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martes, 26 de junio de 2012

MS1: MÁXIMA SEGURIDAD


Plagio descarado en el que sólo luce Guy Pearce
MS1: MÁXIMA SEGURIDAD
DIRECTORES: JAMES MATHER Y STEPHEN ST. LEGER.
INTÉRPRETES: GUY PEARCE, MAGGIE GRACE, PETER STORMARE, TOM HOLLANDER, JOSEPH GILGUN.
GÉNERO: CIENCIA FICCIÓN / FRANCIA / 2012  DURACIÓN: 95 MINUTOS.   
     
      Luc Besson es un tipo que me cae bien aunque siempre me ha interesado más su faceta como director que como productor, pues de esta última la única película que merece la pena rescatar es la excelente Venganza (Pierre Morel, 2008) de la que, confesaré, la ansiedad me corroe esperando su secuela. De todas formas, habrá que reconocer que el cineasta francés es, desde hace mucho tiempo, el único europeo capaz de hacer frente con sus producciones a la pesada maquinaria hollywoodiense. Ahora, tras ver un corto dirigido por los irlandeses James Mather y Stephen St. Leger, su compañía Europa Corp les financia esta ópera prima en forma de thriller de ciencia ficción que lleva por título MS1: MÁXIMA SEGURIDAD, un film que sólo funciona a medias, pero que acabará convenciendo a muchos de que Guy Pearce puede ser un espléndido héroe de acción.
     
      Veamos: La MS1 es una prisión experimental situada en el espacio y que orbita a 50 millas de la Tierra. En asa hermética fortaleza se encuentran encerrados los 500 criminales más peligrosos del planeta, a los que se mantiene en estado de letargo inducido. La hija del presidente de los Estados Unidos, Emilie Warnock (Maggie Grace), encabeza una expedición humanitaria a bordo de una estación espacial que llega a la MS1 justo en el mismo momento que tiene lugar un violento motín liderado por los hermanos Alex (Vincent Regan) y Hydell (Joseph Gilgun). Emilie es tomada como rehén junto con otros trabajadores de la prisión. Al presidente no le queda otra  alternativa que enviar al antiguo agente Snow (Guy Pearce), con la esperanza de rescatarla. Snow es un convicto encerrado por conspiración y espionaje contra los Estados Unidos por el siniestro jefe de los servicios secretos Langral (Peter Stormare), a quien le prometen la conmutación de su pena si cumple con la misión –suicida- de salvar a Emilie. 

      Como adivinarán los aficionados más cinéfilos la trama no tiene nada de original, más bien parece un plagio no confeso aunque nada soterrado del clásico de John Carpenter 1997: Rescate en Nueva York con toques humorísticos al estilo de La Jungla de cristal o El último boy scout, e incluso cuenta con ciertos flashes atmosféricos que nos recuerdan a aquella interesante película firmada por el propio Besson, El quinto elemento. Sí, demasiados pegotes y resonancias como para tomarse el film demasiado en serio, no lo hago porque sé que ciertos toques personales del productor me harán disfrutar el momento y olvidar rápidamente un invento en el que Guy Pearce (actor por el que tengo debilidad y que se convierte en lo mejor de la función) para limpiar su nombre tiene que salvar a la hija del presidente, premisa muy manida con la que sus responsables no inventan la pólvora. Toda la película está punteada por esa cáustica ironía que tan bien han puesto en práctica personajes interpretados por Bruce Willis o Stallone, pero de un argumento esquemático sólo podían emanar personajes estereotipados a través de un desarrollo dramático poco inteligente.

      De modo que, partiendo de tan sintética historia, el tándem de directores, guiados por Besson, ponen énfasis en los códigos y tópicos del cine de acción estadounidense  que tienen como único objetivo el puro y duro entretenimiento. La peli ofrece lo que promete y en ningún momento se propone ir más allá, uno no sabe si por las deficiencias del guión y su ajustado presupuesto (20 millones de dólares no dan para muchas alegrías en cuanto a efectos especiales: la secuencia de la persecución en moto es de chiste),  o por el escaso talento de estos desconocidos cineastas irlandeses a cuyo efecto esta cinta debería servir de lanzadera. El caso es que MS1: MÁXIMA SEGURIDAD no defraudará a los aficionados que se lo pasan bomba con pelis como Fortaleza infernal o el mítico film de Carpenter antes citado. Con una ambientación asfixiante y unos escenarios fríos y metálicos en la línea de Alien, unos efectos especiales de videojuego y unos personajes acartonados y previsibles (la tal Maggie Grace no da mucho juego y el villano Joseph Gilgun cae simpático de villano tan sobreactuado), sólo Guy Pearce se eleva como atractivo mayor, dando vida a un antihéroe rocoso, sarcástico y castigador, el actor australiano hace uso de recursos que ponderan su carisma de perdonavidas marcado por las cicatrices del pasado.

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