Feminicidio en la ciudad santa
“HOLY SPIDER” êêê
DIRECTORA: Ali Abbasi.
INTÉRPRETES: Zar Amir-Ebrahimi, Mehdi Bajestani, Arash
Ashtiani, Forouzan Jamshidnejad, Mesbah Taleb, Alice Rahimi, Sara Fazilat.
GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 117 minutos / PAÍS: Dinamarca / AÑO: 2022
Al director iraní afincado en Dinamarca Ali Abbasi le conocimos cuando en el año 2016 presentó en el Festival de Sitges su película Shelley, un irregular drama rural con ecos de La semilla del diablo. Subió el listón en su siguiente largometraje, Border (2018), sobre una agente de aduanas que tiene una rara habilidad para poder oler la culpabilidad de cualquier individuo, pero su talento se pone a prueba cuando un tipo, aparentemente sospechoso, pasa junto a ella. Han pasado cuatro años desde aquel largo y ahora nos presenta Holy Spider, su tercera y mejor película.
Abbasi, que actualmente se encuentra dirigiendo algunos capítulos de la serie The Last of Us, sitúa la acción en el año 2001 en Irán. Una periodista de Teherán, Rahimi (Zar Amir-Ebrahimi) se sumerge en los barrios de peor reputación de la ciudad santa de Mashhad para investigar quién está detrás del reguero de cadáveres de prostitutas que va dejando un asesino en serie. Pronto se percatará de que las autoridades locales se muestran muy indiferentes y no tienen ninguna prisa por resolver el caso. Los crímenes son obra de un solo hombre que siempre actúa igual, una especie de justiciero que quiere limpiar la ciudad y purificarla de sus pecados eliminando las almas impuras.
Mientras junto estas letras pienso que, si la vida en los países occidentales da miedo, y en demasiadas ocasiones asco, me imagino cómo puede ser en países que profesan un fundamentalismo religioso llevado a extremos inhumanos como Irán… sobre todo para las mujeres. Esta producción danesa está basada en hechos reales ocurridos en 2001, y, por supuesto, está rodada fuera de Irán, concretamente en Jordania. Hubiera sido imposible rodarla en la república islámica gobernada con mano de hierro por el integrista presidente Ebrahin Raisi. Con una ambientación sórdida de las zonas más degradadas de Mashhad, ciudad santa de peregrinación donde está ubicado el monumental santuario del imán Reza. En la tradición del thriller clásico estadounidense deudor de Brian De Palma y David Fincher e incluso del más reciente thriller surcoreano, Abbasi utiliza todos los códigos y recursos del género para armar una trama que mantiene siempre un buen ritmo, cierta tensión y un interés costumbrista.
Una periodista llega desde Teherán a Mashhad para, ante la pasividad y desidia de las autoridades locales, investigar una serie de asesinatos de prostitutas que, presume, se hubieran resulto ya de no ser porque a la policía, los jueces y la sociedad les importa un carajo la vida de esas mujeres impías que comercian con su cuerpo, se drogan y maquillan. El espectador conoce pronto el rostro del serial killer llamado Saeed (Mehdi Bajestani), se mueve en moto y siempre actúa con el mismo modus operandi: enseña a las prostitutas un fajo de billetes, se las lleva en la moto a su casa y una vez adentro las estrangula con el pañuelo que llevan puesto el cuello, nunca las viola y abandona sus cuerpos en descampados. Según la creencia popular, no sólo del propio asesino, ellas representan el Mal, y él, un héroe justiciero que limpia las calles de la ciudad santa de inmundicia sacrílega.
Rahimi, la periodista que cuenta en la ciudad con la ayuda de un colega, es consciente de que para resolver el caso -sospecha que el asesino está realizando una fetua- tendrá que poner en riesgo su vida, pues las conclusiones tras entrevistarse con la policía y los familiares de las víctimas resultaron estériles. Es en ese punto, y tras mostrarnos el escalofriante itinerario del asesino y cómo mata a varias mujeres, cuando la función entra en ebullición y los acontecimientos se precipitan. Se impone subrayar la escena en que Rahimi, que vigila las zonas frecuentadas por prostitutas, tiene que huir de un desconocido que la persigue en moto. El asesino ha mordido el anzuelo, su siguiente paso será servir de carnaza, lo que requiere una valentía sólo al alcance de una heroína.
Ali Abbasi recrea una sociedad, la de su país de origen, reflejando una cruel realidad, pero alejándose de los burdos estereotipos, y logra que todo, personajes, situaciones y atmósfera, resulten creíbles. Sobre todo, el juicio al salvaje y perturbado asesino, al que buena parte de la sociedad considera un héroe, un hombre justo, el enviado de Alá para eliminar de la ciudad las almas pecadoras y sucias. Es en estos países (y no en España, uno de los países con menos asesinatos de mujeres del mundo) donde la misoginia, el acoso, el machismo, el desprecio y la cosificación de las mujeres alcanza cotas espeluznantes y resulta un verdadero martirio, pues sus vidas allí no valen nada valen nada. Fueron 16 (casi 17, si contamos a Rahimi) las mujeres asesinadas por Saeed Hanai, un número como cualquier otro en un país que no es para mujeres, y lo peor es que el criminal puede servir de ejemplo para otros monstruos generados por esas sociedades enfermas. De ahí, el devastador final y el amargo poso que nos genera.
Un asesino reflejo de una sociedad enferma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, hay muchos infiernos, pero están en este mundo.
ResponderEliminarUn abrazo.