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lunes, 1 de mayo de 2017

CRÍTICA: “PLAN DE FUGA” (Iñaki Dorronsoro, 2017)


PLAN DE FUGAêê

     
    Inferior a su ópera prima La distancia (2006), un thriller protagonizado por Miguel Ángel Silvestre y José Coronado que tiene como trasfondo el mundo del boxeo y la corrupción policial, Iñaki Dorronsoro nos entrega casi once años después esta película de atracos en donde Víctor (Alain Hernández) es un atracador profesional experto en perforar cualquier cosa que se le ponga por delante. El joven se une a una banda de delincuentes de la Europa del Este, que necesitan ayuda para robar un banco tras la muerte de uno de sus miembros. El trabajo consiste en perforar la cámara acorazada de un banco mientras un policía (Luis Tosar) sigue los pasos a la banda.


    Plan de fuga no es una película absolutamente desdeñable, pero el thriller español nos tiene últimamente tan acostumbrado a la excelencia que cuando se baja el listón nos sentimos decepcionados. El problema de este segundo largometraje de Dorronsoro es que no genera tensión, y eso en una película de atracos es un lastre importante. Nada que achacar a la factura técnica del film que cuenta además con un reparto competente y cierto aroma a cine negro, pero tendremos que concluir que el imposible guión, rebosante de giros y retruécanos inverosímiles, se nos antoja tan confuso como arbitrario, lo que hace que el público pierda interés por la trama en escenas verdaderamente soporíferas.

      
    El mayor hándicap de Plan de fuga es las múltiples batallas argumentales que abre la trama -a veces sin conexión- y la falta de ritmo debido a unos diálogos poco inspirados y a unas escasísimas secuencias de acción rodadas de forma blanda, nada impactantes. Temas como la amistad, la traición, el remordimiento, los inextricables senderos del amor, la lealtad y la redención conforman un tótum revolútum en la película sin que los intérpretes, que hacen lo que pueden gracias a sus grandes recursos, sepan qué traje enfundarse, consecuencia de un farragoso libreto y la exigua pericia demostrada por el director, que incluso mete con calzador unas secuencias pseudoeróticas rodadas de forma torpe que protagonizan Alain Hernández y Alba Galocha. Un film irregular que no deja poso.  

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