“TRES ANUNCIOS
EN LAS AFUERAS” êêêê
DIRECTOR: MARTIN MACDONAGH.
INTÉRPRETES: FRANCES MCDORMAND,
SAM ROCKWELL, WOODY HARRELSON, PETER DINKLAGE, LUCAS HEDGES.
GÉNERO: THRILLER / EE.UU. / 2017 / DURACIÓN: 112
MINUTOS.
No estuvo mal el debut en la
dirección del británico Martin McDonagh,
un thriller titulado Escondidos en Brujas (2008) con
Colin Farrell, Brendan Gleeson y Ralph Fiennes de protagonistas que nos
presenta a dos asesinos a sueldo que por orden de su jefe tienen que
trasladarse a Brujas hasta que en Londres las cosas estén más tranquilas. No me
convenció tanto la disparatada comedia negra Siete psicópatas (2013),
segunda colaboración con Colin Farrell y primera con Sam Rockwell que tiene
como eje central la desaparición del perro de un mafioso.
Sin duda, su mejor trabajo hasta la fecha
es la multipremiada Tres anuncios en las afueras (triunfadora en los Globos de Oro
y favorita a los Oscars) que nos cuenta la historia de Mildred Hayes (Frances McDormand), una mujer de 50 años cuya hija
fue violada y asesinada hace varios meses. Mildred, ante la indolencia de la
policía, decide iniciar por su cuenta una guerra contra la incompetente policía
local a la que ella acusa de estar más interesada en torturar a los
afromericanos que en hacer justicia e investigar el asesinato de su hija.
Especialista en comedias cáusticas
negrísimas, McDonagh dibuja el perfil atractivo de una heroína que en modo
madre coraje decide presionar y poner contra las cuerdas a la policía de su
pueblo porque han sido incapaces de resolver el asesinato de su hija. Para ello
idea un plan en el que emplea tres grandes vallas publicitarias abandonadas en
las afueras de la ciudad, un tramo desértico de una carretera perdida en las
que, con fondo rojo, hay escritas tres frases contundentes que abren una herida
en la conciencia ya de por sí castigada del Sheriff (un pluscuamperfecto Woody
Harrelson) que además está enfermo de un cáncer terminal. El microcosmos está pulcramente
ambientado en la América profunda, esa que en su incultura y desvarío se ha
propuesto llevar hasta el hastío y la náusea a la otra América más ilustrada,
tolerante y sensible.
Tres anuncios en las afueras puede ser
entendida como una fiera denuncia de esa América racista, intransigente y
violenta, pero al mismo tiempo es también una expresión gráfica y visceral de
la maternidad y el grito desesperado y rebelde de la feminidad siempre
ultrajada. Cierto es que McDonagh (firmante también del libreto) no podía haber
elegido un delirio más doloroso para crear el corpus elemental de una sociedad
que se desangra mientras chapotea en el fango del fanatismo.
Es la América del perturbado, palurdo y
xenófobo Trump y la legión de ciegos y salvajes supremacistas que le siguen alegres
de poder pisotear todos los principios del humanismo y los derechos civiles. Y es
de esa masa pringosa de donde emerge Sam Rockwell –lo mejor de la función-, un
policía racista muy dado a sacar a pasear los puños pero que esconde una
ternura tan triste y desolada como el paisaje circundante. Su patética vida doméstica
junto a su madre naufraga en un mar de soledad, abulia, frustraciones y
resentimiento.
Inherente en
el cine del director británico, el film está preñado de un humor amargo, a veces
surrealista (Fargo en la memoria) y
situaciones poco verosímiles (el rollo del exmarido y su jovencísima pareja),
pero acierta con la vuelta de tuerca que consigue dar a los personajes
mostrando briznas de una sensibilidad, una ternura y una humanidad que hasta
entonces no había aflorado, es su manera de decirnos que hasta en la más negra
alma es posible encontrar un halo de luz, que también hay gamas de grises, que
aunque el mal no se debe relativizar, es posible hallar matices. Lo comprobará
el espectador cuando poco a poco se despoje de sus costras y máscaras a unos
personajes profundamente heridos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario