseedor de una gran sabiduría
y una fuerza especial para estrella niña, es sólo un hombre amargado,
insatisfecho, cobarde y resentido para Estrella adolescente, así, Estrella, que
durante toda su infancia estuvo observando a su padre como a un mito, un mago,
el gran zahorí, le observa ahora como a un simple hombre medio que guarda
oscuros secretos y fracasos, en lucha con unos recuerdos por los que vive
penando, profundamente herido, humanamente vencido, vulnerable, oprimido y
abocado fatalmente a la desesperación. Es cuando su padre la invita a comer al
Gran Hotel, para buscar un acercamiento y romper un silencio que dura ya mucho
tiempo, que se hace patente la desconexión, ella le pregunta por Irene Ríos, su
padre le responde con evasivas, miente, dice no recordar... y otra vez vuelve
el silencio, la ruptura es un hecho. Bailan el mismo pasodoble que bailaron en
su comunión, pero Estrella ya no siente nada especial, se aleja dejándole solo
en el comedor vacío, Agustín sabe que no la volverá a recuperar, tanto si lo
esperaba como sino, acumula otro dolor, será la última vuelta de tuerca.
Siempre, en cada visionado de esta
excelente película -y han sido muchos-, me he preguntado cuáles fueron los
últimos pensamientos -y doy por sentado que en algo pensó- de Agustín antes de
apretar el gatillo de la escopeta y suicidarse, en ese trayecto desde la casa
hasta el río, en esa noche oscura y ese tiempo quieto, y me he puesto a
especular ¿pensaría que lo real es el amor hacia su hija, a la que le oculta
historias? ¿que lo real es el sur?, en donde están sus orígenes, centelleante a más
de mil kilómetros, pero latente en su memoria. El sur al que no volverá,
muriendo en tierra tan fría como extraña ¿pensaría, tal vez, en los amplios
dominios de la soledad ¿en el desgarro de los
sentimientos? ¿en el deseo cautivo? ¿en lo que pudo haber sido y no fue? ¿en
las huellas de un amor truncado, irrepetible, anclado para siempre en un tiempo
y un espacio? Y en cada nuevo visionado
de la película me pregunto ¿cuáles fueron sus últimas palabras?, si es que
pronunció algunas antes de morir allí, cerca de la orilla de un manso río. Y
siempre me vienen, me asaltan las mismas :<<volveré tan triste a tu
memoria, que sólo volveré cuando ya no forme parte de este mundo>>.
Después, logro mirar otra vez el cuerpo de un hombre que yace derrotado junto
al río, al lado de una bicicleta.
Obra maestra, redonda, colosal, absoluta. A
destacar el prodigioso guión del recientemente fallecido Ángel Fernández Santos
y Víctor Erice para su película inacabada. También la maravillosa fotografía de
José Luis Alcaine. Por cierto, por discrepancias otra vez con el productor
-¡maldita pena!- Erice no pudo llevar a buen puerto una de sus películas más
ambiciosas, El embrujo de Shanghai, traslación a la pantalla de la
magistral novela de Juan Marsé, Trueba se hizo cargo del proyecto que, una vez
visto, no convenció a casi nadie.
Es una gran obra maestra, sin duda. Un abrazo.
ResponderEliminarEstamos de acuerdo, obra maestra que no conocen las nuevas generaciones que piensan que el cine español empieza con Torrente y acaba con Rec. Por eso nuestra labor debe resultar alentadora.
EliminarUn abrazo.
No entiendo a los productores de este mundo, Enrique Cerezo sin ir más lejos porque no llama a este hombre y le da un cheque en blanco para que haga la película que le de la gana, pero si es un valor seguro. ¿Tanto dinero va a perder? y el prestigio qué,¿ eso no cuenta?
ResponderEliminarPedro, muy buena tu crónica, como texto literario en si mismo me parece excelente, iba a decir de lo mejor que te he leído pero quizás no fuera justo.
Saludos.
No debemos olvidar, Pascasio, que el cine es también una industria y que el español apenas cuenta con un mercado internacional. Sólo en años como 2012, con el estreno de "Lo imposible", el cine español recaudó fuera de nuestras fronteras 150 millones de euros, pero generalmente la recaudación es muy inferior y apenas estrenamos películas fuera. Para que una cinta salga rentable estrenándose sólo en nuestro país necesita una gran maquinaria propagandística, algo que actualmente sólo se lo pueden permitir las que están producidas por las cadenas generalistas de televisión.
EliminarPero tienes razón, una película de Erice en un momento tan dulce para nuestro cine como el actual no tiene por qué generar pérdidas, sobre todo si pensamos que el director es adorado por miles de cinéfilos españoles y que su cine intimista siempre cuenta con un presupuesto bajo. Esperemos que su larga travesía del desierto termine de una vez y le podamos ver detrás de las cámaras que es donde está su sitio.
Un abrazo.