Desde 1980 con De
Profesión: Especialista, una comedia de acción que obtuvo varias
nominaciones a los Oscars, el director Richard
Rush no había dirigido absolutamente nada. Catorce años después se sitúa
detrás de las cámaras para rodar esta fallida cinta que, al menos, sirve para
que disfrutemos nuevamente de la belleza natural desnuda de la hoy injustamente
olvidada actriz y modelo británica Jane March, que tenía entonces 21 años, dieciocho menos que el
atractivo Bruce Willis con quien comparte protagonismo.
El color de la noche narra cómo después de que una paciente suya
decidiera suicidarse, el psiquiatra Bill
Capa (Willis) se dirige hasta Los Ángeles para visitar a su amigo Bob Moore (Scott Bakula) y tratar de
paliar su fuerte depresión. Sin embargo, su amigo Bob es asesinado después de
haber recibido varias amenazas de muerte. Tras esta nueva tragedia, Bill decide
encontrar al culpable e intentar buscar alguna pista entre los miembros de la
terapia de grupo que dirigía su amigo. Así, conoce a la bella Rose (Jane March) con quien iniciará un
apasionado romance.
Subida a la ola de cine erótico que inundó
las pantallas de cine en la década de los 90, El color de la noche es
una de las peores muestras de aquel thriller carnal que tuvo su expresión más
brillante con Instinto básico (Paul Verhoeven, 1992), y que si alcanzó cierta
relevancia comercial es porque está protagonizada por Jane March, que venía de
participar en el drama erótico El amante (Jean-Jacques Annaud, 1992),
y por el héroe del cine de acción Bruce Willis. Nominada a nueve premios
Razzie, se alzó con el de peor película muy merecidamente.
Estamos ante una narración
despojada de toda verosimilitud por donde desfilan una serie de personajes psicóticos y en donde
el tórrido romance que inicia el psiquiatra al que da vida Willis con una de
sus jóvenes y bellas pacientes, la exótica Jane March, se alterna con unas
plúmbeas investigaciones encaminadas a descubrir a un asesino en serie tan previsible
como caricaturesco.
La anodina dirección de Rush (ay, esos
primeros planos de espejos), la cansina arritmia de la función, unas interpretaciones
mediocres y un villano carente de carisma fueron los ingredientes para cocinar
tamaño fracaso. En la coctelera se mezclan de manera patética un batiburrillo
que incluye elementos de Instinto básico, Doble
cuerpo, Vestida para matar, Doble cuerpo, Fuego en el cuerpo y Vértigo,
y la poción resultante es indigerible con sus previsibles giros, la torpe
planificación de las secuencias de acción y el artificioso suspense
psicológico. No obstante, fue muy comentada la pseudopornográfica escena de la
piscina, en donde podemos atisbar el aterciopelado felpudito de la March y el
rabo de Willis, húmedo apareamiento que sirvió para que mucha gente viera este
engendro que cuenta además con un metraje insufrible.
Creo recordar que ella salía con un disfraz de chico con bigote que no engañaba a nadie salvo casos de más de cincuenta dioptrías.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, la función está nutrida de esperpentos. Pero vamos, que eso no variará mi opinión sobre Jane March: un mito erótico no lo suficientemente reconocido y que a mí siempre me ponía muy verraco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Recuero muy bien esta peli, como mi esposa es fanática de Willis , la vimos en ese entonces sin remedio , lo primero que me acordé de este film, fue el doble papel que desempeñaba la flaquita. Saludos
ResponderEliminarSí, bueno, la película tiene poco recorrido, pero a mí esa "flaquita" que citas, Jane March, me ponía siempre muy verriondo, sería por su exótico rostro, seriá por su eterno halo de "Lolita".
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.