Una hermosa oda al cine
“ÉRASE UNA VEZ EN… HOLLYWOOD” êêêê
DIRECTOR: Quentin Tarantino.
INTÉRPRETES: Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Margot
Robbie, Al Pacino, Margaret Qualley, Timothy Olyphant, Kurt Russell.
DURACIÓN: 165 minutos / PAÍS: EE.UU / AÑO: 2019
Las últimas películas de Quentin Tarantino (Malditos bastardos, Django
desencadenado y Los odiosos ocho) no han estado en
mi humilde opinión a la altura de lo que se espera de uno de los mayores genios
del Séptimo Arte surgidos en las cuatro últimas décadas. A diferencia de gran
parte de la crítica oficialista, me gustó mucho más aquella divertida gamberrada
titulada Grindhouse: Death Proof (2007), que los films anteriormente
citados. Pero si tuviera que elegir las tres mejores películas de su
filmografía hasta la fecha las situaría en este orden: su gran obra maestra Pulp
Fiction (1994), su brutal ópera prima, Reservoir Dogs (1992), y
la salvaje Kill Bill (2003), contándola como una sola película. Eso sí,
estaremos de acuerdo en que ninguna de sus obras debe ser calificada como
despreciable, pues todas tienen momentos que han quedado grabados como muescas en
mi saturada memoria cinéfila.
Érase una vez en… Hollywood (título
extraído de Érase una vez en el Oeste y Érase una vez en América,
las dos firmadas por uno de los ídolos del director, Sergio Leone) nos traslada
al Hollywood de finales de los 60 para seguir a la estrella del western
televisivo en decadencia Rick Dalton
(Leonardo DiCaprio) que intenta hacerse un hueco y adaptarse a la nueva ola en
Hollywood junto al especialista que hace de su doble en las escenas de riesgo, Cliff Both (Brad Pitt), que además pone
un poco de orden en la caótica vida del actor. Una vida que discurre ligada a
Hollywood, y además es vecino de la bella y prometedora actriz Sharon Tate (Margot Robbie), esposa del
cineasta polaco Roman Polanski, uno de los más cotizados de la época tras el
estreno de La semilla del diablo.
Como
apuntaba, Érase una vez en… Hollywood es la mejor película de Tarantino
desde Kill Bill, la más tarantiniana porque tal vez sea la que mejor
muestra su amor por el cine de serie B y por géneros tan populares como el
Spaguetti Western y de artes marciales, un cine en los márgenes, carne de
videoclubs y sesiones dobles en cines de barrio. Sin olvidarnos de las míticas
series televisivas de aquella década. Al director nacido en Knoxville le gusta
atiborrar a sus criaturas de ecos y referencias cinéfilas, en su nueva
película, entre un viejo Hollywood que agoniza y otro nuevo que emerge con
nuevas formas e ideas, mezcla personajes reales con ficticios para componer un
escenario apasionante, chispeante y dinámico en una ciudad luminosa, Los
Ángeles, en plena ebullición, rebosante de glamour, sueños y tentaciones que
atraía a todo tipo de personajes… también a los más siniestros. Como aquel
mesías de baratillo llamado Charles Manson y su “Familia”, una cohorte de
hippies que ejercen de siervos y que van todo el día puestos de ácido hasta las
cejas.
Así, la función homenajea también
a Sharon Tate, cuya pavorosa y trágica muerte en la matanza perpetrada en su
casa del 10050 de Cielo Drive por los mansonitas Tex Watson, Susan Atkins,
Patricia Krenwinkel y Linda Kasabian, acabó con los juegos florales del largo
verano del amor y el hipismo. Tarantino ejerce de cronista para explorar una
época irrepetible y que el espectador sienta el latido de lo que fue el inicio
de la última gran época dorada de Hollywood, y en el film encontramos, el
aroma, el color, la textura y muchas de las claves que abonaron aquel
fascinante momento.
Sin
el ingenio en los diálogos al que nos tiene acostumbrados en otras películas
suyas y con un guión de estructura lineal pero sólido, Tarantino se apoya en un
excelente reparto para regalarnos momentos como el de un Dalton depresivo conversando
con una niña en una pausa del rodaje, o ese maravilloso en que Sharon Tate,
tratada siempre con exquisita sensibilidad e inocencia, se acerca para comprar
una primera edición de “Tess de los d´Urberville”
con intención de regalársela a su marido, poco antes de entrar ilusionada en el
cine para ver su propia actuación en La mansión de los siete placeres, o
el breve pero muy inquietante momento en que Charles Manson se acerca decidido
a la casa de Tate, un personaje que queda muy desdibujado debido a esa fugaz aparición. Porque Tarantino es consciente de que cada vez rueda con
mayor virtuosismo, como lo demuestra la forma en que tensiona el ambiente a
plena luz del día en esa arriesgada incursión de Cliff Both en el rancho Spahn,
filmada de un modo tan alarmante, terrorífico y realista.
Érase una vez en… Hollywood,
con un bestial clímax final que sirve de desagravio a Sharon Tate y se ensaña
con sus asesinos, es una hermosa película sobre un momento crucial (descrito de
forma magistral por Peter Biskind en su libro “Moteros tranquilos, toros salvajes”) en el que unos cineastas
tomaron el relevo y mudaron la piel del viejo Hollywood, pero también un
sentido relato sobre la amistad de dos personajes que se necesitan y una
preciosa crónica sentimental de aquella ciudad de Los Ángeles que Tarantino
conoció en su niñez y juventud y que marcó para siempre su condición cinéfila y
su existencia. Queda una película para completar las diez que según afirma el
director pondrá fin a su filmografía. Ojala todo sea una mala broma.
Coincido con tus preferencias en la filmografía del director, incluida la muy divertida "Death Proof", y con tu valoración de su última película estrenada. Aunque, en realidad, no tiene títulos despreciables y me atrevería a decir que, viendo "Érase una vez en Hollywood", he añorado los densos diálogos de "Los odiosos ocho" o los continuos gags de "Django desencadenado", aunque se trate éste sin duda de un título compacto y sincero; y las secuencias Bruce Lee o el violento final son verdaderamente antológicas.
ResponderEliminarUn abrazo.
La película, Ricard, se ve necesitada de algún minuto más dedicado a Manson, un personaje cardinal en el discurrir de los acontecimientos. De hecho, ese gif que he incluido más arriba ni siquiera aparece en el montaje final. Pero cierto es toda la película raya a una altura notable aunque algunos personajes, como el citado, queden con el perfil muy desdibujado debido a esas fugaces apariciones.
ResponderEliminarTengo entendido que habrá un montaje de cuatro horas dividida en cuatro capítulos para Netflix. Esperemos a ver.
Un abrazo.
Tarantino no hace malas películas, pero casi todas podrían ser consideradas como programas de radio: abundan los diálogos...hasta la saciedad. Aún así, sus productos no son malos; pero tampoco, para mi gusto, son nada del otro mundo. Metrajes excesivos donde la imagen pierde su valor y el diálogo (radio) se impone. Esta película en concreto, no es más que una venganza cinematográfica (ojalá hubiera ocurrido así) por el asesinato de Sharon Tate. Un aprobado. Y eso sólo por portarse bien.
ResponderEliminarAh! Gracias por tu blog y por tu trabajo
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