Los insondables misterios del sexo
NYMPHOMANIAC êêêê
DIRECTOR: LARS VON TRIER.
INTÉRPRETES: CHARLOTTE GAINSBOURG, STELLA SKARSGARD, STACEY
MARTIN, SHIA LABEOUF, UMA THURMAN.
GÉNERO: DRAMA / DINAMARCA
/ 2013 DURACIÓN: 117 MINUTOS.
Que Lars
von Trier es un cineasta provocador no lo pone nadie en duda, que hace cine
de sus obsesiones, tampoco. Pero siendo consciente de sus problemas
existenciales (depresiones, alcoholismo, ambigüedad ideológica) esto se me antoja
un reflejo de sus estados de ánimos, la proyección de unos conflictos
intelectuales y emocionales que según sus declaraciones han encontrado el
bálsamo perfecto en la lectura sosegada de Marcel Proust y Thomas Mann. Tras la
por muchos aspectos inolvidable y desafiante Anticristo (2009) y la especialmente
angustiosa Melancolía (2011), cierra su denominada Trilogía de la
Depresión con NYMPHOMANIAC, un relato descarnado que traspasa los siempre
esquemáticos límites de la sexualidad y que nos relata las vivencias de una
ninfómana narradas por ella misma.
Una fría noche
de invierno, un viejo solterón, Seligman
(Stellan Skarsgard) se encuentra en un callejón a una mujer cincuentona, Joe (Charlotte Gainsbourg) que ha
recibido una paliza y se encuentra en un estado casi inconsciente. Seligman se la
lleva a su casa para curarle las heridas y le pregunta qué ha pasado. Ella, que
se autocalifica como ninfómana, decide contarle la enloquecida y poética
historia de su despertar sexual, desde su nacimiento y a lo largo de ocho
capítulos que revelan una vida de conflictos y turbias relaciones.
El aficionado
tendrá que esperar a que a lo largo de este año se estrene la versión de cinco
horas y media que Von Trier ideó y quería estrenar, de momento contamos con
esta versión reducida que se estrena dividida en dos partes en las que se han
eliminado los planos cortos de genitales y, suponemos, que las escenas sexuales
de mayor explicitud. A mí esto me molesta mucho y se me hace difícil emitir una
crítica en estas condiciones, pero es lo que hay, pues estrenar un film de esa
duración – y sobre todo sin esta fastidiosa fragmentación- no resultaba
factible a un nivel comercial según los productores. Esta primera parte de la
cinta consta de cinco capítulos (los otros tres los veremos en la segunda entrega) y en su mayor parte explora el despertar sexual de Joe (interpretada de
joven por una decidida y expresiva Stacey Martin), el ímpetu de la sangre y una
única obsesión. Sin pudor, sin recato, sin prejuicios morales, con la
determinación de hacer de una sexualidad desmedida todo un tratado de
filosofía. No obstante, Von Trier se muestra más prudente de lo que cabría
esperar con una obra que él mismo vendió como pornográfica (una felación nada
furiosa, un tenue cunnilingus y un par de coitos rodados con poca deleitación), algo que revierte en un perfil jugoso de los personajes,
mucho más atractivos en sus retratos psicológicos.
NYMPHOMANIAC se nos presenta como una
oda a la sexualidad, existencialismo y poesía a través del itinerario vital de
una psique laberíntica, turbadora y traumatizada, un compendio afectivo y nada
gratuito sobre los meandros y bifurcaciones del sexo, las obsesiones, la
libertad, las emociones y el amor. Un relato, al fin, sobre la rebelión y huida
de las férreas estructuras, convenciones y prejuicios de la sociedad
pequeñoburguesa.
