¿Y yo soy el malo?
UN
DÍA DE FURIA
(FALLING
DOWN)
Policíaco
- USA, 1992 - 112 Minutos.
DIRECTOR:
JOEL SCHUMACHER.
INTÉRPRETES:
MICHAEL DOUGLAS, ROBERT DUVALL, BERBARA HERSHEY, FREDERIC FORREST.
A
sus 54 años, el director neoyorquino Joel
Schumacher
cuenta con un currículum de más de una docena de títulos, la
mayoría de ellos tan mediocres como prescindibles, films como: La
increíble
mujer
menguante
(1981), St.
Elmos,
punto de
encuentro
(1985), Jóvenes
ocultos
(1987), Un
toque de
infidelidad
(1989), Línea
mortal
(1990), las dos secuelas de Batman -Batman
forever
(1995) y Batman
& Robin
(1997)-, o las más recientes Asesinato
en 8
m.m. (1998) y Tigerland
(2000) forman parte de una carrera muy desigual -algunos dicen de
encefalograma plano- alterada positivamente en 1992 con Un
día de
furia, sin
duda su mejor película, sima que no ha vuelto a alcanzar desde
entonces, algo que el mismo cineasta reconoce. Inició su andadura
profesional en los setenta en trabajos publicitarios y como diseñador
de vestuarios en títulos como El
dormilón
e Interiores,
ambas de Woody Allen, hasta que debutó con el telefilm The
Virginia
hill
story.
Pero, ¡sorpresa!, Última
llamada
(2002) es una estupenda cinta con guión de Larry Cohen y un soberbio
Colin Farrell de protagonista absoluto, que tiene por todo escenario
una cabina telefónica. Su último film estrenado, Veronica
Guerin
(2003) es un biopic
sobre la vida de una periodista irlandesa que luchó en su país
contra el narcotráfico y la corrupción política.
Sinopsis:
Un día
de furia
nos cuenta la explosión de cólera de un hombre normal, D-Fens
(Michael Douglas) incapaz de dominar la tensión acumulada por
nefastos acontecimientos personales -pérdida del trabajo, separación
conyugal- que progresivamente le están haciendo sufrir un deterioro
emocional y como consecuencia un desequilibrio psíquico. Todo esto
le impulsa a iniciar un camino de violencia y destrucción. Tras él,
persiguiéndole, se encuentra el detective Prendergast (Robert
Duvall) en su último día de trabajo antes de jubilarse. D-Fens se
dirige a la casa de su ex-mujer, la policía se teme lo peor.
Es
fácil que pasen los años y sigamos recordando la singular figura de
Michael Douglas con camisa blanca, corbata y maletín en la mano
avanzando con decisión por los inquietantes y devastados barrios
periféricos de Los Ángeles, atravesando un área de acción
abismalmente alejada del glamour
y las bambalinas hollywoodienses. Falling
Down es el crudo retrato de un hombre
desesperado y estresado que un día estalla de la peor manera, lo
hace, cuando al quedar atrapado en un atasco de tráfico abandona su
coche para continuar a pié. En su camino, de forma gradual, se va
haciendo petente la alarmante realidad que le rodea. D-Fens combate
su depresión con agresividad, actúa inconscientemente porque lo ha
perdido todo, arrojado a los infiernos de la demencia, del absoluto
vacío, incapacitado para soportar la presión, se engaña a sí
mismo y engaña a los demás, quiere arreglar lo que ya no tiene
solución, recuperar lo que perdió para siempre.
Schumacher,
en su momento, tuvo que soportar las manidas críticas de los
sectores más falsamente progresistas por la ambigua posición que
toma respecto al problema de la inmigración, los inconvenientes y
terribles derivaciones que en innumerables ocasiones este fenómeno
pude originar (y de hecho genera). Claro que, quienes vertieron esas
críticas viven en zonas residenciales y se aprovechan de un estatus
burgués, totalmente apartado del caótico ámbito social que la
película recrea y que por lo tanto desconocen. La excelente luz de
Andrzej Bartkowiak nos introduce de forma magistral tras los pasos y
el deambular de un ser anodino convertido en adalid trágico, que
arrastra y lleva hasta el final su infortunio y sus miserias.
Espléndida y agria película -con un Michael Douglas en su mejor
papel y un Robert Duvall pluscuamperfecto como casi siempre- que con
el tiempo ha ganado enteros y un sitio preferente en las estanterías
de miles de devotos. Indicar también que además de ser una cinta
polémica por el motivo antes reseñado, Un
día de furia pasó a formar parte,
casi inmediatamente, de esa galería de films malditos que cada
cierto tiempo son miméticamente reproducidos en la vida real, es el
particular homenaje que el psicópata de turno quiere rendir a la
obra, y un modo acelerado de elevar a categoría de culto cualquier
película. Magistral esa escena en la que el detective Prendergast le
hace ver a D-Fens que está rodeado y que es mejor que se entregue,
éste, entre sorprendido y asqueado le pregunta ¿y... yo soy el
malo?.
Me gusta la idea de un tipo que cruza a pie Los Angeles armado y con ganas de liarla. Sin embargo, creo que la película se embarulla al no tener muy claro qué pretende contarnos.
ResponderEliminarLa filmografía de Schumacher es ciertamente irregular, pero "St. Elmos, punto de encuentro" y "Jóvenes ocultos" fueron títulos que aprecié bastante en su día. Igual por cosas de la edad.
Un abrazo.
No sólo irregular, contiene títulos pésimos, Ricard. Sin embargo, a mí me gustan "Tiempo de matar" con una actuación estelar del hoy muy reivindicado Matthew Mcconaughey, la tensión que es capaz de desarrollar en "Última llamada" y por supuesta "Un día de furia", que yo sí sé bien lo que quiere contar: la violencia de Douglas es sólo defensiva, no obstante, acorralado y después de pasar por todo lo que tiene que pasar, acaba preguntándole al policía ¿y yo soy el malo? Está todo explicado.
EliminarEs verdad, "Tiempo de matar" también es muy buena.
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