“BULLIT”
DIRECTOR: Peter Yates.
INTÉRPRETES: Steve MQueen,
Jacqueline Bisset, Robert Vaughn, Don Gordon, Robert Duvall, Simon Oakland,
Carl Reindel, Norman Fell.
GÉNERO: Acción / DURACIÓN: 113 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 1968.
El director británico Peter Yates, que venía de dirigir en su país El gran robo (1967), dramatización del famoso robo del British Royal Mail en 1963, irrumpe en Hollywood dirigiendo Bullit un año más tarde… y jamás volvería a rayar a tanta altura. El confidente (1973) y El relevo (1979) están muy bien, pero alejadas de la calidad de esta icónica película que cuenta con la magnética presencia de Steve MQueen. La trama es simple con alguna idea ingeniosa, aunque en realidad, importa poco: Frank Bullit (MQueen) es un teniente de la policía de San Francisco al que un ambicioso fiscal le encarga el trabajo de proteger a un testigo que está dentro del programa de protección y al que persigue la mafia de Chicago. A pesar de toda las precauciones y la seguridad que le brinda, Bullit no puede evitar que el testigo sea asesinado. A partir de entonces, pondrá todo su empeño en investigar el caso, que será más complejo de lo que parece a primera vista.
Bullit es un thriller filmado de forma sobria y elegante, pero con ínfulas de modernidad, alejado en carácter y estilo de los deprimentes policíacos que iban a ocupar la pantalla en la década siguiente. Bullit es una película con estilo, tan cool como el personaje protagonista que le da título, porque si algo queda claro más allá del desarrollo de la trama y la famosa secuencia de la persecución es que la película ha pasado a la historia por el carisma de Steve MQueen. Que a partir de entonces brillaría como la más luminosa estrella del firmamento de hollywoodiense. Marcando tendencia con sus chaquetas con coderas, sus jerséis de cuello alto, su peinado y su Ford Mustang. Tiene una novia guapísima (Jacqueline Bisset), que lo único que hace es lucir palmito y es incapaz de comprender cómo Bullit puede trabajar rodeado de tanta violencia. Y es que Bullit tiene un caso peliagudo entre manos, pero para ser sincero, al espectador esa investigación se la trae al pairo. No porque el argumento no resulte interesante, sino porque siempre importará menos que la imagen hipnótica de MQueen haciendo cualquier cosa. Yates sabe de su tremendo atractivo.
Y, por supuesto, Bullit es una de las películas más influyentes de la década de los 60, su huella la encontramos en French Connection, Heat, Ronin… Su tono seco, realista, pero con diálogos parcos, la profesionalidad de los dos implacables e impecables asesinos a sueldo, que actúan en silencio y sin histrionismo, infunden a la acción una gran tensión, la virtuosa iluminación de William A. Fraker que siguiendo las indicaciones de Yates convierte a San Francisco en un mítico personaje más con sus calles tobogán, la música del maestro argentino Lalo Schifrin con ritmo de jazz confieren al marco dramático de la acción un ambiente especial, con una labor de montaje dinámico absolutamente prodigiosa. Si a todos esos ingredientes le sumamos la participación de unos secundarios de lujo como Robert Vaughn (el Napoleón Solo de El agente CIPOL), a Don Gordon como compañero de Bullit y a Robert Duvall en un papel escueto como imposible taxista, tendremos el cóctel perfecto para una película inolvidable.
Peter Yates deja que la cámara siga de
forma impenitente a Steve MQueen y se enamore de él, un policía hierático, de
pocas palabras, que jamás se ofusca ni muestra sus emociones, que se acuesta
tarde y se despierta tarde, que se divierte con su novia y que, tiene la
ingeniosa idea de hacer creer, incluso a sus superiores, que el testigo
protegido sigue con vida, para poder atrapar a sus asesinos cuando vayan a
rematarle. Transcurridas casi cinco décadas y media desde su estreno,
Bullit sigue siendo un lujo, uno de esos milagros del Séptimo Arte que,
como comenta Tarantino refiriéndose a MQueen, nunca un actor consiguió tanto
haciendo tan poco, le bastaba simplemente con estar allí, con llenar el
encuadre.
¿Has leído el libro de Tarantino?
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, hace un par de meses, por eso cito esta última frase textual suya. Aunque lo que cuenta es muy similar a lo que lo que yo escribí hace veinte años en una recopilación para mi periódico titulada "Cien películas que me llevaría a una isla desierta", y parecido a lo que habían comentado ya otros críticos.
ResponderEliminarUn abrazo.