Es algo que me
ha pasado algunas veces: cuando vi A SERBIAN FILM (2010) por primera
vez tras su exhibición en el Festival de Sitges, me pareció un film de terror
bastante mediocre y estéticamente cuestionable. Me olvidé de la cinta hasta que
tuve que escribir un artículo en defensa del amigo Ángel Sala, director del
festival y a quien unos indignos fundamentalistas habían denunciado por la
proyección del film. El artículo en cuestión, titulado “En defensa de Ángel
Sala: ¡A la basura con la censura!”, fue publicado en diversos medios y se
encuentra disponible en este blog. He vuelto a ver el film dirigido por Srdjan Spasojevic en Blu-ray y mis
impresiones ahora han sido distintas.
El tema de la
película gira en torno a una estrella del porno ya retirada, Milo, que vive con
su mujer y su hijo y está pasando por serios apuros económicos. A través de una
antigua compañera de rodaje, la pornostar Leyla, se le presenta la oportunidad
de trabajar con un misterioso tipo llamado Vukmir en su nueva película porno de
corte experimental. Milo, dada su acuciante situación, acaba aceptando sin
saber bien lo que va a rodar y acaba sumergiéndose en una espiral de violencia,
cintas snuff, pedofilia y drogas que le acercan al abismo de la locura y el
terror.
Mis lectores me
dirán: pero tío, si tienes un post en tu blog que pone a esta cinta a caer de
un burro ¿por qué has cambiado de opinión? Puedo explicarlo: en este país en el
que los hipócritas surgen como las setas, parece tener mucho prestigio el
concepto de “idea fija”, bien, pues he de afirmar que a mí ese concepto me
resbala, mis pensamientos evolucionan y estoy dispuesto a cambiar de opinión
siempre que alguien o yo mismo me convenza de lo contrario. Aclarado esto, el
nuevo visionado de A Serbian Film me ha provocado una inquietud alarmante, debido
más a su ilimitada depravación moral que a los signos claramente reconocibles
de un cine gore o de terror que, sinceramente poco me sorprende.
En esta
ocasión, en soledad, con una perfecta visión y edición de sonido, me he
propuesto realizar un ejercicio más maduro, absorbente y realista trasladando mi
imaginación al país donde se desarrolla la acción, Serbia, que su director
estoy seguro que odia, y me he propuesto aceptar la película no como una mera y
salvaje provocación, sino como una cruel parábola de la situación política y
social guiado por su propio título, que se me aparece como un letrero luminoso
que esconde por sí solo las claves de la vergüenza de una sociedad civil que
vivió en sus carnes una de las guerras más cruentas y bestiales del pasado
siglo, “hijos de la guerra de los Balcanes” que, desde la más penosa
indigencia, tuvieron que levantar un país bajo la ignominia de lo acontecido y
todavía se hace difícil calcular a cuanta gente dejo tarada aquel infame conflicto
bélico. Fueron dos las escenas que en su época causaron un gran escándalo: la
violación de un bebé recién nacido y otra sexo con un niño de cinco años ¡Todo
es ficción!, y como dijo Immanuel Kant: “El
arte debe mostrar cualquier asunto y promover cualquier sentimiento, siempre
independiente de su moral y el horror que pueda despertar”
Si una película
provoca la náusea y el hastío también puede ser buena, y en el vacío de
moralidad en que estamos instalados, no sólo deben importar los valores
cinematográficos, puede que del mismo modo podamos atender a la indescriptible
y enfermiza crueldad de su denuncia, que actúa como un espejo deformante en
donde se ven reflejadas las más bajas pasiones, los más tremendos tabúes y las
más innombrables miserias humanas. Pero es que a un nivel técnico y artístico
la película no es nada despreciable, si partimos de un guión francamente
mejorable: los actores cumplen sin demasiadas alharacas con su cometido, la
planificación de las escenas más aberrantes y escabrosas y la ejecución de los
momentos oníricos y los flash backs están bien resueltas y nos indican que hay
un director con buen pulso, y sobre todo, una ambientación sórdida, insana,
asfixiante y decadente que sirve de marco perfecto para desatar la locura, las
perversiones más nauseabundas y el más crudo y lacerante horror. A
Serbian Film es un film tan valiente como desnudo de hipocresía. Sabiendo
los millones de buscadores que ha tenido en Google la palabra “Snuff”, que
levante la mano quien no haya tenido alguna vez un pensamiento aberrante ¿tú?
No te creo.
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