El orgasmo está en la mirada
“THE VOYEURS” êêê
DIRECTOR: Michael Mohan.
INTÉRPRETES: Sydney Sweeney, Justice
Smith, Ben Hardy, Natasha Liu Bordizzo, Katharina King, Cait Alexander.
GÉNERO: Thriller erótico / DURACIÓN: 122 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2021.
El director estadounidense Michael Mohan cuenta con una breve filmografía que comienza en 2012 con la comedia romántica Save the Date, película independiente presentada en a sección oficial del Festival de Sundance que narra las convulsas relaciones sentimentales de varias parejas hoy en día. Tras dirigir el cortometraje Pink Grapefruit (2015), se hace cargo como creador y director de la serie sobre estudiantes Todo es una mierda (2018). The Voyeurs es, por lo tanto, su segundo largometraje.
La película de Amazon Studios nos cuenta la historia de Pippa y Thomas (Sydney Sweeney y Justice Smith), una pareja joven que acaba de mudarse al apartamento de sus sueños en Montreal. En el confort de su nuevo hogar descubren que los aplios ventanales de su loft permiten ver el interior del piso de enfrente y no pueden resistirse a espiar a sus vecinos, Sebastian y Margot (Ben Hardy y Natasha Liu Bordizzo), una pareja joven y atractiva que practican sexo sin ningún pudor con las cortinas abiertas de par en par. Pippa y Thomas convierten la observación de sus vecinos en una excitante obsesión e intentan interferir en sus vidas de forma anónima. Pero pronto descubrirán que su osadía tendrá consecuencias.
Los vecinos mirones componen un subgénero cinematográfico que se vio impulsado por la seminal La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954) y que ha aportado muestras interesantes como Doble cuerpo (Brian De Palma, 1984) o Disturbia (D.J. Caruso, 2007), por citar un par de ejemplos. Pero ninguno, que yo recuerde con un componente sensual tan acusado como The Voyeurs, que ha conseguido que me inunde la nostalgia recordando los thrillers eróticos de los años 90. Y aunque sólo sea porque estamos hambrientos de contactos, la idea me ha resultado muy sugerente.
La película de Mohan llega en el momento justo, cuando intentamos saciarnos de piel, sudor y secretos íntimos de alcoba. Puede que el verdadero orgasmo llegue a través de la mirada, el director también lo intuye y se recrea en el lenguaje corporal de los esculturales cuerpos de los protagonistas, las sinuosas posturas y lo que les excita para llegar al verdadero orgasmo mientras el corazón del espectador palpita con fuerza. La pareja interracial compuesta por Thomas y Pippa (él, músico, ella, oftalmóloga), acaban de mudarse a un loft de ensueño en una zona acomodada de Montreal. Desde su ventana observan cómo una pareja hace el amor sin importarle que los miren. El descubrimiento de tan morboso entretenimiento tiene que esconder alguna trampa, y eso es algo que el espectador más avispado adivinará pronto.
Ese es el enigma que confiere interés a
la función, porque no sabemos en qué consiste el misterio, aunque ya imaginamos
que finalmente nos regalará una moraleja. Cierto que el espectador tendrá que
pasar por alto algunos aspectos dejando suspendida la credibilidad (el invento
de los mensajes con la impresora desde otro edificio, el laser para escuchar
las conversaciones y algunas casualidades muy llamativas), pero somos
conscientes de que estamos ante un divertimento sin pretensiones y nuestro
interés se centra en las sensuales escenas y en el secreto que esconde el tal
Sebastian, ese guapo fotógrafo que se exhibe haciendo el amor con su mujer y
practica sexo con todas las aspirantes a modelos que le buscan para una sesión
fotográfica. Algo que incomoda sobremanera a Pippa, dispuesta a contarle a
Margot las infidelidades de su marido en contra de la opinión de Thomas. Es con
esta decisión cuando se produce un punto de inflexión, con varios giros argumentales
que moldean el arco dramático y se intensifica el suspense. Lo que era un pasatiempo
excitante acaba convirtiéndose en un juego peligroso que trastornará las
relaciones de las dos parejas. La tragedia se cierne sobre ellos y la función
seguirá con sus maquiavélicas vueltas de tuerca para que nadie quede libre de
culpas y de sus consecuencias. ¿La moraleja? Vive tu vida y deja en paz las
vidas ajenas.
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