Un remake víctima de su tiempo
CARRIE êê
DIRECTORA:
KIMBERLY PEIRCE.
INTÉRPRETES: CLÖE GRACE MORETZ, JULIANNE MOORE, PORTIE
DOUBLEDAY, JUDY GREER, ALEX RUSSELL.
GÉNERO: TERROR / EE.
UU. / 2013 DURACIÓN: 100 MINUTOS.
Todo aficionado
sabe que Carrie (Brian De Palma, 1976), al igual que otras obras
exitosas obras como La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968), El
Exorcista (William Friedkin, 1973), o El Resplandor (Stanley
Kubrick, 1980), marcó un punto de inflexión en el cine de terror convirtiéndose
en un clásico instantáneo. Un film que adaptaba la famosa novela de Stephen King y en el que De Palma
plasmó las múltiples influencias que había recibido, principalmente el cine de
Alfred Hitchcock, el rock and roll y la sátira política. Para muchos representa
aun hoy la mejor adaptación cinematográfica de un relato de Stephen King, lo
que es seguro es que significó un gran avance en la carrera del director
italoamericano, que con gran pulso fusionó la fábula gótica, el terror
paranormal y la película para adolescentes, dejando poso en la memoria del
espectador con algunas secuencias tan impactantes como memorables.
Puede resultar
sorprendente que Kimberly Peirce, la firmante de aquel sentido drama sobre la
intolerancia titulado Boys Don´t Cry (1999), que además de
bridarle su primer Oscar a Hillary Swank se erigía como un tremendo alegato a
favor de la libertad individual, se hiciera cargo de un proyecto que a
diferencia de su personalísimo estilo tiene la mira puesta en el rédito comercial,
puro cine de género convencional cocinado para dinamitar las taquillas.
Veamos: Carrie White (Clöe Grace Moretz) es una
tímida adolescente que está siendo acosada por unas compañeras de instituto,
especialmente por Sue (Gabrielle
Wilde), que para humillarla ha grabado un vídeo del momento en que Carrie,
asustada, tiene la primera menstruación, y que para mayor escarnio acabará
colgado en la red. Carrie es una chica que ha recibido una educación castrante
por parte de su trastornada madre, Margaret White (Julianne Moore), una
mujer profundamente religiosa. Pero Carrie posee poderes telequinéticos con los
que va a desatar el terror en su pequeña ciudad para tomarse cumplida venganza
por la última humillación recibida.
Demasiado hermosa me parece Clöe Grace
Moretz para dar oxígeno de manera creíble a la Carrie que King nos describe en
su novela. Si nos olvidamos de detalles como éste (fíjense, amigos lectores,
que las actrices feas están desapareciendo de Hollywood, les basta con afear un
poco a las guapas), CARRIE se nos presenta como un producto bien facturado, pero
estamos ante un detalle fundamental puesto que el eje argumental del relato de
King basa todo su efecto en la asombrosa transformación de una chica aparentemente fea, temerosa y marginada en
una linda adolescente que brilla con luz propia. Por lo demás, la CARRIE de
Peirce adolece del mismo mal que muchos remakes, le falta garra, alma, una
personalidad propia en la cual el aficionado pueda identificar las aristas de
un drama que nace de la obsesión por la puridad, de la maldición de la sangre
como estigma de una traumática infancia. Resultaría extraño que en la
actualización de un clásico sea el original el que salga perdiendo (pero
algunos casos se han dado, recordemos la excelente versión de Las
colinas tienen ojos firmada por Alexandre Aja, muy superior al original
de Wes Craven), y la mejor opción no era copiar plano a plano la película de De
Palma, planteando como única novedad la
inclusión de aparatos tecnológicos y una retahíla de niñatos aún más torvos y
pedestres que los de aquella.
La película podía haber discurrido por otros senderos, o al
menos eso cabía imaginar tras ese comienzo estremecedor en el que un elegante
plano secuencia nos conduce por una escalera hasta el camastro de una austera
habitación en donde encontramos a una Julianne Moore en trance de dar a luz a
la maldición, la presencia inmanente de la biblia debe ser entendida como una
señal del martirio que le espera a la niña. Una secuencia estimulante, muy bien
planificada, de cierto tono cronenbergiano, a la que Moore aporta una serie de
matices espeluznantes. Porque, no nos engañemos, lo mejor de la función, como
cabía esperar, nos lo ofrece esta actriz de amplios registros que se nos
aparece como una versión rediviva de la siniestra madre de Ed Gein. CARRIE
busca, y supongo encuentra, al público que va dirigida, ese público adolescente
activo sin el cual la mayoría de las salas hubieran cerrado hace tiempo.
El acoso escolar es un tema doloroso y de
candente actualidad, Peirce, que ya demostró en su debut buen pulso para
dramatizar la intolerancia y presentarla como una de las lacras más devastadoras
de nuestra sociedad, nunca encuentra la fórmula para que el público se emocione
y empatice con el personaje. En parte por la mala elección de la actriz
protagonista, en parte porque es una directora que se maneja mejor en el cine
independiente e intimista, y en parte porque es consciente del espectro del
público al que va dirigido su artefacto mainstream.
De ahí que en ausencia de un sello
personal artístico o creativo, la función bien pudiera estar firmada por
cualquier artesano de los que pululan por Hollywood y Peirce hubiera mantenido
su prestigio intacto.
Me parece que esperaré al pase televisivo. Un abrazo.
ResponderEliminarSÍ, O PUEDES DAR UN NUEVO PASE A LA ORIGINAL, SIEMPRE SE ENCUENTRAN DETALLES Y NUNCA VIENE MAL UN VIAJE A LOS CONVULSOS 70.
ResponderEliminarUN ABRAZO