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martes, 24 de octubre de 2017

CRÍTICA: “LA VILLANA” (Jung Byung-Gil, 2017)


"THE VILLAINESS" (AK-NYEOêêê
   
   
   Del director surcoreano Jung Byung-Gil, que debutó con un documental sobre una academia en donde se entrena a los jóvenes para ser dobles de acción en el cine, recuerdo su primer largometraje de ficción titulado Confession of Muder (2012) sobre un asesino en serie que publica una autobiografía en la que describe con detalles sus crímenes. Tras este sugerente trabajo nos presenta ahora La Villana (Ak-Nyeo) que sigue la historia de Sook-Hee (Kim Ok-Bin) que desde niña ha sido entrenada para ser una asesina sin piedad. Cuando la jefa del servicio de información de Corea del Sur la recluta como agente durmiente, le ofrecen una segunda oportunidad y le propone: “danos diez años de tu vida y tendrás tu libertad”. Su nueva identidad es Chae Yeon Soo, una actriz de teatro de 27 años. Con la promesa de una libertad completa a cambio de servir a su país durante diez años, Sook-Hee emprende una nueva vida, pero después de un pasado como asesina no resulta sencillo llevar una vida normal. Así, cuando dos hombres entran en su vida, los secretos de su pasado serán desvelados.

    
   La Villana sería una película redonda si no se hubiera cometido la torpeza de enredar innecesariamente la trama, pues técnicamente es un film impecable, con unas secuencias de peleas y persecuciones espectaculares en sus aceleradas coreografías de la acción, tan sangrientas como bien ejecutadas, lo que habla muy bien del gran trabajo de cámara. Presentada en los Festivales de Cannes y Sitges y bajo la influencia de films como Nikita, Kill Bill, Hardcore Henry, John Wick… la acción comienza con una magistral  secuencia rodada en primera persona como un videojuego shooter teniendo como escenario un sórdido edificio en donde tendrá lugar una tremenda carnicería. El espectador sólo ve las manos empuñando una pistola del ejecutor y cómo va liquidando a una legión de rivales armados hasta los dientes. Un magistral plano secuencia de diez minutos que al confrontar al mortífero asesino con un espejo durante una pelea en un gimnasio vemos que se trata de mujer la que está matando a todos sus agresores.


    De momento contamos ya con un rostro, nos falta la historia. Y ésta es la de Sook-Hee, quien es detenida y enviada a un centro de reclutamiento de agentes encubiertos. Deudora del campo del vídeojuego y los cómics, estamos ante una enrevesada historia de violencia y venganza condimentada con gotas de romanticismo que entroniza la acción por encima de una narrativa no lineal y punteada con flash backs sobre el pasado de la protagonista que cuando niña fue testigo del asesinato de su padre.
   


  Aun así, La Villana es un thriller de acción visualmente impactante muy recomendable. Y se hace preciso resaltar, aun con la ayuda del croma y los efectos CGI, la pericia del debutante director de fotografía Park Jung-Hun: nada escapa a su objetivo y nos regala primorosas secuencias de acción (la secuencia inicial, la sangrienta persecución en moto, el clímax final de la pelea en el autobús), filmadas con un vértigo, una rabia y unas virguerías técnicas envidiables como esa cámara que gira en 360º. Tras haber sido convertida en una asesina letal por una organización criminal, el gobierno le ofrece su libertad total a cambio de sus servicios durante diez años, pero Sook-Hee, madre ya de una niña pequeña, intuye que nunca será libre, que derramará más lágrimas y sangre sobre su rostro angelical, que nadie huye de un pasado como el suyo sin pagar un trágico peaje.   


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