Nihilismo atronador
WOLF êêêê
DIRECTOR: JIM
TAIHUTTU.
INTÉRPRETES: MARWAN
KENZARI, JACOB DERWIG, NASRDIN DCHAR, RAYMOND THIRY, CAHIT ÖLMEZ.
GÉNERO: THRILLER
/ HOLANDA / 2014 DURACIÓN: 121 MINUTOS.
Todavía es
posible encontrar en ese cajón (de)sastre en el que se ha convertido la
producción y distribución cinematográficas, algunas películas que nadie ve y con las que
ir rumiando ante el descontento de las carteleras. Es el caso de WOLF
(Jim Taihuttu, 2013), que si en nuestro país la conoce alguien es porque fue
presentada en la última edición del Festival de San Sebastián, y que nos narra
la vida de Majid (Marwan Kenzari), un
joven y talentoso deportista árabe de kick boxing que sobrevive en los
suburbios de una ciudad holandesa y que poco a poco se va labrando una
reputación. La vida con sus padres es tensa, pues ha pasado una temporada en la
cárcel por pequeños delitos, y que tiene encuentros casuales con su ex novia, Tessa (Bo Maerten). Majid sobrevive
cometiendo pequeños hurtos y trapicheos, pero un día, el propietario de un
gimnasio lo toma bajo su protección, y el jefe de una banda criminal, Hakan (Cahit Ölmez) se fija en él y se
interesa por sus habilidades en el ring. Majid empieza a no tener claro lo que
quiere y acaba metiéndose en un callejón sin salida.
No he visto el
anterior trabajo del DJ, guionista, productor y director Jim Taihuttu titulado Rabat (2011), aunque gente de la que
me fío me cuenta que es un drama solvente en formato de road movie, pero desde
luego esta nueva apuesta me ha resultado sumamente atractiva y gratificante. WOLF,
que se nos presenta como una estimulante fusión entre Toro Salvaje (Martin
Scorsese, 1980) y El Odio (Mathieu Kassovitz, 1995), sigue a un personaje magnético
caminando siempre por un alambre, un tipo visceral que con su sola presencia
intimida y tensiona un ambiente suburbial ya de por sí proclive a las sorpresas
desagradables, un hombre al que su fuerza física convierte en poderoso sin
tener en cuenta nunca la medida racional de sus acciones y decisiones, un lobo
primitivo, irreflexivo y solitario al que su inviolable individualismo le hace
moverse sin miedo por un lugar lleno de trampas (la desolación de esa especie
de cárceles construidas en los suburbios de la ciudad), y al que una furia intempestiva,
fruto de su desarraigo social, la desconfianza y el entorno donde ha crecido,
le genera un problema tras otro hasta la encrucijada fatal. Rodada en refinado
y portentoso blanco y negro, Taihuttu ha firmado un potente relato que no se
olvida fácilmente, carente de todo dogma moral y un nihilismo atronador, y
aunque nos enseña también el reverso sensible de su protagonista, jamás nos
deja abandonar sus inquietantes y sórdidos dominios.
Película muy
recomendable, una brisa de aire fresco ante tanta tontería insustancial, un
ejercicio cinematográfico plenamente convincente que contiene la fisicidad, el
escalofrío y la pulsión de la vida misma, con sus conflictos étnicos,
generacionales y culturales. Por sus acciones, se hace difícil empatizar con el
protagonista, y sin embargo Taihuttu lo consigue cuando poco a poco va
acorralando a ese lobo salvaje que demuestra una terquedad incomprensible, una
personalidad inexpugnable y una valentía sin límites, bien haciendo frente a la
mafia (el crímen a otra escala) o a las
fuerzas de la ley. WOLF es un thriller urbano oscuro y absorbente que nos
presenta a una nueva generación de delincuentes con muy poco que ganar y nada
que perder, sus armas y sus límites. Majid lo tiene todo para triunfar en el
cuadrilátero pero su desazón vital le carcome, quiere a su familia pero nunca
lo demuestra, ama a sus chica pero no logra transmitir la sensibilidad y
estabilidad para lograr retenerla a su lado, sabe que no hay futuro y la violencia
es un mecanismo de defensa, el único recurso ante la negra perspectiva. Su final áspero y devastador cae como un martillo pilón
sobre la conciencia de un mundo ajeno a los sufrimientos íntimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario