Bajo sospecha
“FLEUVE NOIR (SIN DEJAR HUELLLAS” êêê
(Erick Zonca, 2018)
El realizador francés Erick Zonca tuvo un gran éxito de crítica y público con el drama La
vida soñada de los ángeles (1998), que representó su ópera prima. Pero su
filmografía sólo constaba de dos títulos más, El pequeño ladrón (1999)
y Julia
(2008), cumplidos ya veinte años desde su debut. Tras una década sin ponerse
detrás de las cámaras, vuelve a la pantalla grande con este thriller titulado Fleuve
noir, que sin estrenarse aún en España ha sido traducido como Sin
dejar huellas.
Un film que basado en una novela del
escritor israelí Dror Mishani, comienza cuando Dany, el hijo mayor de la
familia Arnault, desaparece sin dejar rastro. Su madre, Solange (Sandrine Kiberlain), pide ayuda a la policía. El
comandante François Visconti
(Vincent Cassel), que ha sido abandonado por su mujer y tiene problemas con el
alcohol, es asignado al caso. Todo indica que Dany ha escapado de un ambiente
familiar opresivo, con un padre siempre ausente y una hermana con síndrome de
down, pero una llamada anónima, abre otras hipótesis. Cuando el antiguo tutor
de Dany, Yan Bellaile (Romain Duris)
se entera de la desaparición de su ex alumno, le ofrece su ayuda al comandante.
Visconti sospecha del obsesivo interés de Bellaile en la investigación.
Zonca, en su regreso, nos plantea una
investigación detectivesca en donde el primer sospechoso para el comandante
Visconti es un profesor extremadamente interesado en el caso del chico
desaparecido, pero debido a su caótica vida, su amargado carácter y su romance
con el Whisky, nadie le cree. Tampoco yo como espectador, porque sé que eso es
lo que quiere Zonca que creamos y pronto la investigación dará un giro. Sin embargo,
el director francés gasta dos tercios del metraje en seguir la cometa de esa
sospecha. Y mientras tanto, subtramas insustanciales que sirven de relleno como
los problemas del policía con su hijo enredado en el trapicheo de drogas. También,
por supuesto, algunos apuntes sobre la vida doméstica del profesor de lengua al
que da vida Romain Duris, su relación con su mujer, Lola (Élodie Bouchez) y los escarceos del comandante con la madre
del chaval desaparecido.
La magnética
interpretación de un Vincent Cassel envejecido, su desordenada vida y su
permanente estado de embriaguez, se impone como lo más acertado de este
thriller que transita por un siniestro laberinto dejando varias pistas falsas. Con una lograda atmósfera y forzando ese
cliché que el cine francés en particular ha tratado en múltiples ocasiones
(retrato del policía cínico, pasado de rosca, al que un fracaso sentimental ha
sumido en la más absoluta miseria moral), Fleuve
noir está dirigida con buen pulso por Zonca, que sabe que en la torturada
mente y desastrada presencia del comandante encarnado por Cassel se encuentra
lo más atractivo de una historia que despide al espectador con una confesión
devastadora, que supondrá el golpe final en la herida existencial del
comandante. Buena peli.
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