"COLOSSAL"êêêê
Desde su debut con la original y espléndida Los cronocrímenes (2007) Nacho Vigalondo no me había dado muchos motivos para aplaudir su obra. No me sedujo nada Extraterrestre (2011) plúmbeo relato romántico de tono experimental y sin chispa de gracia. Y fallida fue también su aproximación a los abismos de internet con el thriller psicológico Open Windows (2014). La trama de Colossal sigue a Gloria (Anne Hathaway) una mujer corriente aunque dada a empinar el codo que, tras quedarse sin trabajo y sin novio, decide dejar su vida en Nueva York y regresar a su pueblo natal. Pero cuando los medios de comunicación informan sobre un monstruo gigante que está destruyendo la ciudad de Seul, Gloria se va dando cuenta poco a poco de que, a través de su mente, está conectada de forma extraña con estos acontecimientos.
Es hora de celebrar que la nueva criatura
de Nacho Vigalondo se impone como la que mejor registra sus grandes virtudes sin
que se le vayan de la mano: el delirio, la creatividad, el humor y el riesgo.
Es la constatación de que Vigalondo siempre nos podía ofrecer más de lo que
hasta ahora nos había dado si exceptuamos su ópera prima, y sin que importe nunca lo disparatado o absurdo de la premisa. Comencemos por señalar que Anne
Hathaway está sublime dando oxígeno a Gloria, una treintañera borrachina y
desnortada que tras una discusión con su novio, Tim (Dan Stevens) regresa a su tranquilo pueblo natal para
descubrir que está conectada con un monstruo gigante (homenaje a los Kaiju
Eiga) que está asolando la ciudad de Seul, una especie de imponente minotauro
que imita sus movimientos y que entra en escena aterrorizando a la población cuando
nuestra protagonista pisa el arenero de un parque infantil cercano al colegio
de su infancia.
El regreso a su pueblo conlleva para Gloria el reencuentro con todo
aquello de lo que huyó hace años; el aburrimiento de la vida rural que reduce
toda su diversión a beber como cosacos
en el bar de Óscar (Jason Sudeikis) que tras mostrar su sorpresa y alegría por
el regreso de Gloria le ofrece un trabajo como camarera en el bar y juntos
rememoran una infancia que guarda en sus escondidos meandros momentos
inquietantes. Y resulta verdaderamente sugerente el modo en que se fusionan las
historias del monstruo y el robot con los entresijos oscilantes que retoman los
dos personajes protagonistas, generando situaciones divertidas, fascinantes,
rastreras y misteriosas.
La perfecta comunión entre la bella y el
monstruo comienza cuando ella se da cuenta de que la gigantesca criatura repite
unos de sus característicos tics: rascarse la cabeza al modo en que lo hacen
los monos, algo que será explicado en los continuos flash backs que ilustran su
traumática infancia. Colossal muestra una impecable
factura técnica a pesar de sus cinco millones de presupuesto, y siendo cierto que en ella late el tema
del maltrato y el empoderamiento de la mujer que acaba comprendiendo que nadie
la va a proteger ni cuidar como ella misma, el film se eleva ante todo como un
viaje lacerante y emocional a lo más profundo de nuestros temores a través de
una idea tan extravagante como genial. Y la pericia de Vigalondo logra mantener
la atención del espectador hasta el final con un perfecto equilibrio entre el
lado lúdico y fantástico del relato y la parte más íntima, oscura y dolorosa de
los personajes. En cualquier caso, Colossal se impone como una explosiva mezcla
de géneros que destila esencias sublimes.
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