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domingo, 17 de junio de 2012

PROYECT X


Proyecto: hasta que el cuerpo aguante
PROYECT X
DIRECTOR: NIMA NOURIZADEH.
INTÉRPRETES: THOMAS MANN, MILES TELLER, OLIVER COOPER, JONATHAN DANIEL BROWN, DAX FLAME, KIRBY BLISS BLANTON..
GÉNERO: COMEDIA / EE. UU. / 2012  DURACIÓN: 88 MINUTOS.   
    
      Uno nunca sabe dónde está la fórmula del éxito, aunque el productor de Resacón en las Vegas, Todd Phillips (el nuevo rey de la comedia gamberra), parece tener buen ojo para el asunto. De nuevo da en la diana al producir la ópera prima del director británico de ascendencia iraní Nima Nourizadeh, que formado en el campo del videoclip y sobre una idea de Michael Bacall logra un nuevo film de impacto taquillero, pues PROYECT X lleva más de 100 millones de dólares recaudados partiendo de un ajustado presupuesto de 12 millones. Así, este panegírico de las fiestas bestiales acabará convirtiéndose en un clásico generacional instantáneo con una influencia corrosiva sobre nuestra actual juventud, que ya anda montando fiestas similares con las consiguientes consecuencias.

      El argumento de PROYECT X es muy simple: Los padres de Thomas (Thomas Mann) se marchan de vacaciones tranquilos porque están seguros de que su hijo de 17 años es un perdedor nato, un don nadie que no va a ocasionar ningún problema al quedarse solo en su lujosa casa. Lo que no se imaginan es que la ocasión será aprovechada por el joven para organizar una fiesta de cumpleaños a la que invita a sus amiguetes frikis, Dax (Dax Flame), J. B. (Jonathan Daniel Brown) y Costa (Oliver Cooper), que será el encargado de diseminar las invitaciones a través de las redes sociales, mensajes en los móviles y páginas web. De este modo, Thomas asiste estupefacto a la llegada de más de 1500 invitados copando toda su propiedad, en la que prácticamente no queda ni un solo metro libre. Es una fiesta monstruosa con música a tope, regada con alcohol, aliñada con éxtasis y sexo desenfrenado. Un descomunal fiestorro que escapa a su control y acaba causando un desproporcionado desorden público, pero quizás todo esto tenga algo positivo y Thomas acabe ligándose por fin a la popular morenaza Alexis (Alexis Knapp) o tal vez a la sensible rubia Kirby ( Kirby Bliss Blanton).

      Este cronista temía que el ya manido rodaje “cámara en mano” (mockumentary) resultase demasiado molesto, pero en esta ocasión se ha logrado que esa cámara tantas veces afectada por el Parkinson no resulte tan mareante. La presentación de los protagonistas se hace de una manera ligera con cuatro pinceladas que nos acercan a la rutina de  de esos nerds supersalidos, echar un polvo es el leit motiv de estos perdedores para montar lo que será la gran protagonista de la función: la  fiesta, la más salvaje, grande y popular de la historia, que acabará convirtiendo en héroes a un trío de losers impopulares y desubicados. En realidad de lo que se trata, como antes lo hicieron cintas como Desmadre a la americana, Porky´s, Amercican Pie o Supersalidos, es de realizar un retrato desenfocado de una generación, la actual youtube, esclavos de la tecnología, con enormes taras educacionales y problemas para encontrar su sitio en la sociedad. Una generación despreocupada por el mañana que piensa que la mejor forma de romper su innato aburrimiento es montando fiestas épicas y descomunales, a ver si en una de estas, tan salidos como están, mojan el churro. Ese desenfreno orgiástico en que se convierte la bacanal contiene algún momento hilarante aunque no por ello menos chusco (el enano conduciendo el Mercedes del padre de Thomas y arrojándolo a la piscina).

      No estamos hablando de una película original (con las pelis antes mencionadas la única variante es el tamaño monumental de la fiesta y su capacidad destructiva: todo un barrio residencial), ni llena de diálogos inteligentes; aquí los gags se reducen a las situaciones que va recogiendo la cámara (despelotes, el enano en el horno, el perro que sale volando arrastrado por un puñado de globos, la figurita del gnomo que al ser bateada esconde una sorpresa, Thomas y J. B. lanzándose a la piscina desde el tejado y muchas, muchas tetas), y a las reacciones de los invitados borrachos, drogados o practicando sexo ante el objetivo de ésta. De manera que, los personajes, faltos de profundidad, aparecen y desaparecen en pantalla cogidos en una acción cada vez más absurda, por lo que el espectador no siente ninguna empatía hacia ninguno de ellos. Su ambiguo final convierte el artefacto en una colosal apología de las juergas desmadradas interminables y peligrosas. Ni soy sociólogo ni seré yo quien lo critique ¿o es que nuestra sociedad, nuestro mercado laboral ofrece grandes salidas a esta juventud desnortada? Si para ser popular necesitas incendiar el mundo, adelante. Como ejemplo de peligrosidad e irresponsabilidad tenemos a nuestros políticos y banqueros, con sus propiedades, dinero, trajes y corbatas sí que haría yo una buena pira.

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