La fría venganza del perdedor
EL CUERPO êêê
DIRECTOR: ORIOL
PAULO.
INTÉRPRETES: JOSÉ
CORONADO, HUGO SILVA, BELÉN RUEDA, AURA GARRIDO, JUAN PABLO SHUK.
GÉNERO: THRILLER
/ ESPAÑA / 2012 DURACIÓN: 109 MINUTOS.
El barcelonés Oriol Paulo escribió junto a su
director, Guillem Morales, el guión de Los ojos de Julia (2010), resultón psychothriller que tenía a Alfred Hichcock
como mayor inspiración. Fogueado en el campo de la televisión, Paulo presentó
en el pasado Festival de Sitges la que supone su ópera prima detrás de la
cámara, EL CUERPO, que coescrita junto a Lara Sendim está enmarcada en
el terreno donde se siente más cómodo, el thriller, y en donde se encuadran
algunos telefilms que se han servido de sus libretos: Pathagorobi, Codi
60 y Ecos.
La cinta arranca
cuando el vigilante nocturno de un depósito de cadáveres es atropellado tras
abandonar su trabajo en estado de pánico. Cuando la policía, comandada por el inspector
Jaime Peña (José Coronado) se
presenta para investigar el caso, descubren que la puerta de una de las
neveras está abierta y el cadáver de Mayka Villaverde (Belén Rueda), una rica empresaria del sector
farmacéutico recientemente fallecida, ha desaparecido. Sin apenas pistas que
aclaren el extraño suceso, Peña decide interrogar a Álex Ulloa (Hugo Silva),
el joven y atractivo viudo de Mayka, para ver si puede arrojar alguna luz sobre
el caso. Juntos, durante el transcurso de una noche intensa, intentarán
descubrir la verdad sobre las misteriosas causas de la muerte de su mujer y la
desaparición de su cuerpo, en la que quizás Ulloa tiene mucho más que ver de lo
que quiere reconocer.
Lo cierto es que
Oriol Paulo ha realizado un film muy aseado partiendo de una premisa nada
original, pues la acción se sigue con cierto interés y el trabajo del reparto
resulta bastante aceptable. El director
catalán consigue crear una atmósfera inquietante utilizando la incesante lluvia, los relámpagos
y algunos ruidos contundentes como elementos catalizadores derivados de un guión con demasiadas trampas y falsas pistas que
toma como escenario, casi único, una tétrica morgue durante una larga y gélida
noche. Un escenario que actúa como un
laberinto de espejos deformantes donde nada es lo que parece, un juego de
cluedo o el gato y el ratón en donde todas las pistas diseminadas surgen para guiar
al peculiar inspector a la resolución de un caso que aparentemente tiene un
móvil claro: un tipo ha liquidado a su ricachona esposa harto de su carácter
amenazador, manipulador y humor corrosivo, para así poder escapar con su joven
amante, Carla Miller (Aura Garrido).
Paulo maneja con soltura los códigos
del thriller psicológico manteniendo
la tensión hasta el final, y a través de unos flashbacks bien diseñados abre dos líneas temporales que nos
introducen en las convulsas relaciones de los protagonistas, y por ende, en la
intriga que nos lleva a preguntarnos ¿por qué se ha hecho desaparecer el
cadáver? ¿Tal vez para evitar la autopsia y con ella a las respuestas a un
montón de interrogantes? Demasiado fácil, pronto intuimos que la retorcida
imaginación de sus guionistas nos deparará finalmente un giro brutal e
inesperado.
Tomando como influencia
a la magistral Pura formalidad (Guseppe Tornatore, 1994), film en el que un
inspector encarnado por un Roman Polanski pluscuamperfecto someterá durante una
noche tormentosa a un duro interrogatorio a un escritor sospechoso de asesinato
e interpretado de manera excelente por Gerard Depardieu, la alambicada trama de
EL
CUERPO contiene excesivos subrayados, algunos agujeros y situaciones
poco creíbles, la calidad de la edición de sonido es bastante mediocre, lo que conlleva que algunas líneas de diálogo se pierdan, y ciertos elementos estéticos
se nos antojan chirriantes, como el ridículo peinado de José Coronado o el atuendo de esa mujer policía que parece
ataviada para un festival heavy. Aún así, la propuesta se nos muestra como un
ejercicio de género entretenido y solvente, técnicamente impecable y elegante
en su puesta en escena.
Al clima lúgubre
y glacial no le falta el toque gore ni los típicos recursos estilísticos y
claustrofóbicos del gótico (esas luces que se apagan, la aparición
fantasmagórica del cadáver de Mayka, la lluvia azotando las ventanas, las frías camillas de disección forense, los
cadáveres que cambian de identidad), para arrastrar al espectador a un clímax
insospechado, que ataca más a la vía emocional que al súbito impacto, la
venganza del perdedor sobre esa clase social alta que se cree tan inteligente
como intocable.
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