Mis películas españolas favoritas
“EL MUNDO SIGUE” êêêêê
DIRECTOR: Fernando Fernán Gómez.
INTÉRPRETES: Lina Canalejas, Gemma Cuervo, Fernando
Fernán Gómez, Milagros Leal, Francisco Pierrá, Jacinto San Emeterio, Agustín González.
GÉNERO: Melodrama / DURACIÓN: 115 minutos / PAÍS: España / AÑO: 1963.
Séptimo largometraje en solitario de Fernando Fernán Gómez como director (El manicomio la codirigió junto a Luis María Delgado en 1954) que adapta la novela de Juan Antonio Zunzunegui y que debido a problemas con la censura no se estrenó hasta julio de 1965 en una sala de Bilbao. Tuvieron que pasar otros seis años para que se estrenara en más salas de otras ciudades, de ahí que se le considere una película maldita de su autor, lo que contribuyó al fracaso comercial de la cinta, pero puede que también porque el público de la época, que iba al cine para evadirse, no quería pagar por ver una obra que reflejaba la realidad que vivían cada día.
Ambientada en la década de los sesenta y
con un tono semidocumental, El mundo sigue se desarrolla en el madrileño barrio de
Maravillas, donde vive la familia protagonista compuesta por Eloísa (Milagros Leal) esposa
abnegada y madre eficiente, por su marido, Agapito (Francisco Pierrá) un
guardia municipal más autoritario en casa que en la calle y que de vez en
cuando suelta la mano. El hijo, Guillermo (Jacinto San Emeterio) es un beato que salió del seminario
poco antes de ser ordenado sacerdote y se pasa la vida estudiando y rezando
para expiar los pecados de su familia. Las hijas, Luisa y Eloísa (Gemma Cuervo y Lina Canalejas) son dos
polos opuestos que a la mínima se pegan, se odian a muerte y cada una de ellas
a su manera está obsesionada por el dinero. Como lo está Faustino (Fernando Fernán Gómez), el
marido de Eloísa, un crápula que trabaja de camarero, sueña con acertar una
quiniela de catorce resultados y al que le importa más el fútbol que su mujer y
sus hijos.
El mundo sigue es un descarnado melodrama que comienza con una cita de Fray Luis de Granada sacada de su “Guía de pecadores”: “Veréis maltratados a los inocentes, perdonados los culpables, menospreciados los buenos, honrados y sublimados los malos; veréis los pobres y humildes abatidos, y poder más en todos los negocios el favor que la virtud”. En la España franquista de un gris triste y plomizo, Fernando Fernán Gómez realiza esta cruda crónica costumbrista sobre la miseria económica y social, la envidia, el odio cainita y la obsesión enfermiza por la riqueza. Con el concurso de un excelente reparto y una dirección vigorosa, el espectador se sumerge en el acontecer diario de una familia que vive en un bullicioso barrio de la capital con las estrecheces típicas de tiempos de posguerra a pesar de que el padre es un funcionario, un barrio con una placita donde juegan los niños, un mercado con su ajetreo diario y unas gentes que para sobrevivir se aferran a su rutina.
Formando parte de esa familia, dos hermanas antagónicas que se odian con toda su alma, Eloísa y Luisa. La primera, Eloísa, vive una vida miserable al elegir casarse con un camarero ludópata y aunque no tiene dinero ni para dar de comer a sus hijos, presume de su decencia aunque se ve tentada por los pecados de la carne sabiendo que eso, además, le procurará todo lo que necesita con un solo contoneo de sus caderas debido a su belleza, pues fue “Miss Maravillas 1950”. La segunda, Luisa, ha elegido “la vida ancha” y para procurarse lujo y dinero se prostituye con hombres ricos y provectos, aunque ella siempre soñó con un buen marido que la mantuviese. Las dos se odian sin piedad ni respiro, porque en realidad Eloísa sabe que con la honra no le llega ni para comer, y Luisa, aunque sabe que el dinero cubre con un velo negro la ética y la indignidad (incluso puede torcer la opinión que de ella tiene su padre), también es consciente de que no puede llenar una soledad inabarcable. El beato meapilas que tienen por hermano, reza para salvar a sus terribles hermanas de las llamas del infierno.
El acertado uso del sonido diegético (los pasos en las escaleras, el ruido de los niños que juegan en la plaza, el ajetreo a la salida del mercado) dotan de significado y realismo a la función, y es de remarcar esa bella escena en la que Luisa, entregada ya a la vida disipada, vuelve a casa para visitar a su madre y darle algunos regalos. La vemos subir deprisa las escaleras mientras se intercalan imágenes de Luisita niña subiendo las escaleras con la misma energía. Un recurso analéptico filmado con especial virtuosismo para realizar un ejercicio de regresión a la infancia y la inocencia perdida en la búsqueda del calor del hogar y el abrazo de la madre.
Pero el odio fratricida, irracional, incontenible es un veneno que corroe a las dos hermanas, la envidia, la codicia y el rencor actúan como sustancias activas en la que están representados los dos pilares de la época, Iglesia (el hermano ex seminarista) y el Estado (el padre guardia municipal), un tiempo rebosante de moralina barata, folclore, chicas de servicio, ricos puteros, gente amargada por los avatares de su destino, austeridad castrante y castrense, una sociedad deambulando por el apagado y opresivo horizonte político-social del momento. Con un tono neorrealista, Fernán Gómez crea un estremecedor retablo de emociones desbocadas, un severo documento sobre una época y un espacio, un relato rabioso sobre las penurias cotidianas en un ambiente asfixiante y mezquino, relativista, egoísta, amoral y cruel que condena a unos personajes sin redención. Pero el mundo sigue a pesar de las tragedias, las amarguras, las miserias y el asco.
Un film muy recomendable que funciona tanto como película de cierta calidad (buenos intérpretes, bien dirigida...), como un interesante documento de época.
ResponderEliminarPues sí, amigo. Fernán Gómez es uno de los cinco genios del cine español de aquella época junto a Buñuel, Berlanga, Bardem y Saura. Esta es una película de personajes, un relato desgarrador sobre el carácter cainita del pueblo español, también sobre la codicia, la envidia y las vanas ilusiones, el oscuro retrato movido de un tiempo, un país y sus gentes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una película extraordinaria que difícilmente podía tener éxito popular cuando en el mismo año de su realización triunfaba "La gran familia".
ResponderEliminarUn abrazo.
Tampoco había público para una película así. Los espectadores, en esa época y en este país, buscaban en el cine evasión, ni mucho menos una aspera prolongación de su gris existencia.
ResponderEliminarUn abrazo.