Un thriller moral
“BAJOCERO” êêê
DIRECTOR: Lluis Quílez.
INTÉRPRETES: Javier Gutiérrez, Luis Callejo, Patrick
Criado, Karra Elejalde, Andrés Gertrudix, Isak Férriz, Miquel Gelabert, Édgar
Vittorino.
GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 106 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2021.
Segundo largometraje del director catalán Lluis Quílez tras su debut en 2014 con Out of the dark, fallida cinta de terror plagada de lugares comunes y golpes de efectos simplistas. En medio de estas dos películas, en su filmografía encontramos el mediometraje de ciencia-ficción Graffiti (2016), un relato sobre un personaje que deambula por un mundo postapocalíptico tras producirse un “incidente” que aniquiló la vida tal y como la conocemos; y el cortometraje 72% (2017), porcentaje que se refiere al contenido de agua del cuerpo humano y que las personas necesitan mantener estable para que no se rompa el frágil equilibrio del que depende sus vidas.
Bajo el auspicio de Netflix, Bajocero nos sitúa en una noche cerrada de un gélido día de invierno. En una carretera deshabitada, un furgón que traslada una cuerda de presos es asaltado brutalmente en mitad del viaje. Martin (Javier Gutiérrez) el policía que conduce el furgón blindado, consigue sobrevivir y atrincherarse dentro de la cabina del vehículo, mientras su compañero de manera confiada sale a ver qué pasa. En el interior del furgón, los presos tratan de encontrar la manera de acabar con Martín y escapar. En el desolado paraje alguien está al acecho, un tipo misterioso que quiere que le entreguen a uno de los reclusos y no parará hasta que lo consiga. Martín tratará de luchar por su vida y cumplir con su deber, aunque eso signifique poner en duda todos sus principios.
Lluis Quílez y Fernando Navarro, guionistas de Bajocero, escriben un libreto aseado pero con lagunas y algunas escenas como la presentación de Martín en el coche con su mujer y una de sus dos hijas que aunque parece separada del resto de la función, servirá en el último tramo del metraje para empatizar con el personaje de Miguel, al que da vida Karra Elejalde. Hay detalles que chirrían: no resulta creíble que Miguel cambie solo las ruedas pinchadas de un furgón blindado con seis presos dentro y un policía, y ni mucho menos es verosímil el arranque de ira de Patrick Criado que le hace reconocerse culpable ya sin ninguna presión. Bajocero funciona más en un sentido atmosférico que en las constantes de su línea argumental, tan básica como efectista, para adentrarnos en el ambiente asfixiante de un furgón policial cargado de presos y varado en medio de un paisaje glacial que lo convierte en un polvorín a punto de estallar. Un furgón convertido en blanco de una amenaza exterior que sabemos lo que busca, pero ignoramos el por qué, algo que será revelado en el clímax final convirtiendo la función en un thriller con mensaje ético. Momento en el que el agente de policía Martín romperá su retrato de estricto cumplidor de la ley.
El gélido y tenebroso viaje del furgón
envuelto en una espesa niebla actúa como advertencia de un peligro latente, que
se hace más intenso cuando desaparece el coche policial que circula vigilando
el trayecto delante del furgón, que poco después queda inmovilizado por unos nada
casuales pinchazos. Cierto que la acción resulta trepidante dentro de una
propuesta que fusiona géneros como el drama social, el thriller y el western,
pero Quílez no se detiene demasiado en explicaciones ni en el perfil
psicológico de los personajes, que no dejan de ser meros estereotipos, y sólo
al final ofrece respuestas con una confesión que no se ve apoyada por ningún
flash back. Además de la ambientación, el director acierta con la interacción
entre presos y policías, punteadas siempre con humor, mala baba, violencia y
comprensión. El nivel de la función se mantiene constante gracias a
los recursos interpretativos de Javier Gutiérrez (en una actuación muy física),
Luis Callejo y Patrick Criado, pero es en los húmedos ojos de Karra Elejalde en
donde el espectador encontrará las respuestas, el inmenso dolor y la
inabarcable tristeza, convirtiendo Bajocero en una claustrofóbica fábula
moral que nos recordará casos como el de Marta del Castillo. Y estaremos de
acuerdo en que hay veces en que la mayor condena de unos padres es seguir
viviendo.
El argumento me parece tópico, los personajes estereotipados y las situaciones rozan lo inverosímil. Ello no obstante, reconozco que es muy entretenida y el clima de suspense está conseguido, sobre todo en su primera mitad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como bien apuntas, entretenida. Pero eso en estos tiempos, no es algo desdeñable.
ResponderEliminarUn abrazo.
Aún no la he visto y no me decido a ello. Puede que más adelante, cuando me vaya quedando tiempo.
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