Cuando el
realizador holandés Paul Verhoeven dirigió
en 1992 Instinto básico ya había dado muestras de su debilidad por el
cine de temática erótica con films como Delicias holandesas (1971), Delicias
turcas (1973) y El cuarto hombre (1983), de modo que
puede ser tildado de especialista en este subgénero que más tarde completaría
con Showgirls
(1995). Con un magnífico guión de Joe
Eszterhas (el mejor de su carrera) el film comienza con un sórdido y brutal
crimen en el que la víctima es un antiguo cantante de rock y propietario de un
nightclub de San Francisco. La última vez que fue visto estaba con su novia, Catherine Tremell (Sharon Stone) una
bella y explosiva escritora de novelas policíacas. El detective Nick Curran (Michael Douglas), que no
pasa por su mejor momento después de una cura de desintoxicación por su
adicción al alcohol y las drogas, recibe el encargo de vigilar a Catherine como
principal sospechosa del asesinato.
Uno de los mayores éxitos de taquilla de la década de los 90 que lanzó definitivamente a la fama a la preciosa Sharon Stone, marcada ya de por vida por su famoso cruce de piernas durante el interrogatorio policial, una de las secuencias más recordadas de la historia del cine. Con un desarrollo trepidante de la acción, Instinto básico adapta patrones clásicos del cine negro y la literatura de intriga para crear otros propios que posteriormente serían imitados hasta la náusea como modelo de película tramposa y efectista.
Con una
calculada puesta en escena y un guión rebosante de giros y un espléndido in crescendo del suspenso y la
tensión sexual, Verhoeven dibuja un nuevo y fascinante retrato de una femme
fatale tan irresistible que el propio detective Curran babea por acostarse con
ella -que presenta como toda coartada que el crimen tal y como fue ejecutado ya
lo había descrito ella en una novela-, y asumiendo así el riesgo de ser
atravesado por un picahielo. No en vano la película se eleva como un homenaje a
Perdición (Billy Wilder, 1944).
El libreto se convirtió en el más caro de la historia
(a la larga sería barato) y Sharon Stone, con su papel de devorahombres y
derramaplaceres, desbancaría del pódium de sex symbol a otro mito imperecedero,
Kim Basinger. Entre otras cuestiones por protagonizar secuencias pioneras en
donde se muestra abiertamente la bisexualidad en un film comercial. Una Sharon de
belleza inmarcesible y estrella indiscutible de la función bordando el papel de
mantis y derrama sensualidad en una escenas de alto voltaje que pasan por ser
de las mejor rodadas de la historia.
A pesar de lo enrevesado de la trama criminal, todo está narrado con
suma clarividencia, y sus responsables asumen el riesgo de jugársela en cada
giro argumental, retruécanos que extienden la sospecha mientras casi todos los
personajes caminan por el alambre. Desplegando un derroche técnico apabullante (atención
a su atractivo look visual y los prodigiosos movimientos de cámara) y con una
exquisita banda sonora a cargo de Jerry Goldsmith, Instinto básico nos sumerge en un juego de seducción tan letal como
el filo de una navaja –o un picahielo-, en un abismo ciego en donde el éxtasis
se consigue con la sublimación de la muerte.
Entretenida y solvente, con un aire hitchcokiano al que contribuye sobre todo la banda sonora de Goldsmith. El guión es enrevesado y quizás no muy verosímil pero forma parte de su encanto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y está Sharon Stone en el culmen de su belleza. Te aseguro que si he visto una decena de veces esta película desde su estreno es, sobre todo, por ella. El cine nos ha regalado retratos de hermosísimas femme fatale, pero es que Stone es aquí una derramaplaceres tan deliciosa y sensual como peligrosa. ¡Qué vértigo!
ResponderEliminarUn abrazo.