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sábado, 10 de marzo de 2012

FOTOGRAMAS EN LA RETINA: EL AMANTE BILINGUE



      Claro que se podía haber logrado una mejor adaptación de la novela de Juan Marsé, pero tras un reciente visionado este cronista no comparte la opinión generalizada de que EL AMANTE BILINGÜE (Vicente Aranda, 1993) sea una película totalmente fallida. La acción nos sitúa en la Barcelona de 1970 y narra la historia de Juan Marés (Imanol Arias), un tipo de extracción humilde, ventrílocuo de profesión y acordeonista aficionado, que un día en una exposición fotográfica conoce a Norma (Ornella Muti), preciosa hija única de un matrimonio barcelonés. Pese a que existen entre ellos enormes diferencias sociales y culturales, Juan y Norma se casan para posteriormente separarse cinco años después. Sin la protección económica de su matrimonio, Juan se ve reducido a la indigencia y toca el acordeón en las calles para sobrevivir. Herido en un atentado terrorista, pierde un ojo, el cabello, las cejas y su mente se ve asaltada por la esquizofrenia. Por las noches, un extraño personaje, Juan Faneca, rompe su soledad y le aconseja que recupere a Norma, y a modo de Jekyll y Mr. Hyde el personaje ficticio se va adueñando de su voluntad.


      Convertida en sátira feroz sobre la dualidad lingüística y social catalana, agravada en esta ocasión por la diferencia de clase, El amante bilingüe naufraga en su empeño  de compaginar esa sátira sociopolítica con las obsesiones sexuales de su pareja protagonista (Arias y Muti), empero cuenta con unas interpretaciones excelentes y momentos puros de comedia muy afortunados. Este crítico ha vivido muchos años cerca del edificio Walden 7, de Ricardo Bofill (que aparece en el film rodeado de una red protectora porque constantemente se despegan las baldosas de su fachada, símbolo así de una progresía burguesa que se desmorona) y es por eso que, además de ser un gran fan de Marsé, asistí al estreno de la película acompañado de unas amigas. El epílogo de la jornada fue decepcionante: mis amigas sólo se acordaban de Bardem -en un pequeño papel de limpiabotas- con su verga sirviendo de percha a un zapato; y yo de Ornella Muti –por aquellos años considerada como la mujer más guapa del mundo- con las caderas ardientes como dunas del desierto. ¡Estamos apañados!, dije.  

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