MALAS TIERRAS (1973)
(BADLANDS)
(BADLANDS)
DIRECTOR: TERRENCE MALICK.
INTÉRPRETES: MARTIN SHEEN, SISSY SPACEK, WARREN OATES, RAMÓN
BIERI.
Tras licenciarse en el American Films
Institute, Malas tierras es el
debut de Terrence Malick en la dirección. Con sólo tres películas en 32
años -se le conocía como el J. D. Salinger del cine- para el casting del film, La delgada línea roja (1998), un alegato antibelicista
sumamente poético, casi hubo puñetazos para trabajar a sus órdenes, y los que
lo lograron tuvieron que rebajar mucho sus salarios en pos de trabajar con el
mítico director de culto, lo que da una idea de lo que representa esta leyenda
viva para el mundillo cinematográfico norteamericano. Cineasta excéntrico -al
igual que su espejo literario- no
concede una entrevista desde el estreno de su ópera prima, y tan difícil como
eso es obtener una foto suya. En 1978 rueda su segundo film, Días del cielo,
un drama sobrio y realista ambientado en la segunda década del pasado siglo que
cuenta con la presencia de un casi debutante Richard Gere. Con esta película
gana el Premio al Mejor Director en el Festival de Cannes y un Oscar a la Mejor
Fotografía para el español Néstor Almendros.
Ambientada en el Middle-West norteamericano, Badlands es un film admirable,
inspirado en unos trágicos acontecimientos reales ocurridos en 1958 por los que
dos jóvenes de Lincoln (Nebraska), de nombre Charlie Starkweather y Caril Ann
Fugate, se situaron a temprana edad al margen de la ley, convirtiéndose en los
fugitivos más buscados del país y dejando un reguero de once asesinatos
absurdos. Strakweather, un individuo descarado y sin moral, fue condenado a
morir en la silla eléctrica, y cuando alguien le preguntó por qué lo había
hecho, el adolescente libertino que soñaba con ser vaquero, contestó: “supongo
que matar tenía para mí cierta emoción”. Típica película de auto-cine, de
una luminosidad deslumbrante, a medio camino entre el thriller y la road-movie
adolescente, expresa ya lo que será una constante en el cine de Malick; el
predominio de la naturaleza sobre el hombre.
Imágenes del edén para historias
tristes, grandes extensiones de paisaje polvoriento, la naturaleza virgen que
eleva su belleza con imponentes crepúsculos, cegadores amaneceres, la noche
serena con su manto de silencio sólo roto por algún disparo lejano. El hombre
aislado en su concepto banal de la existencia es allí insignificante. Por eso a
Kit Carruthers (Martin Sheen) un joven solitario que trabaja de basurero, le
gusta el campo, porque allí se siente solo, con la única compañía de Holly
(Sissy Spacek) una joven e inconsciente quinceañera. Juntos han iniciado una
huida hacia adelante que empezó, trágicamente, con el asesinato del padree de
Holly, papel que encarna Warren Oates, y
que irá degenerando en una lucha infernal donde los acontecimientos les
acabarán rebasando ampliamente.
Terrence Malick, aun cambiando radicalmente
de registro argumental, siempre nos cautivará con la misma poesía visual, su
cámara está siempre dispuesta para captar la esencia del medio y proyectarla
sobre nuestros errores y defectos. Una cosmovisión natural que poseen los
genios, y que en cualquier caso sirve para enseñarnos que valores como la
libertad y la paz siempre han formado parte de la creación, desde el principio
de los tiempos están ahí y no es difícil encontrarlos, por el contrario, es el
hombre con sus eternos dilemas morales, tinieblas interiores y egocentrismo
ridículo quien degrada el universo, logrando imponer una voluntad tan cruel e
ínfima como su propia existencia.
Nos encontramos otra vez -y es lo de menos-
con un relato de perdedores huyendo hacia ninguna parte. Estamos, una vez más,
en la carretera, siguiendo el rastro de una serie de crímenes sin sentido,
enmarcando sofismas filosóficos de una juventud desarraigada y desorientada de
finales de los cincuenta. Cando Kit es detenido, uno de los policías al
observale detenidamente le dice que se parece a James Dean, Kit sonríe, pero es
un héroe de pacotilla, el verdadero
Charlie Starkweather dijo: “si me van a freír en la silla eléctrica, que
Caril se siente en mis rodillas”.
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