Un thriller tan maquiavélico como
hipnótico
PERDIDA êêêê
DIRECTOR: DAVID FINCHER.
INTÉRPRETES: BEN AFFLECK,
ROSAMUND PIKE, NEIL PATRICK HARRIS, TYLER PERRY, KIN DICKENS, PATRICK FUGIT.
GÉNERO: THRILLER /EE UU / 2014 DURACIÓN: 145 MINUTOS.
Nadie va a descubrir ahora a David Fincher, uno de los directores
más notables de las últimas décadas. Por supuesto no todas sus películas me han
convencido plenamente, pero en todas ellas podemos encontrar algo interesante. Aunque
comenzó dirigiendo un documental para el cantante Rick Springfield en 1985, su primera
película de ficción fue la secuela Alien 3 (1992), entretenida aunque
con un guión con muchas lagunas. Su carrera da un salto cualitativo importante
con Se7en
(1995) espeluznante y magnífico thriller imitado hasta la nausea y que ha
tenido una influencia decisiva en el género. The Game (1997) no pasó
de ser un simple divertimento, un juguete lujoso lleno de trampas que escondía
un vacío desconcertante. No obstante, realizó la mejor adaptación posible de la
novela de Chuck Palahniuk El Club de la Lucha (1999), una cinta violenta y radical que todavía hoy levanta ampollas entre la crítica más
autocomplaciente. Como el suspense es uno de sus fuertes, en el año 2002
realiza La Habitación del Pánico, un angustioso y claustrofóbico film
sin mucho recorrido. Para este cronista la gran obra maestra de Fincher es Zodiac
(2007), con una banda sonora para guardar bajo siete llaves, notables
interpretaciones, potentísima ambientación y una dirección magistral. En El
curioso caso de Benjamin Button (2008) nos mostraba una conmovedora
introspección sobre la devastación del paso del tiempo. La Red Social (2010),
resultó un film muy bien realizado pero fatigoso en su verborrea, velocidad y
complejidad narrativa. Su remake de Millenium: los hombres que no amaban a las
mujeres (2011) se nos muestra innecesario, sin aportar nada al original.
Tras dirigir el pasado año un episodio de
la serie House of Cards, Fincher adapta la exitosa novela de Gillian Flynn “Perdida”, que nos narra cómo el día de su quinto aniversario de
boda, Nick Dunne (Ben Affleck), ex
periodista con ínfulas de escritor, informa que su esposa Amy (Rosamund Pike), periodista como él, ha desaparecido misteriosamente. No pasa mucho
tiempo para que la presión mediática y policial descubra que la versión de un matrimonio
modélico y felicidad doméstica que ofrece Nick se desmorone. Además, comienza a
comportarse de un modo extraño que le hace parecer más sospechoso, por lo que
todo el mundo comienza a preguntarse si Nick ha matado a su esposa.
No he tenido la oportunidad de leer el
best-seller de Gillian Flynn, por lo que no sé si la adaptación de Fincher se
muestra fiel al texto, supongo que sí porque el guión lo firma la propia
escritora, pero es algo que me la trae al pairo. Me sumerjo en una trama cuya
premisa y comienzo se me antojan muy trillados: la historia de una exitosa y
encantadora pareja neoyorquina felices de haberse conocido, que hacen gala de
su mutua pasión y se sienten orgullosos de sus profesiones liberales, de su
poder de seducción y su condición de urbanitas intelectuales. Claro que cinco
años después las cosas pintan muy diferentes: han perdido sus trabajos, se han
tenido que mudar a otra ciudad, la economía familiar se resiente pero,
aparentemente la llama de la pasión sigue encendida. Tras la desaparición de
Amy con evidentes signos de violencia, por lo que se teme que haya podido ser
secuestrada, cuando el matrimonio se dispone a celebrar su quinto aniversario
de boda, vamos conociendo las diferentes versiones de los implicados para
tratar de arrojar luz sobre un misterio en el que nada es lo que parece, y en base al diario de la víctima y con
unos bien elaborados flash-backs sabemos de la atracción, el deseo, la
estabilidad y el progresivo deterioro de la relación del matrimonio en los
cinco años de vida marital. Sólo el
talento de David Fincher salva de caer la función en un previsible culebrón
hasta hacerla serpentear por los procelosos caminos del thriller psicológico,
convirtiendo el relato en una pulcra, retorcida y nada piadosa introspección sobre la hipocresía social, el sensacionalismo
carroñero de los medios de comunicación y la maleable ambigüedad de la
justicia.
Uno acaba convenciéndose de que Fincher no ha
tenido que esforzarse demasiado para mover los hilos de un film que juega con
las sensaciones del espectador y a base de giros y vueltas de tuerca manipular
su percepción. En la tradición del mejor cine de suspense (de su/nuestro
admirado Alfred Hitchcock y su alumno más aventajado, Brian De Palma), PERDIDA
es un thriller sobre la dualidad del individuo, las falsas apariencias y que
entronca con la crisis económica, social y existencial, con la degeneración de
la relación de una pareja que si alguna vez fue ejemplar, pronto transitó por
el sendero de la autodestrucción. Insisto, la magistral caligrafía del director
muestra todo tipo de perturbadores matices y aristas para no caer en el simplón
telefilm de sobremesa, el modo de dibujar a los personajes y lo que esconden
más allá de su rutina matrimonial. Los giros,
trampas y subterfugios cambian a medida que la narración salta de un punto de
vista a otro, marcando con pulso las pautas de de la función hasta derivar el
interés del misterio en los motivos reales de la desaparición más que en la
resolución del propio enigma. Es ahí donde encontramos al Fincher más
atractivo, su prodigio como director de actores que consigue hacer creíble a un
actor tan limitado como el carilindo Ben Affleck, en el que probablemente sea
el mejor papel de su carrera. PERDIDA
traza rutas falsas o laberínticas, convirtiendo la trama en un inextricable jeroglífico, en donde se confunde la realidad con el deseo, transformando una superficie limpia y encerada en un escenario
perfecto para el espectáculo de un faquir. Un film maquiavélico y de una
perversidad hipnótica.
La he visto esta tarde. Hubiese preferido otro final pero reconozco que me ha tenido pegado a la butaca durante las dos horas y media de su duración. Un abrazo.
ResponderEliminarHabía varios finales alternativos para el relato fílmico, que difieren notablemente del final literario. Está claro que se eligió ese porque es imposible que el amor pueda ser ya más tortuoso. Hay que ser muy valiente para atreverse con ese demoledor final.
ResponderEliminarUn abrazo