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domingo, 21 de noviembre de 2021

CRÍTICA: "ÚLTIMA NOCHE EN EL SOHO" (Edgar Wright, 2021)

 

Inquietante paseo por el Swinging London

“ÚLTIMA NOCHE EN EL SOHO” êê

DIRECTOR: Edgar Wright.

INTÉRPRETES: Thomasin Mckenzie, Anya Taylor-Joy, Matt Smith, Terence Stamp, Diana Rigg, Rita Tushingham, Synnove Karls.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 118 minutos / PAÍS: Reino Unido / AÑO: 2021.

     El guionista y director Edgar Wright debutó en el año 2004 con la descacharrante sátira Zombies Party, película de culto instantáneo protagonizada por Simon Pegg dando vida a un crápula que no da un golpe al agua pero que tras un apocalipsis zombi hará lo posible por salvar a su novia y a su madre. Tras lo que supuso esa brisa fresca realizó la hilarante comedia Arma Fatal (2007), segunda entrega de la conocida como Trilogía del Cornetto que con los mismos protagonistas (Pegg y Nick Frost) es otra muestra del virtuosismo del director para las escenas de humor y el reflejo de los tópicos más absurdos de su país. En el año 2010 Wright presenta la comedia teen Scott Pilgrim contra el mundo, en la que un joven (Michael Cera) se enamora locamente de una chica a la que tiene que conquistar cumpliendo el reto de enfrentarse a sus siete exparejas que además tienen superpoderes. La Trilogía del Cornetto la cierra el cineasta con Bienvenidos al fin del mundo (2013), la más floja de las tres entregas que narra la reunión de cinco amigos veinte años después para completar una maratón alcohólica. En el año 2017 nos presenta la que es para este cronista su mejor película hasta la fecha, Baby Driver, un magnífico film sobre un joven conductor especializado en fugas que tras enamorarse desea dejar atrás la vida criminal. 

   Última noche en el Soho es un thriller psicológico que sigue a Eloise (Thomasin McKenzie), una joven apasionada de la moda que tras haber recibido una beca para estudiar diseño de moda se traslada a Londres. Apasionada de la moda y la música de los ‘60, tras alquilar una habitación en el Soho a una anciana, Ms. Collins (Diana Rigg) entra misteriosamente en esa década. Allí se encuentra con su ídolo, Sandie (Anya Tylor- Joy), una atractiva aspirante a cantante que comienza un idilio con un representante de artistas, Jack (Matt Smith). Pero el Londres de los sesenta no es lo que parece y las ilusiones comenzarán a desmoronarse con sombrías consecuencias.

    El pastiche de géneros (drama, musical, thriller, fantástico, giallo…) que ha metido en la coctelera Edgar Wright tiene un sabor raro y resulta poco digestivo. Así nos encontramos con un irregular ejercicio de estilo en el que falta el elemento esencial que ha caracterizado toda su filmografía: el humor. Última noche en el Soho carece absolutamente de esa chispa convirtiéndose en la película más severa del director, también en la más insustancial. A través de Eloise, una estudiante de diseño de moda y apasionada de la música y el ambiente cultural de los años 60 que, con una beca en el bolsillo, se muda a Londres para estudiar, la función nos hace viajar a aquellos años y regresar al presente de un modo reiterado. Sucede cuando Eloise alquila una habitación a una anciana en el Soho. Una vez instalada, la protagonista comienza a sufrir una misteriosa transformación, tiene inquietantes visiones y se sumerge en extraños sueños que la trasladan al Swinging London en plena efervescencia sesentera. Cruzando el espejo, Eloise se ve conectada con una aspirante a cantante llamada Sandie. Pero sus fantasías se convertirán en pesadillas tan reales como delirantes.

   Contando con el concurso de una pareja de intérpretes muy populares en los sesenta como guiño al imaginario idólatra de esa década (Terence Stamp y Diana Rigg), sabemos que, como Tarantino, Wright es un director melómano y cinéfilo, aquí el abusivo ensamblaje de los hits musicales de la década de los 60 percuten de forma machacona en la deslumbrante estética y atmósfera sesentera para poner el colorido a una historia de escaso interés narrativo y puerilmente discursiva sobre el ancestral abuso que han sufrido las mujeres.

        Eloise, La estudiante huérfana que vive con su abuela se traslada a Londres y sus ensoñaciones encuentran su espectacular reflejo en Sandie, otra joven que se trasladó a Londres en los años sesenta persiguiendo su sueño de ser cantante. A partir de entonces, Eloise se mueve por dos universos (los ’60 y el presente) encontrándose inmersa en una espiral demencial que el director británico introduce con sinuosas transiciones sin que el eje narrativo de los viajes temporales resulte artificioso. Wright tira al vertedero de la nostalgia el viejo axioma “cualquier tiempo pasado fue mejor” y se abona al zeitgeist para despellejar la dulce melancolía de unas generaciones que tienden a mitificar la década prodigiosa, que también escondía una cara tenebrosa (la explotación de la mujer) que ha tomado forma afilada en el espíritu de los nuevos tiempos. Finalmente, Sandie, como hizo Charles Manson con el largo verano del amor, asalta la pasión y él éxtasis del Swinging London y Carnaby Street con un cuchillo, porque como dice Eloise, Londres también era un lugar peligroso. Pues ni la música, ni la moda, ni el cine, ni un peinado o un vestido bonito refleja toda la realidad, la visión caleidoscópica de una época.

4 comentarios:

  1. Aunque dista de ser una película redonda, me hizo pasar un buen rato.

    Un abrazo.

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  2. Me esperaba más, sobre todo porque me gustó mucho Baby Driver. Seguiré confiando en este director, no siempre se puede rayar a un gran nivel.

    Un abrazo.

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