En esta primer
capítulo, el viejo Seligman nos cuenta su afición a la pesca con mosca, y Joe
cómo perdió su virginidad con el joven Jerome
(Shia LaBeouf), también evoca la competición iniciada con una amiga para ver
quién seducía más hombres en un tren, cuestiones de donde se extrae la metáfora
de la mosca y el hombre pez (todos acaban picando). Vemos a Joe teniendo que
afrontar la muerte de su padre (Christian Slater) recluido en un hospital, un
capítulo con reminiscencias a Poe (la arquitectura del edificio que recuerda a
la casa Usher y los versos que recita Seligman). Von Trier fusiona, de manera cadenciosa
y fascinante, cosmología y sexo en su concepción más primaria, la metafísica y la
experimentación psicosocial que nos presenta al hombre convertido en una
marioneta que puede manejar a su antojo una chica joven y atractiva, una
marioneta esclava de sus bajos instintos que vendería a su madre con tal de
tener una aventura con tan deliciosa nínfula. Seguramente, las escabrosas
escenas eliminadas poco aportaban al interesante diálogo que se produce entre
Joe y Seligman, pero al aficionado morboso le quedan asideros si mimetiza el
tono decadente unas veces e insolente en otras con que Von Trier planifica algunos
escarceos sexuales. De todas formas, siempre resulta hipnótica la sordidez y
melancolía de la narración, que el director tamiza con ocurrencias que nos hacen
esbozar una sonrisa (las embestidas numéricas Fibonnaci o las melodías polifónicas
como recurso alegórico de las relaciones de Joe).
En NYMPHOMANIAC,
mirada gélida sobre los abismos de la pasión, todo está calculado milimétricamente
sin dejar nada a la espontaneidad, una exacta ecuación de los cuerpos y el
incontenible deseo carnal. Resulta especialmente cruda esa secuencia en que la
Señora H (Uma Thurman), esposa de uno de los amantes de Joe, aparece en la
vivienda de ésta acompañada de sus tres hijos pequeños para que vean por quién
le ha abandonado su marido, un momento que se hace más conmovedor cuando Seligman
le pregunta a Joe qué sintió y ella responde: nada. Pero hay algo en la triste
evocación, en la depresión y soledad de su madurez que hace dudar al espectador.
El hastío, tal vez la rendición ante los inescrutables misterios del sexo.
Que Von Trier leyera a Proust es muy revelador, pues en este film parece querer contarlo TODO. Me falta digerirla pero no cabe discutir su condición de excelente (y cruel) relato erótico. Un abrazo.
ResponderEliminarCierto, Ricard, el problema es anudar reflexiones cuando te falta ver una parte decisiva de la cinta. La idea la hemos procesado, falta la conclusión y, sobre todo, faltará la versión que Von Trier pergeñó. De momento, el mercado manda. Lo realmente bueno es poder optar al visionado de una película diferente, un relato transgresor que no pone fronteras al deseo dentro de una cartelera saturada de tonterías. Un abrazo.
ResponderEliminarPues yo tengo ganas de verla. Mira que de "Dogville" para atrás no me interesa, casi, nada la filmografía de este hombre. Lo que sí me ha llamado la atención es lo que ha hecho con Charlotte Gainsbourg. Cuando empezó yo la veía como una dulce novia etérea e ideal, tan suave y francesa. Desde las barbaridades de "Anticristo" esa imagen se me ha hecho añicos. Claro que siendo hija de quién es debería haberme extrañado menos. Un saludo, de nuevo.
ResponderEliminarUna película de Von Trier es, a priori, interesante siempre. Desde luego a mí me logran enganchar hasta sus más conspicuas pajas mentales. Uno sabe que sus obsesiones y problemas existenciales van a tener un reflejo en la pantalla, pero supongo que igual que en Pasolini, Bertolucci o Fassbinder. Esta película se convierte en una buena excusa para los catadores de prejuicios y la agitación intelectual. De todas formas a mí me gusta mucho "Europa", yo estuve en aquel Festival de Sitges ¡Qué tiempos aquellos!
ResponderEliminarUn abrazo