Este cronista era muy joven cuando, en un macro videoclub barcelonés
de aquellos que acumulaban toda la basura que salía al mercado, alquilé esta
bazofia inmunda titulada EL E.T.E Y EL OTO (Manuel Esteba,
1983), un subproducto absolutamente pestilente rodado en cinco días que tuve
que ver por partes porque a los diez minutos de metraje ya me encontraba
hiperventilando en un alarmante estado de ansiedad, por lo que necesité
respiración asistida y una enfermera macizorra practicándome masajes
cardiovasculares ante el muy presumible temor de que durante el visionado diera
mi último hipido. Cuando devolví la cinta el dependiente me inquirió ¿Sabes que
estos son de mi pueblo? ¿Quiénes? Los Calatrava ¿y cuál es tu pueblo?
Villanueva de la Serena. Sinceramente, amigo, prefiero compartir paisanaje con
Jack el Destripador, le comenté mientras me alejaba oyendo sus carcajadas. Esta
parodia del E.T. de Spielberg es lo peor de lo peor, y reto a cualquiera a
que me la compare con cualquier otro engendro deleznable. Protagonizada por los
nefastos, a Dios gracias olvidados hermanos Calatrava, nos encontramos al hermano
menos feo como padre de tres hijos tontos del culo viviendo en un chalé
apartado de la ciudad. A todo esto, y tras la presentación de la familia friki,
llega una nave espacial con unas luces que parecen las de una orquesta de
barrio, de donde sale E.T.E, el hermano feo vestido con una especie de pijama
de lycra a modo de condón gigante. Pronto se hace amigo del hijo pequeño del
hermano menos feo, un niño cabrón que le putea constantemente, y aparecen unos
tipos que persiguen a E.T.E. que quiere irse a casa, pero finalmente será el
niño cabrón quien se marche en la nave a otra dimensión.
Acaparar 11
Oscar como Titanic, Ben-Hur o El Señor de los Anillos
tendrá su mérito, ser elegida la Peor Película de la Historia no le va a la
zaga. Dirigida (esto es una blasfemia) por un tal Manuel Esteba (que por fortuna para nuestra salud física y mental
creo que no volvió a dirigir nada más), la película (de nuevo pido a Dios que
me perdone), carece de dirección de actores, de argumento, de diálogos, las
labores de iluminación, maquillaje y peluquería brillan por su ausencia, y el
traje que lleva el E.T.E./Calatrava parece sacado de una escombrera cercana a
un poblado de chabolas, imposible describir la nave y su aterrizaje, mis
lagrimales no daban abasto. Sí, señores, infracine en su más mísera expresión,
y como el héroe que siempre he sido demostré que los tenía bien puestos al
tragármela entera, pues hace falta mucho valor para asistir durante 77 minutos
a las correrías de esa panda de garrulos con menos gracia que un tiro en el
estómago y más caspa que la bufanda de Massiel. Obra cumbre del surrealismo
hipertrofiado nacional, una cutrez que nos advierte del peligro de depravación
que puede tener una cámara si cae en las manos equivocadas. Horror
Story y Los Kalatrava contra el imperio del kárate, también
protagonizadas por los Calatrava brothers, eran malas que amargaban, aun así, nada que ver con
El
E.T.E. y el Oto, la Película Más Mierdosa de la Historia del Cine.
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