La película que Tarantino te recomienda
BIG BAD WOLVES êêêê
DIRECTOR: AHARON KESHALES Y NAVOT PAPUSHADO.
INTÉRPRETES: LIOR
ASHKENAZI, TZACHI GRAD, ROTEM KEINAN, DON GLICKMAN, NENASHE NOY, DVIR BENEDEK.
GÉNERO: THRILLER
/ ISRAEL / 2012 DURACIÓN: 110 MINUTOS.
Puede que no sea
demasiado corriente, pero a veces hasta en países tan exóticos, cinematográficamente
hablando, como Israel, es posible encontrar algunas perlas que nos hacen
abrigar esperanzas de que el cine, como potente lenguaje universal, puede
anidar en las mentes más privilegiadas e imaginativas de cualquier rincón del
mundo. Es el caso de BIG BAD WOLVES, película dirigida por
Aharon Keshales y Navot Papushado presentada en el Festival de Sitges 2013, en donde ganó
el Premio al Mejor Director y a la Mejor Banda Sonora. La trama nos presenta
una serie de brutales asesinatos de niñas que provocan la convulsión en un
pueblo alejado de la metrópoli. Estos duros acontecimientos provocarán que la
vida de tres hombres quede entrelazada entre sí para siempre: el padre de la
víctima, cuya sed de venganza se hace insufrible observando la ineficacia
policial a la hora de resolver el caso; un detective de policía que para
investigar el asunto se sitúa al margen de la ley; y un profesor de religión,
máximo sospechoso de los asesinatos debido a su relación con las niñas y que
primero es detenido y luego liberado a causa de una negligencia policial.
BIG
BAD WOLVES es un film que te engancha desde el principio debido a la
excelente presentación de unos personajes antitéticos perfilados con una fuerza
intempestiva con sólo cuatro pinceladas. Un profesor delgaducho, calvo y con
gafitas al que unas pruebas circunstanciales e indicios señalan como sospechoso
de unos horribles crímenes y que es apartado del colegio donde imparte clases
como medida para aplacar la presión de los padres de las niñas asesinadas. También
el policía se verá apartado del servicio debido a las torturas que infligió al
sospechoso y que un grupo de chavales grabó en vídeo. Conoceremos también al
padre de una de las víctimas que ha sido violada, asesinada y decapitada y que
desea saber qué ha hecho el asesino con la cabeza de su hija, otra alma en pena
que sigue a esos dos personajes pues el policía está dispuesto a tomarse la
justicia por su mano haciendo caso omiso de las órdenes de sus superiores. Todos
esos personajes, más la presencia, de otro aún más brutal y extremo, confluirán
en el sucio sótano de una casa, donde cada uno de ellos jugará sus cartas para
salvar el pellejo.
Excelente ejercicio cinematográfico con un
latido in crescendo que culmina ajustando las tuercas del espectador hasta el
paroxismo, BIG BAD WOLVES, con un
reparto competente aunque desconocido por estos lares, un tratamiento visceral
de la violencia y siniestros toques humorísticos, se eleva como un thriller
contundente cercano al torture-porn, y del que es posible extraer una crítica a
la policía israelí, a una sociedad tamizada por el fanatismo religioso y la violencia
inherente a nuestro mundo. Keshales y Papushado se inventan una aterradora
fábula clásica sobre un depredador (el hombre es un lobo para el hombre) que
acecha a sus tiernas víctimas en el bosque para violarlas, torturarlas
salvajemente y asesinarlas.
No es extraño que Tarantino la eligiera como una de las
mejores películas del pasado año, ya que la cinta cuenta con muchos puntos en común
(estéticos, éticos, escénicos y narrativos) con algunas de sus obras, sobre
todo con su ópera prima Reservoir Dogs (1992). Pero no hace
falta pensar mucho para darse cuenta de que la premisa del film (pedofilia,
asesinatos, venganza) es compartida por un sinfín de películas, como la
reciente Prisioneros (Denis Villeneuve, 1013), aunque resulten tan
alejadas en el fondo y la forma. Pero siendo sincero, la influencia más
sospechosa que encuentro es con el film canadiense 7 días (Daniel Grou,
2010) que con un argumento muy similar se me antoja inferior a esta película,
que contiene todos los ingredientes para
gustar al aficionado a las experiencias perversas: un director que sabe jugar
con los alterados estados de ánimo de los personajes, una potente carga de
humor macabro, momentos de una violencia intolerable, cierta crítica social al
estado de las cosas en Israel, una magnífica banda sonora, un sólido libreto
que centra su leit motiv en una venganza con bifurcaciones y giros inesperados
y un final decididamente brillante y coherente, con un último plano turbador y
tremendamente trágico. Pocas veces la vileza humana ha sido contada con tanto
desparpajo.
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