La biblia y el capitalismo
“SALESMAN” (EL VENDEDOR) êêêê
DIRECTOR: Albert Maysles, David Maysles, Charlotte Zwerin.
GÉNERO: Documental / DURACIÓN: 85 minutos / PAÍS: EE.
UU. / AÑO: 1968.
Los hermanos Albert Maysles y David
Maysles
ocupan un lugar privilegiado entre los mejores documentalistas de la historia
del cine, para demostrarlo cuentan con tres obras que figurarán en todas las
listas de los cien mejores del género. Me refiero a Gimme Shelter (1970) y Garden
Grey
(1975), imprescindibles para todo aficionado al cine documentalista junto a Salesman (El vendedor), que nos presenta a cuatro
vendedores de una compañía que venden biblias lujosas, bien ornamentadas e
ilustradas, con la táctica de puerta a puerta intentando colocar su mercancía a
los clientes menos interesados, que pertenecen a las clases más humildes,
católicos pero con poco dinero para gastar en biblias bonitas.
Ellos son Paul “el Tejón”, Charles “el Zorro”,
James
“el Conejo”
y Raymond
“el Toro”.
Primero recorren Boston y sus alrededores, donde se encuentra la sede de la
compañía, después van a Chicago a una conferencia sobre ventas, y finalmente al
prometedor y soleado territorio de Miami. Hablando, engañando, contando chistes
e historias, los vendedores intentan vender sus productos a una amplia variedad
de clientes, sobre todo a los más pobres.
El espectador más cinéfilo encontrará que Salesman (El
vendedor) tiene algunos puntos en común con Luna de papel (Peter Bogdanovich, 1973),
que trata sobre un vendedor de biblias interpretado por Ryan O’Neal que durante
la Gran Depresión de los años 30 intenta vender biblias a mujeres viudas. Es
otra época y el bienestar de la sociedad ha cambiado mucho, pero no es extraño
que Bogdanovich tomara como referencia este magistral documental de los Maysles
brothers para su película, que también ha servido de inspiración a otros
directores como Scorsese. Salesman (El vendedor) es una crónica descarnada
sobre la competitividad de los empleados y el carácter voraz de la sociedad
consumista que, rodada principalmente con cámara en mano, sonido ambiente y
encuadrada dentro de la corriente del Direct Cinema, está planificada como si
fuera un relato ficcional, de ahí la pericia de los Maysles para improvisar
planos y configurar escenas que dudamos mucho que estuvieran en el guión.
Con una narración sobria, el espectador sigue con
creciente interés las tácticas de los vendedores (cuyos nombres y apodos se muestran
sobreimpresionados en la presentación de los personajes), los momentos de
descanso y los cambios de impresiones entre ellos, la relación con sus jefes,
sus manejos en ámbitos privados y públicos, con los directores siempre fuera de
campo para tratar de conferir a la función un aspecto figurativo que amplifica
la sensación de ficción de esta despiadada radiografía de la sociedad
capitalista.
Los cineastas toman como eje central al
veterano Paul “el Tejón”, es el mayor pero el más interesante, transitando
ya por el avanzado otoño de su existencia, es el que goza de mayor experiencia,
pero se da cuenta de que sus tiempos de esplendor en la hierba se han acabado,
que ha perdido el encanto y la motivación por el oficio, lo que le genera un
cierto sentimiento de derrota y desesperación, un declive que se nos muestra de
forma dolorosa y conmovedora. Con los escenarios atractivos de Boston y Miami
como epicentros de la venta de biblias puerta a puerta, Salesman
(El vendedor), es un film que actúa como cápsula del tiempo
(captando el paisaje urbano y las costumbres de una época irrepetible) y se
impone como un drama crudo sobre el sentido perverso de convertir un libro sagrado
en un objeto más de consumo, que los vendedores intentan vender generando una absurda
necesidad en los humildes compradores a los que ofrecen la posibilidad, dadas
sus precarias economías, de adquirirlo pagándolo en cómodos plazos y utilizando
tácticas incisivas que vencen su resistencia. Es demoledor comprobar el valor
del éxito y el fracaso, el orgullo y la vergüenza, fijar la mirada en el
depresivo y pesimista Paul, sobre el que los Maysles articulan un inteligente
discurso sobre el cambio generacional, los días de gloria del pasado y un
presente sin ningún horizonte. Un magnífico docudrama.
Como también soy vendedor (aunque no de biblias), igual me deprimo viendo este documental. En cualquier caso, lo anoto porque parece muy interesante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, es un documental de culto en una edición fantástica de Criterion. Apuesto que te gustará, Ricard, no sólo eso se convertirá en uno de tus favoritos del género.
ResponderEliminarNo hay nada malo en vender, yo soy muy conservador, estoy a favor del libre mercado, de generar riqueza sin intervencionismo del Estado, el problema es que cuando se es temeroso de Dios, como esa gente humilde, cada venta de una lujosa biblia, puede representar un aldabonazo en la conciencia del vendedor... si éste tiene conciencia.
Un abrazo.