Brutal tour de force interpretativo de
mi actor favorito
LOCKE êêêê
DIRECTOR: STEVEN KNIGHT.
INTÉRPRETES: TOM HARDY. VOCES DE: OLIVIA COLMAN, ANDREW
SCOTT, BEN DANIELS, TOM HOLLAND.
GÉNERO: THRILLER
/ REINO UNIDO / 2013 DURACIÓN: 85 MINUTOS.
El actor británico Tom Hardy (Hammersmith, 1977) es para este cronista el actor del
momento. Con una filmografía de más de 25 películas que incluye títulos tan
atractivos Origen, El Topo, El Caballero Oscuro: La Leyenda
Renace, Sin Ley, y a la espera de que se entrene la cuarta entrega de Mad
Max, el biopic gangsteril dirigido por Brian Helgeland Leyend
y el film en clave musical Rocketeman, que se centra en la vida
de Elton John, Hardy sigue siendo un intérprete desconocido para el gran
público. Casi nada. Pero una cosa es el gran público y otra el aficionado
cinéfilo, para el que sería imperdonable haberse perdido la ascendente carrera
de este magnífico y sobrio actor, capaz de modular registros interpretativos al
alcance de muy pocos.
Lo que no
esperaba es que Steven Knight
(Birmingham, 1959, el firmante de la olvidable Redención (2013), un film
protagonizado por ¡Jason Statham! sobre un soldado de las Fuerzas Especiales,
vagabundo y atormentado por un trágico pasado y que acaba convirtiéndose en un
ángel vengador, nos regalara esta joya de carácter minimalista cuya trama nos
presenta a Ivan Locke (Tom Hardy),
un eficaz jefe de obra que ha trabajado duro para conseguir una buena vida y
que está a punto de realizar el trabajo soñado: un edificio de 55 pisos que se
levantará imponente tocando las estrellas. Sin embargo, un día,
inesperadamente, recibe una llamada que trastoca todo su mundo. Desde ese
momento, se enfrascará en una peligrosa huída contrarreloj.
Locke sólo ha cometido un error en su
vida, pero ese fallo le martiriza y no deja su conciencia en paz, está
dispuesto a enmendar ese error cueste lo que cueste en un ejercicio de
expiación que dice mucho de su integridad pero que va a tener una incidencia
muy negativa sobre su estable y confortable existencia. Trama y ambientación se
circunscriben al interior del vehículo, y Knight juega con el limitado
habitáculo con descriptivos primeros planos e imágenes nocturnas de las
carreteras de Londres y sus reflejos luminosos. Por extraño que parezca, la
premisa argumental da mucho más juego de lo esperado, a lo que ayuda las
dinámicas conversaciones y las reflexiones de Locke, que en determinados
momentos se derrumba y llora haciendo tangible la congoja y la carga emocional,
sometido, a medida que avanza en su viaje, a un insufrible estrés y una
inabarcable soledad. Locke no es sólo
una persona modélica a la que no le gusta mentir (de ahí su inquietud y mala
conciencia), toma decisiones pensadas y está dispuesto a partir de cero si con
ello logra la liberación de su alma, algo que sirve para lanzar reproches a la
figura invisible de su padre, en quien descarga su ira y que actúa de foco
distorsionado de un pasado borrascoso. Locke es un tipo incorruptible, actúa de
manera justa, pero es posible que su intachable proceder no sea comprendido por
todo el mundo. Un film bello, sentido, profundo y de gran equilibrio emocional
que encumbra a un actor como la copa de un pino.
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