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martes, 21 de agosto de 2012

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: DELIVERANCE

Mis películas favoritas
DEFENSA (DELIVERANCE)
DIRECTOR: JOHN BOORMAN.
INTÉRPRETES: BURT REYNOLDS, JOHN VOIGH, NED BEATTY, RONNY COX.
GÉNERO: ACCIÓN / EE. UU. / 1972  DURACIÓN: 105 MINUTOS.    
   
     Dirigida por el británico John Boorman y basada en la primera novela (Liberación, 1970) del extraordinario poeta norteamericano James Dickey (un relato que, por cierto, ha servido de inspiración a muchos autores contemporáneos y que hace unos años fue reeditado por la editorial Destino), DEFENSA narra la brutal aventura sufrida por cuatro amigos, Lewis (Burt Reynolds), Ed (John Voigh), Bobby (Ned Beatty) y Drew (Ronny Cox), que durante un fin de semana deciden bajar en canoa por el río Cahula antes que el bellísimo y salvaje paraje quede inundado por las aguas de una presa que se va a construir. Todo transcurre con normalidad, los amigos se entretienen el primer día observando el precioso enclave situado en los montes Apalaches e ironizando sobre la rara idiosincrasia de los aldeanos. Pero al día siguiente son asaltados y agredidos violentamente por dos lugareños, comienza así una terrible pesadilla para los amigos cuyo final puede ser la muerte.


       Sólo era un niño pero recuerdo bien la especial turbación que produjo en mí este magistral film, todavía no acababa de entender bien su mensaje último, el crescendo brutal como esencia de su trasfondo argumental, sin embargo, quedé fascinado por el modo en que Boorman había diseñado secuencias tan feroces y humillantes como la de la sodomización de Bobby, por el magnetismo visual de un paisaje inhóspito de naturaleza virgen, subrayado con una atmósfera tan envolvente como agobiante. DELIVERANCE, film de un intenso ritmo y desafiantemente violento, desarrolla un argumento que encierra muchas de las obsesiones y constantes temáticas del realizador de Excalibur, y se nos presenta, a través de un tratamiento descarnado, como un certero discurso sobre el insalvable abismo existente entre dos culturas, la urbana y la rural, civilizaciones que cohabitan no muy lejos la una de la otra, mas tienen un modo muy diferente de subsistencia y de encarar la vida.

       Los nativos hillbillies (término que se usa en Estados Unidos para denominar a los peculiares lugareños de las zonas más remotas, rurales y montañosas como los Apalaches), habitantes de comunidades endogámicas, cerradas y dueños de una violencia animal reposada durante años – a veces durante toda la vida- y que estalla en un instante, han tenido excelentes aproximaciones en las obras de distintos cineastas (recuérdese Perros de paja de Sam Peckinpah, Furtivos de José Luis Borau, Pascual Duarte de Ricardo Franco, Terciopelo azul de David Lynch, El séptimo día de Carlos Saura). Empero la película de Boorman no trata sólo de reflejar ese hecho, pues se atisba un interés por demostrar cómo la naturaleza, lejos de ser un lugar idílico, puede convertirse en demasiadas ocasiones en un campo de minas, en una peligrosa y mortífera trampa, y como frecuentemente y de manera festiva e inconsciente, el hombre de ciudad cree estar preparado para invadir frívolamente sus dominios, como si de un juego se tratara, por puro entretenimiento.



       Es por eso que la película también se puede ver como una llamada de alerta a todos esos exploradores y aventureros de salón que, sin apenas experiencia, se lanzan alocadamente a romper la rutina con grandes dosis de emoción practicando deportes de riesgo. La brillante iluminación de Vilmos Zsigmond eleva admirablemente el tono del relato, la angustia de unos personajes que, si sobreviven, no se sentirán a salvo hasta que no pisen el asfalto. Film también famoso por la virtuosa música de banjo que incluye.

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