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jueves, 11 de marzo de 2021

CRÍTICA: "FUNNY FACE" (Tim Sutton, 2020)

Un decadente drama romántico

“FUNNY FACE” êê

DIRECTOR: Tim Sutton.

INTÉRPRETES: Cosmo Jarvis, Dela Meskienyar

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 100 minutos / PAÍS: Estados Unidos / AÑO: 2020.

   Tras debutar con la poética Pavilion (2012), film que sigue a un grupo de adolescentes perdidos, y dirigir Memphis (2013) sobre un extraño cantante de soul que deambula por las calles de Memphis, el cineasta independiente Tim Sutton se adentró en una temática mucho más tenebrosa con Dark Night (2016), inspirada libremente en la masacre que tuvo lugar en los multicines Cineplex de Aurora (Colorado) durante la proyección de El caballero oscuro de Christopher Nolan, para a continuación dirigir la más ambiciosa y violenta Donnybrock (2018), que versa sobre un ex marine que vive con su familia en una caravana y sueña con dejar esa mísera y deprimente vida concursando en un sangriento concurso denominado Donnybrock y que consiste en una pelea masiva. Ver críticas de estas dos últimas películas en este blog.

    Con Funny Face, Tim Sutton nos sitúa en Brooklyn, mítico distrito de la ciudad de Nueva York  amenazado con perder la identidad por culpa de la especulación inmobiliaria. Una noche, dos jóvenes, Saul y Zama (Cosmo Jarvis y Dela Meskienyar) se conocen en una tienda cuando ella trata de robar una bolsa de pistachos. Son dos huérfanos castigados por el capitalismo que se juntan debido a las circunstancias y que siguen hacia delante pese a sus diferencias, dándose esperanza el uno al otro. Mientras tanto, en su torre de marfil, el hombre adinerado, indirectamente responsable de sus penurias, lucha por encontrar razones para sonreír.

    Incidiendo en sus temas recurrentes, personas solitarias y perdidas en la vorágine de la gran ciudad, seres marginados y abatidos por un sistema hostil, Sutton diseña una estética decadente y setentera para relatar una nueva crónica de un fracaso, con una economía en crisis y evidente pérdida de los derechos colectivos e individuales como consecuencia del hipercapitalismo salvaje, una estética que en algunos momentos recuerda a Taxi Driver y Joker. Funny Face es, a su manera, una película romántica (si es que queda algo de romanticismo en estos tiempos de náufragos e inseguridades), pero ni mucho menos una historia de venganza como algunos la han querido vender. No hay venganza, los ricos ganan siempre y los Knicks siguen perdiendo. Saul y Zama son dos seres desplazados que se conocen en el vertedero de la noche neoyorquina, dos almas perdidas que se animan y protegen de la locura siempre latente, de un abismo que los mira fijamente. Sutton, como casi siempre, lo fía todo a la imagen, a una plasticidad que hace brillar luces de neón para dibujar bellas postales. Sin embargo, la parquedad de los diálogos y una narración morosa y fría, carente siempre de un eje definido, consigue que la función sea más una galería de imágenes sugerentes y llamativas que un relato emocional y coherente.

    Funny Face no cae en el naufragio total debido a la sentida actuación de Cosmo Jarvis, con el carisma suficiente para llenar la pantalla con su lacerante aflicción y su excéntrica figura. Aún así, Sutton no le deja brillar con plenitud tal vez debido al escaso peso de la historia y a una excesiva contención que ensombrece su ira. Todas las escenas de Funny Face se pueden disociar sin que por ello de resienta una línea argumental tan simple como reiterativa, más allá de los planos fascinantes de una Nueva York melancólica y deprimida, con tiendas de barrio y luces que titilan a lo lejos. Se entiende el mensaje y sabemos que la economía lo condiciona todo, que en tiempos de crisis y carroña los ricos se vuelven más voraces y depredadores, más crueles e inclementes. Una crítica social al capitalismo parasitario que nunca se muestra muy incisiva porque Sutton no afila las aristas a los temas planteados, tampoco ayuda el ritmo lacónico con el que se desarrolla el relato. La música electrónica creada por Phil Mossman percute sobre una historia de perdedores arrojados a la deriva de un sistema que vive de espaldas a las pequeñas tragedias.


2 comentarios:

  1. En más de una crítica he leído lo de la narración inconexa.

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  2. Mas que inconexa -porque la trama se sigue de forma lineal-, yo diría que se pueden disociar muchas de las escenas sin que se altere el relato. Debido, tal vez, al leve in crescendo, y a secuencias reiterativas que no aportan gran cosa.

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