La esencia del Mal
“OVERLORD” êêê
(Julius Avery, 2018)
Tuve la oportunidad de ver la
ópera prima del director australiano Julius
Avery titulada Son of a Gun (2014), un thriller aceptable como artefacto de
pura evasión que protagonizado por Ewan McGregor versa sobre un joven que es
condenado a prisión por un delito menor y que encuentra allí la protección del
criminal más famoso de Australia. Overlord es segunda película
pergeñada a raíz de una idea de Billy Ray que también ha colaborado en el
guión. La acción nos sitúa en la Segunda Guerra Mundial antes del Día D, cuando
un grupo de paracaidistas estadounidenses caen tras las líneas enemigas en
Francia para realizar una misión crucial. Pero a medida que se acercan al
objetivo, comienzan a darse cuenta de que algo más que una simple operación
militar se está gestando en la aldea ocupada por los nazis.
Producida
por J.J. Brams, existe ya una notable filmografía que mezcla el cine de terror
y bélico (una de las más famosas es Zombis nazis que dirigió Tommy
Wirkola en 2009), pero Overlord tal vez sea una de las mejores muestras de
este subgénero. En un paisaje reconocible de las clásicas películas bélicas, la
trama que poco a poco se va bifurcando hacia los oscuros dominios donde tiene
lugar un festival de horror. El que se deriva de los experimentos nazis en la
búsqueda del inmortal supersoldado. Como
si de una versión terrorífica de Malditos
bastardos se tratara, la misión del grupo de soldados de derribar una torre
de control que los nazis han situado en la iglesia de un pueblo francés, se
impone como la excusa para sumergirnos en su espeluznante sótano del terror,
epicentro de las más crueles aberraciones, en donde un émulo del Dr. Josef
Mengele (el ángel de la muerte de Auschwitz) se eleva como icono imperecedero
del Mal que destila la esencia pura del nazismo.
Con buenas
interpretaciones de todo el reparto (especial mención para Wyatt Russell, hijo
de Kurt Russell y Goldie Hawn, y del afroamericano Jovan Adepo), el film se
abre con una escalofriante escena en la que el avión que transporta a los
paracaidistas es atacado por las baterías antiaéreas alemanas siendo agujereado
como un queso emmental, secuencia que nos muestra el nervio de Avery para para
planificar la acción y crear una tensión dolorosa. Aunque la función por
momentos desprenda un tufillo de exaltación patriotera, los aficionados al
género saludamos este estreno con gran júbilo.
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