Leyendas y pesadillas
“HISTORIAS DE MIEDO PARA CONTAR EN LA
OSCURIDAD” êêê
(André Ovredal,
2019)
El director noruego André Ovredal dirige su segunda producción hollywoodiense tras
habernos regalado joyitas como Troll Hunter (2010) film fantástico
que en formato de falso documental sigue a un grupo de estudiantes que tratan
de destapar una conspiración del gobierno que implica a Trolls gigantes que viven
en Noruega. Pero con soporte de producción británica, su mejor película hasta
la fecha es La autopsia de Jane Doe (2016) que narra cómo un padre y un
hijo que trabajan en una funeraria reciben un día el cadáver de una joven víctima de un misterioso crimen
que no ha dejado ningún signo aparente de la causa de la muerte.
Producida
por Guillermo del Toro, Historias de miedo para contar en la
oscuridad nos presenta a un grupo de adolescentes intentando resolver
el misterio de las repentinas desapariciones que se están produciendo en el
pueblo. Stella (Zoe Colletti) es una
chica que sufre por la desaparición de su madre en el día de Halloween. Ramón
Morales es un joven latino que será reclutado pronto para ir a la Guerra de
Vietnam. Stella y sus amigos se ven envueltos en una broma pesada de Halloween
que sale mal. Un vengativo fantasma y otros seres malignos se interpondrán en
sus pesquisas.
Basada en los tres volúmenes en los que
Alvin Schwartz, contando con las ilustraciones de Stephen Gammell, recogió en
los años 80 una serie de leyendas y relatos de terror, el film de Ovredal nos
invita a disfrutar de esta refrescante apuesta veraniega que nos traslada al
año 1968 en un ejercicio nostálgico y virtuoso que entrelaza varias historias
en las que monstruos y fantasmas se convierten en el elemento central y
aglutinador. Y lo cierto es que la cohesión narrativa funciona con el barniz
gótico que tanto le gusta a su productor, tan amante de las atmósferas mágicas,
espectrales y sobrecogedoras.
Pero lo
realmente monstruoso es la figura intermitente de Nixon durante todo el relato,
icono de la decadencia moral de toda una nación (su espejo hoy es Trump), o el
racismo como una vergüenza viscosa adherida al tejido social de la sociedad de
la época, o la corrupción en la médula de las instituciones. En la función late
el universo de Stephen King, de las Pesadillas
de R. L. Stine, de series como Stranger
Things para conformar una propuesta bien dirigida e inteligente que invoca
un terror tan básico como eficaz.
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